El nuevo orden mundial de la vida en la Tierra
Sociedad
Las altas temperaturas registradas este verano en la base española antártica de Decepción tienen un impacto doble en las especies. Los científicos aseguran que la actual distribución de los seres vivos no tiene precedentes
03 Mar 2020. Actualizado a las 16:50 h.
Luis Pertierra se considera un adicto reincidente de la Antártida. Como investigador en ecología ha estado aquí ocho de los últimos diez años. La felicidad para el es colaborar con su granito de arena a preservar este «emblema de la humanidad», como él mismo define. La Antártida actúa como el gran refrigerador del planeta, de ahí su importancia en el contexto actual de calentamiento global, pero su papel desde una perspectiva biológica no resulta menor. «Tiene una importancia fundamental. Aquí nos encontramos antes un lienzo en blanco en el sentido literal de la expresión. Este lugar apenas ha sido alterado por el ser humano y ofrece una ventana al pasado para tratar de saber cómo ha sido la vida en el planeta», apunta.
Su investigación como científico del proyecto Anteco de la Universidad Rey Juan Carlos, se centra en la aparición de nuevas especies en esta región tan inhóspita del mundo impulsadas por un fenómeno al que se refiere como cambio global. «No solo tenemos en cuenta el cambio climático sino también la dispersión humana y la degradación de los ecosistemas», explica. Uno de los efectos de ese nuevo escenario biológico en la historia es una redistribución sin precedente de las especies. «Esto tiene implicaciones a nivel ecológicas pero también socioeconómicas. El medio ambiente nos provee de muchos servicios . Solemos quedarnos con los valores más espirituales. Hablamos de defenderlo casi por amor, aunque hay mucho más. Ahora mismo estamos asistiendo a una especie de lavadora mundial de especies que se están mezclando. Esto tiene graves consecuencias. Aquí podemos asistir al final de este efecto cascada global. Las especies tropicales escapan a las templadas, estas a las frías que llegan a su vez la Antártida», confiesa el doctor Pertierra.
La alteración de las especies coincide con el cambio climático cuando se observa en una escala de miles o millones de años de años. Ambos son fenómenos que se están produciendo a una velocidad vertiginosa. «Vemos choques «culturales» muy fuertes, comparables a la llegada de los españoles a América, pero aplicado a millones de especies».
Cuando se revisa la historia de la vida en el planeta se puede observar como las especies colonizan nuevos territorios. Claro que las conquistas duran tiempo. En el caso de isla antártica de Decepción Luis y Pablo, su estudiante de doctorado, han encontrado un fenómeno que rompe con el orden natural. «El número de especies exóticas han aumentando en gran número. Aquellas que logran expandirse son las que llamamos invasoras. Nosotros trabajamos con colémbolos y ya hemos localizado aquí seis especies que han llegado desde Europa. Esto debería haber ocurrido en millones de años y, sin embargo, han llegado hasta aquí en unas pocas décadas. Esto solo puede ser atribuible a la actividad humana. Vienen con la ropa y el equipo. Su alto numero refleja la elevada presión humana sobre ciertas zonas del continente», señala «Los colémbolos son un grupo de invertebrados muy parecidos a los insectos. Lo que hacemos aquí es tomar muestras del suelo que contiene musgo. Tratamos de testar el límite de temperatura a partir del cual estos animales mueren, aunque también cuándo su funcionalidad se altera por las variaciones térmicas», apunta el investigador Pablo Escribano.
Altas temperaturas
La presencia de especies invasoras también pueden ser un excelente indicador de cambio climático. «Pongamos un ejemplo real. Una especie que vive a cuatro grados en las islas Georgia del Sur tiene que enfrentarse a un ascenso térmico de tres grados. A siete le cuesta sobrevivir así que se desplaza a zonas de la Antártida, donde la temperatura media ha pasado de 0,5 a 2,5 en las últimas décadas. Un valor que se aproxima mucho a su óptimo. Ahora viven mejor aquí», añade.
En este verano tan cálido se han batido varios registros históricos en la Antártida. En la estación de la base argentina de Esperanza, en la península, se alcanzaron los 18,3 grados. En Decepción, a falta de que Aemet haga oficial la cifra, su estación en la base Gabriel de Castilla registró 13, 1 grados el pasado 9 de febrero, la temperatura máxima más elevada desde que existen registros. «Los eventos extremos pueden tener influencia doble. Por un lado pueden generar eventos de mortalidad y también nichos de oportunidad para que especies exóticas durante un día más cálido de lo normal puedan establecerse. En el caso de las plantas germinar y de invertebrados de desarrollar su actividad. Por tanto, el daño es doble», advierte Luis.