La Voz de Galicia

La paciente cero del brote de Monforte: «Se lo pegué a mi madre, me come la conciencia»

Sociedad

Carlos Cortés Carlos Cortés Monforte / La Voz Habla la primera paciente del brote de monforte
Equipos de sanitarios reúnen pruebas en el edificio cuyos inquilinos están en confinamiento en MonforteEquipos de sanitarios reúnen pruebas en el edificio cuyos inquilinos están en confinamiento en Monforte

Habla la primera paciente del brote que ya suma 39 casos confirmados

21 Aug 2020. Actualizado a las 20:05 h.

La primera paciente del brote de coronavirus de Monforte tiene pocas dudas de que se contagió trabajando, porque casi todo su tiempo lo pasa en casa o en la cafetería en la que trabaja como cocinera. Lo que no sabe es cómo pudo haberle pasado. «Tengo mucho cuidado -asegura-, uso siempre guantes y me cambio la mascarilla cada tres horas». Ella y los inquilinos de los diecinueve pisos del bloque en el que vive cumplieron ayer su segundo día de confinamiento. Ninguno se siente enfermo y tratan de mantener el ánimo, pero empiezan a desesperarse porque se están topando con un problema importante: no pueden salir a hacer la compra, pero ningún supermercado ni local de hostelería quiere entregarles pedidos a domicilio.

La mujer que dio el primer positivo de este brote en Monforte, que ayer sumaba ya veintiocho casos, asegura que ahora se siente bastante bien. Fue al médico el sábado porque el jueves y el viernes le había dolido mucho la cabeza, el pecho y la espalda. Tuvo que ponerse muy pesada para que la atendiesen, porque no tenía cita hasta el martes. Cuando al día siguiente le confirmaron que había dado positivo ya se encontraba mejor. Desde entonces no ha empeorado, así que lo que le preocupa ahora sobre todo es su madre: «Va a cumplir 80 años y se lo he contagiado, si le pasa algo me come la conciencia».

Su madre vive en el mismo edificio que ella, pero en el piso de su hermana. En este inmueble de cuatro alturas y cinco viviendas por planta conviven diferentes nacionalidades, pero la mayoría son sudamericanos. Es un caso frecuente en la calle Duquesa de Alba, una zona de copas con alto porcentaje de población inmigrante porque el ruido de los locales nocturnos abarata los alquileres. El primer día del confinamiento, la mayoría se lo tomaron con humor y filosofía. Nadie les dijo directamente que no podían salir a la calle, pero ellos decidieron no hacerlo. Agentes de la unidad de la Policía Nacional adscrita a la Xunta vigilan en el portal por si alguno sale. No tienen orden de impedírselo, sino de tomar nota de su nombre para que los médicos lo tengan en cuenta.

En los diecinueve pisos habitados de este edificio -hay veinte, pero uno está vacío- abundan las parejas con hijos pequeños. Muchos se conocen, pero todos permanecen confinados en sus respectivos pisos. No visitan a sus vecinos, ni aunque sean familiares. La primera paciente del brote vive sola, y su madre comparte el piso de enfrente con su hermana y con su nieto. La madre y la hermana han dado positivo y el niño pequeño, negativo. «Pasamos el día -dice entre risas- hablándonos por la ventana».

Contenedores en la puerta

El Ayuntamiento de Monforte les ha colocado frente al portal dos contenedores para que puedan bajar la basura sin necesidad de moverse por la calle. Ese problema lo tienen resuelto, pero lo que preocupa a los inquilinos del edificio confinado es que no pueden hacer la compra.

Casi ninguno tuvo dificultades el martes, el día que los confinaron a todos, porque tenían existencias en casa. Pero ayer, varios de ellos intentaron hacer pedidos por teléfono a diferentes supermercados y se encontraron con que se negaban a llevarles la comida hasta el edificio, se supone que por miedo a posibles contagios. «Tenemos que pasar quince días aquí sin salir -dice la primera contagiada-, necesitamos comida». 


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