La Voz de Galicia

El vago criterio de «allegado» abre la veda y el peligro de las cenas navideñas

Sociedad

j. v. lado redacción / la voz
Ensayo en Las Palmas de Gran Canaria de como debería celebrarse una comida navideña con todas las medidas de seguridad

Illa lo ve como «una vinculación sentimental» y Feijoo, como «un conocido»

04 Dec 2020. Actualizado a las 08:56 h.

Ya no «pandemia» o «coronavirus», ni siquiera «vacuna», lo que los españoles buscan en Google es «allegado». Las consultas se han disparado desde que el pasado miércoles el ministro de Sanidad, Salvador Illa, metió esa relación tan indeterminada (la de allegado) en el saco de los no convivientes que podrán sentarse a la misma mesa estas Navidades. Un individuo que el diccionario de la RAE define como esa persona «cercana a otra en parentesco, amistad, trato o confianza». La etimología lo conecta con el latín applicare, que le daría ese matiz de arrimado o cercano, y la literatura española da buena cuenta de su uso secular, al menos desde el siglo XIII. Pero de ahí a que sirva como elemento capital en una norma y exista forma de acreditárselo a la autoridad de turno va un trecho.

Para encontrarlo en la legislación, como explica el catedrático de la Universidade da Coruña Domingo Bello Janeiro, hay que ir al artículo 160 del Código Civil, que habla de los derechos del menor a relacionarse con sus hermanos, abuelos... «y allegados», o a la Ley 35/2015 sobre daños en accidentes de tráfico, que lo define como una persona que hubiese convivido al menos durante los cinco años anteriores con el fallecido y que fuese «especialmente cercana a ella en parentesco o afectividad». La primera referencia ha dado lugar a un amplio desarrollo jurisprudencial incluso a nivel europeo, pero, como dice Bello Janeiro, no se libra de ser «un concepto jurídico indeterminado». Y en la segunda, la convivencia familiar sería fácilmente acreditable pero la especial relación de afectividad no tanto, según pone de relieve el catedrático.

Los políticos no parecen tenerlo especialmente claro. Para el ministro de Sanidad, Salvador Illa, un allegado es «una persona que, sin una relación familiar clásica con otra persona, tenga una vinculación sentimental muy determinada». No vale por tanto como justificación para «ir un grupo de amigos a pasar unos días a otra zona de España». Sin embargo, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, manifiesta sus dudas sobre lo que en realidad significa ese término. «Personas allegadas yo no puedo decirle exactamente lo que son. Tendremos que ir al diccionario y verlo, pero comprenderá que no son personas que tengan vínculos familiares. Son personas conocidas, personas amigas, hasta un máximo de diez», respondió Feijoo, preguntado al respecto, e insistió en que ven un peligro en esa consideración tan difusa. El epidemiólogo Fernando Simón no lo estima así y cree que «no va a aumentar el coladero siempre y cuando todos mantengamos la responsabilidad individual».

Tampoco la vicepresidencia de la Xunta o la Delegación del Gobierno arrojaron ayer más luz respecto a cómo piensan interpretar y controlar esto. Solo la Delegación dijo que está a la espera de que todo se sustancie a través de una norma en el DOG. La Guardia Civil, por su parte y según informa la Comandancia de A Coruña, tiene previsto realizar entre hoy y el próximo día 8, un total aproximado de 132 controles, varios de ellos con la colaboración de Policías Locales. «Además se chequearán en los aeropuertos los motivos de los viajes para comprobar que se ajustan a lo establecido en el DOG», tal como detalla un portavoz del cuerpo. En lo referente a lo de intervenir en el interior de un domicilio en caso de que se vulnere alguna de estas normas, la intervención no es tan sencilla, «solo se podrá hacer en caso de la comisión de un delito y no por infracción administrativa, como establece la legislación vigente. Pero si se puede investigar todo tipo de actuaciones y actuar en consecuencia», explica el instituto armado.

«Hay una diferencia entre allegados y llegados»

Quienes sí lo ven nítido son los policías locales. Tienen claro que esto no va a haber quien lo controle, como explica el secretario de la asociación Ugpol y responsable del servicio en Muxía, Manel Blanco, para quien todo va a quedar «un pouco á boa fe da xente», porque ni los medios, ni el acceso a datos, ni las propias normativas los dotan de los instrumentos necesarios para procurar un cumplimiento efectivo.

Quizás la clave la tenga el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, que con su habitual estilo desenfadado advertía ayer en presencia de Illa: «Es muy importante que esto no sea una barra libre y que los allegados sean allegados de verdad, y no llegados. Que hay una diferencia entre allegados y llegados».

Más sorna incluso se observa en el aluvión de comentarios al respecto que se llevan sucediendo desde hace dos días en las redes sociales y que ironizan con los límites, las maneras de cumplirlos o incluso de agenciarse a los allegados necesarios para llegar al límite que está permitido.

Hay quien tira por la concatenación de allegados

Por los juegos de palabras

Por parafrasear el clásico lápsus de Mariano Rajoy

Pero, sobre todo, domina la utilización de la broma para forzar los límites

 


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