Más ganas que terrazas en Galicia
Sociedad
El terraceo volvió a Galicia
La expectación social por el regreso parcial de los bares choca con las reticencias del sector
12 May 2020. Actualizado a las 13:49 h.
Había ganas de bares, de eso no cabe duda. La apertura de las terrazas, aunque fuese a medio gas, es el gran hit sociológico del último tramo conocido en la desescalada. Sin embargo, su efecto económico está muy lejos de su repercusión anímica. Y las consecuencias sanitarias están por ver. La primera jornada de terraceo (con una ocupación permitida del 50 % de las mesas y fuertes recomendaciones de precaución higiénica) se debatió entre el «ya se necesitaban», el «no dan las cuentas para abrir todavía» y el «abriré cuando la gente se acostumbre a comportarse sanitariamente como debe». Los hoteles, grandes olvidados por todos, permanecen cerrados casi en su totalidad, a pesar de la habilitación.
A las nueve de la mañana, Armando Liñeiro estaba en Lugo tomándose un café en un descanso, antes de continuar su ruta de trabajo. «No recuerdo ni el sabor, solo que me supo a gloria. Antes, para los que veníamos a trabajar, no había ni un lugar donde hacer una parada, organizar la tarea o incluso ir al baño. Todo eso lo proporcionan los bares», explica antes de señalar: «A medida que pasaban las horas, la gente, que comenzó apocada, se iba animando. A las nueve, todavía andaba un poco perdida».
Tres horas más tarde, en una terraza coruñesa se reunían Noemí, Laura y Sara, que afirma: «Se estaba genial. Durante el confinamiento ya habíamos decidido quedar en cuanto pudiésemos. Pero la gente tiene que darse cuenta de que hay que seguir teniendo mucha precaución». «Aunque no se permita el contacto, era importante volver a vernos, reecontrarnos y hablar, dejando el móvil a un lado. Ahora todo eso se valora mucho más», concluye.
La sensación transmitida por el ambiente popular generado por las terrazas que regresaron al abrigo del día soleado en Galicia contrasta radicalmente con las reticencias del sector, que optó mayoritariamente por permanecer cerrado, debido a la incertidumbre referente al protocolo sanitario y horario de apertura, y el rechazo a la posible modificación de las condiciones de los ERTEs parciales que podría aprobar el Consejo de Ministros del martes, según la que el empresario con menos de cincuenta empleados tendría que hacerse cargo del 40 % (en mayo) y del 55 % (en junio) de la cotización de los trabajadores no incorporados. Esta medida, que podría estar orientada a acelerar el final de los ERTEs por causa de fuerza mayor, cortaría de raíz el regreso de muchos negocios de hostelería. Ayer, sin embargo, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, salió al paso y dijo en Onda Cero: «Sin lugar a dudas, los sectores mas afectados después del 30 de junio, que más o menos intuimos cuáles son, van a seguir manteniendo las condiciones que tienen a día de hoy». Por otra parte, el sector presiona para ampliar hasta el 50 % el límite de un tercio del aforo interior en mesa establecido para la fase 2, o que se considere como criterio la distancia social en función de la distribución espacial del local.
Cesar Sánchez Ballesteros, presidente Hostelería de Pontevedra y Hospedaje de Pontevedra, y secretario del Cluster de Turismo de Galicia estimaba en apenas un 5 % las reaperturas en la provincia, frente al 10 % estimado por la patronal nacional para el conjunto de España. «Hay mucha incertidumbre y muchos empresarios esperan, calculadora en mano, para saber de qué modo perderán menos, pero perderán en todo caso. La norma lleva al límite el riesgo. Muchos no podrán aguantar», analiza.
Pablo López, del ZoJo (Betanzos), es de los que ha optado por no abrir. «Hai que ver como responde a xente, se vamos a poder cubrir gastos e se as normas acaban aclarándose», resume.
Los hoteles siguen a la espera
El Ogalia (Vigo) es uno de los pocos hoteles gallegos que han regresado a la actividad. Diego, su responsable, asegura que la reapertura se debe «a la necesidad de servir a los clientes habituales que nos necesitaban por desplazamientos de trabajo». «Hubo pocas llamadas y apenas hay reservas. La ocupación será baja, pero no podíamos dejarlos tirados», añade.
Con vistas a los próximos días, el clima y las medidas económicas del Gobierno condicionarán la decisión de muchos empresarios, como Domingo González, con tres establecimientos en Viveiro (Temple, Tiki y Parrilla Vikinga). Tenía pensado esperar, pero ayer ya se planteaba abrir el fin de semana. «Tengo que hacer muchos números, no es fácil. Y la hostelería realmente se activará a nivel nacional, y más en la Galicia costera, cuando todos podamos recibir clientes de otras zonas de España», concluye.
