La ciencia es clara: si se destruyen los ecosistemas habrá más pandemias
Sociedad
Si nada cambia, el covid-19 no será el último virus que devaste a las sociedades
19 Jul 2020. Actualizado a las 15:31 h.
El covid-19 es solo un aviso de lo que nos espera. La última advertencia a la humanidad de lo que supone el continuo destrozo de los ecosistemas. Está demostrado: el 75% de las enfermedades infecciosas se originan en los animales y estos, a su vez, son el puente que las conectan con las personas. O, lo que es lo mismo, si continuamos fragmentando el hábitat de las especies habrá más pandemias. Es la alerta que se recoge en un informe del programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas, en colaboración con especialistas de todo el mundo. Y lo confirman los expertos consultados por La Voz: la destrucción de los hábitats naturales, la contaminación y la explotación de especies hacen que la sociedad sea más vulnerable porque las personas están más cerca de los vectores que transmiten las enfermedades.
Como señala Adolfo Cordero, catedrático del departamento de Ecología y Biología animal de la Universidad de Vigo, «basta con ver las fotos de satélite de hace 30 años para darse cuenta de la destrucción ambiental que se ha llevado a cabo. El cambio es drástico. Antes en unas zonas solo había selva, ahora solo hay gente».
Según Carlos Vales, director del Centro de Extensión Universitaria y Divulgación Ambiental de Galicia, el problema está claro: «O proceso de destrución da natureza está sendo brutal e nunha aceleración continua. Cada vez hai máis cercanía das comunidades humanas con especies que antes no saían do seu entorno, o que xera unha debilidade das barreiras que impedían que moitos animais entraran en contacto con nos. E, por último, está o factor da globalización que o que fai é que unha enfermidade que se produce nun lugar remoto poida transmitirse por todo o planeta a unha velocidade vertixinosa», afirma.
«Muchos de los organismos que vivían en zonas que antes estaban despobladas se han extinguido, pero otros han conseguido sobrevivir y acaban afectándonos. Cuanto más densas sean las poblaciones, más probable es que las transmisiones se produzcan y se aceleren. Es un poco lo que ha pasado», explica Cordero.
Pero entre la experiencia y el aprendizaje aún hay un trecho que la humanidad debe transitar. Lo que está por verse es a qué velocidad lo hace, porque si nada cambia, esta no será la última pandemia que devaste a la humanidad y tampoco la peor.
El profesor Cordero reflexiona: «Hay una palabra que es fundamental: biodiversidad. Cuanto más diversa sea la naturaleza, menos probable es que los virus o bacterias acaben en nosotros. Pero si aniquilamos las distintas opciones que podrían tener, igual la única opción que les queda somos nosotros, las personas».
El panorama cambia cuando salimos de la ecuación. Eso también lo demostró el confinamiento. «Cando nos tivemos que quedar na casa o que ocorreu foi que a calidade do aire das cidades mellorou e moitos ecosistemas se recuperaron. Aí é onde se ve claramente a influencia dos humanos», expone Gumersindo Feijoo, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago. Es simple: para revertir el daño, bastaría con no estorbar. La naturaleza se regenera sola, rápido y bien. Y en caso de que las sociedades se decidieran a contribuir, «unha das cousas que nos podería axudar moitísimo sería introducir o principio da economía circular para ser máis ecoeficientes», sugiere Feijoo.
El panorama en Galicia: tierra de oportunidades
Carlos Vales, director del Ceida, afirma que en Galicia existen las condiciones necesarias para convertir las crisis que se asocian a las pandemias en una oportunidad de desarrollo social.
Calidad de la despensa
Desde el mar hasta la huerta. Los alimentos que se producen en esta comunidad son, como afirma Vales, excepcionales. El mar, la huerta, la leche, la carne... En la despensa de productos de origen gallego no falta nada. En ese sentido, «Temos posibilidades de que todos os entornos urbanos, onde agora vive a maioría da poboación de Galicia, poidan recibir alimentos de primeira calidade producidos a poucos quilómetros de distancia», explica el experto. También señala que esto permitiría «fixar unha poboación que poida vivir de darnos soberanía alimentaria».
Reservas de la biosfera
Espacios de desarrollo sostenible. El 25 % del territorio de la comunidad goza de características geográficas tan excepcionales que son reservas de la biosfera declaradas por la Unesco. Esto genera un resguardo ambiental importante y también proyectos de colaboración que invierten en la producción agrícola. «Moitas persoas están no proceso de dedicarse a producir en cultivos ecolóxicos. E unha oportunidade para aproveitar e non enchelo todo de urbanizacións e de cemento», explica Carlos Vales. De esta manera, disminuiría no solo la contaminación, sino también la destrucción de los ecosistemas naturales.
Dispersión poblacional
Las aldeas, modelo de vida. Aprovechar la disposición agrícola que ya existe en la comunidad e incentivar la vida rural es una manera de mantener una relación más armónica con la naturaleza. Pero es que además tiene un beneficio clave en contextos de enfermedades y pandemias: evitar aglomeraciones. «Nunha sociedade na cal hai moitos espazos abertos as posibilidades de contaxios de enfermidades redúcense drásticamente», señala el director del Ceida.