A Coruña
«Teníamos muchas ganas porque no nos vimos durante el confinamiento»
Alberto Fernández y otros siete amigos se reunieron en una cafetería de A Coruña
Alberto Fernández y sus amigos fueron de los que decidieron aprovechar el primer día para reunirse después de casi dos meses sin coincidir y para ello eligieron una terraza.
«Teníamos muchas ganas de juntarnos porque no nos vimos durante todo el confinamiento. Es gratificante ver a la gente que quieres aunque tenga que ser respetando las medidas de seguridad para no contagiarse», explica Alberto, quien se reunió con otros siete amigos.
Una cita, ayer por la tarde, que fueron concretando en los últimos días, y para la que reservaron sitio en el Quai Café de A Coruña. «Como somos clientes habituales y nos confirmaron que sí, decidimos juntarnos aquí», afirma.
Un reencuentro esperado y agradecido, aunque con peculiaridades. «Se hace extraño no poder abrazar a la gente que quieres, tuvimos que chocar los codos y cosas de este tipo», explica Alberto, quien asegura que si el tiempo y las ocupaciones lo permiten, repetirán pronto.
Ourense
«Yo habría esperado un par de semanas más. Me parece un poco precipitado»
José Luis Ballestero y Francisco Rodríguez disfrutaron de la primera cerveza de la fase 1 con cierta desconfianza
miguel ascón
Es el primer día de la fase 1 en Ourense, el sol calienta las piedras del casco viejo y José Luis Ballestero disfruta junto a Francisco Rodríguez de una cerveza en la Praza Maior, en la terraza del Druida. Podría parece un momento ideal después de tantas semanas de confinamiento, pero él no las tiene todas consigo. «Yo habría esperado un par de semanas más. Me parece un poco precipitado», dice el hombre, que cree que se están produciendo ciertos comportamientos incívicos que no invitan al optimismo de cara al futuro. «La gente no se está comportando como debiera. Cuando salen a pasear, muchos no guardan las distancias y mucho nos tememos que haya un rebrote dentro de quince días o así», añade su amigo, Francisco Rodríguez, que no detectó, no obstante, excesos o incumplimientos flagrantes con las terrazas en el primer día de desescalada. Durante la charla se va animando y concluye: «Después de tantos días encerrados, se agradece poder salir a airearnos un poco».
Sanxenxo
«Ahora depende de nosotros también ser responsables»
El grueso de la hostelería se prepara para abrir en una fase más avanzada de la desescalada
marcos gago
Sanxenxo pasó la primera jornada de la fase 1 de la desescalada con la mayor parte de sus establecimientos turísticos cerrados, a la espera de que se avance en una progresión positiva contra el coronavirus y a que llegue el verano. Hoteles y restaurantes han optado por esperar un poco más y a prepararse para ser lo más seguros y garantistas posible. El sector se ha confiado al turismo nacional para el verano, con unas buenas expectativas.
Mientras el verano no llega, ayer se mantuvo el compás de espera. En el paseo de Silgar, podría estimarse que abrió uno de cada tres negocios, sobre todo tiendas de ropa. De hostelería nada, con una única excepción, la cafetería Bulevar. A la una de la tarde era la única terraza abierta en todo el frente marítimo. Este establecimiento ofrecía normalmente 22 mesas y ahora solo siete. Cuando alguien se levanta y se va, una camarera desinfecta mesas y sillas y ya está la gente esperando para poder ocupar la vacante. Había ganas de terraza en una primera hora de la tarde cuando el termómetro se elevó a los 21 grados.
Pablo González y Adrián Feijoo son dos de estos afortunados que este lunes pudieron disfrutar de una terraza en la capital turística pontevedresa. «Ya era hora de que empezásemos a poder movernos y por lo menos salir a la calle», explica Pablo, pendiente de un ordenador portátil y de una taza de café, haciendo un descanso en su jornada de teletrabajo. Pasó el confinamiento en Portonovo y admite haberse aburrido de «no tener tanta movilidad y libertad como antes». No tuvo ninguna reticencia en acudir a la terraza cuando la vio abierta. «Me da más miedo lo que pueda pasar cuando puedan empezar a abrir el resto de sitios y lugares cerrados que venir a una terraza».
A su lado, Adrián Feijoo también da su opinión. «Me parece bien poder venir a una terraza, que poco a poco vayan abriendo. Creo que ya era hora de que empiece el verano y vayamos a una nueva normalidad». Como a Pablo, no le vio ningún inconveniente a sentarse en una terraza. «Yo creo que por ahora es seguro, hay que atender a lo que el Gobierno diga, pero creo que también depende de nosotros ser responsables, quedarnos solo un rato, tener las mesas separadas, mantener las normas y las distancias que hay que seguir», precisa. Piensa que el fin de la desescalada aún va para largo. ¿Bienvenidas las terrazas? Sonríe y dice sin dudar: «Por supuesto, bienvenidas las terrazas».
Noia
«Hay a quien las medidas de seguridad le parecen exageradas, pero preferimos ser cautos»
Pablo Martínez, hostelero de Noia
M. Gómez
Con los brazos abiertos recibieron los vecinos de la localidad coruñesa de Noia a los pocos hosteleros que se animaron a estrenar la fase 1 de la desescalada abriendo sus terrazas al público: «La gente tiene muchas ganas de salir, de tomarse un café, unas cañas o unas tapas. Nuestros clientes están muy contentos de vernos de nuevo», contaba Pablo Martínez, del bar Equs, situado en la emblemática Alameda de la villa, después de una ajetreada mañana. Las medidas de seguridad que adoptaron en el establecimiento para minimizar el riesgo de contagios de covid-19 supone mucho más trabajo y, por suerte, en el primer día no les faltó clientela, que además ha aceptado de buen grado el ritual de lavado de manos previo a sentarse a una mesa: «La gente está respondiendo bien, muchos ya traían el gel».
Desinfectarse las manos es obligatorio -para ello se han instalado dispensadores-, igual que esperar a que el camarero dé entrada a los clientes después de pulverizar el mobiliario con desinfectante. Además de respetar la distancia de dos metros, se han colocado unas mamparas separando las mesas, hay una barra exterior para quienes prefieren llevarse el café y una zona para el pago con TPV, y todas las tapas, incluidos los churros de por la mañana, salen de la cocina en envases individuales, de manera que los camareros no los manipulan: «Hay a quien las medidas de seguridad le parecen exageradas, pero preferimos ser cautos».
Además, Pablo Martínez cree que medidas como la de dividir las mesas con mamparas muestran el camino a seguir: «Es una manera de marcar una línea de trabajo, diferente, seria y rigurosa». Todo ello lleva aparejado también una labor de educación y concienciación de la clientela: «Intentamos que se habitúen a mantener las distancias o que no estén más tiempo del necesario».
Poco a poco
El parón en la actividad de la hostelería obligado por el coronavirus le llevó a presentar un ERTE, del que espera ir saliendo paulatinamente: «Somos nueve trabajadores y empezamos cuatro. Hemos puesto un horario, cerramos de 15.00 a 17.00, para trabajar por turnos, y queremos ir incorporando a la plantilla paulatinamente».
Para este hostelero noiés actuar con cautela es «lo lógico» en estas circunstancias porque la actividad se irá recuperando muy poco a poco. Mientras no llega la normalidad, tiene claro cuál debe ser el mantra de su establecimiento: «Precaución y desinfección total».
Vigo
«Si llueve no vamos a tener clientes a los que poder atender en las terrazas»
Roberto Covelo, responsable de una cafetería en Vigo
alejandro martínez
La mayor parte de los bares y cafeterías de Vigo permanecían ayer con las persianas bajadas. A muchos empresarios no les compensa abrir cofasn las limitaciones de aforo impuestas para prevenir los contagios del coronavirus. Para otros tal vez haya sido la puntilla y no lo vuelvan a hacer más. Pero los pocos que reanudaron su actividad ayer en Vigo llenaron sus medias terrazas aprovechando que el día estaba muy soleado. Los ciudadanos estaban ansiosos por sentarse y disfrutar de una consumición en la calle y reencontrarse con sus amistades después de cincuenta días de confinamiento. Uno de los pocos establecimientos que ayer dieron la bienvenida a sus clientes en la céntrica calle Venezuela fue la cafetería Bugatti.
El responsable del negocio, Roberto Covelo, observó mucho movimiento de personas en las terrazas. Aún así no es como antes. De momento cubrirá gastos, porque reconoce que prácticamente gana lo mismo que quedándose en casa. «Por lo menos ya no estás metido en casa y yendo del sofá a la nevera», afirma. «He podido abrir porque hice cese de actividad. A los que recurrieron al ERTE no les compensa volver a trabajar tal y como están las cosas», afirma.
Nunca habían dependido tanto del tiempo como hasta ahora. «Si llueve no vamos a poder atender en la calle», afirma. Como cientos de empresarios, espera que las condiciones climatológicas sean favorables hasta que por fin puedan atender a sus clientes dentro de sus establecimientos.