La Voz de Galicia

Galicia vuelve a vivir la noche: «Queremos demostrar que se puede salir y seguir estando seguros»

Sociedad

La Voz Redacción
La sala Pelícano de A Coruña volvió a abrir sus puertas tras 308 días.

Seis locales gallegos acogieron la prueba piloto del regreso del ocio nocturno cumpliendo las garantías sanitarias frente al covid-19

13 Jun 2021. Actualizado a las 09:57 h.

Seis locales gallegos fueron los elegidos para una prueba piloto este sábado, impulsada por la Xunta, que supone el regreso al ocio nocturno, pero sin por ello dejar de cumplir con todas las garantías sanitarias frente al coronavirus. Aforos reducidos, mascarilla nueva y pruebas negativas eran algunos de los requisitos para que los asistentes volviesen a disfrutar de la noche, algo que muchos añoraban.

A Coruña

«Se puede salir a locales de ocio estando seguros»

CESAR QUIAN

Este sábado se volvieron a encender las luces de la sala El Pelícano, en A Coruña, después de 308 días cerrados. La fiesta experimental de la Xunta hizo vibrar a mil personas, un tercio del aforo completo del local. Comenzó a las nueve de la noche y finalizó a la una de la madrugada. Para entrar era necesario presentar DNI, tarjeta sanitaria y el SMS que confirmaba que el resultado de la prueba había sido negativo. En las puertas, el equipo de seguridad entregaba a todos los asistentes una mascarilla nueva.

La ciudad herculina tenía ganas de fiesta, y no era para menos. Las entradas se agotaron en tan solo diez minutos después de ponerse a la venta. Una vez dentro, en la pista de baile, doce mesas organizaban el espacio para que los grupos de personas guardasen la distancia de seguridad. Se pudo bailar, cantar, saltar y beber. Eso sí, siempre con mascarilla. La motivación común entre todos los jóvenes era una: «Demostrar que se puede salir a los locales de ocio estando seguros, sobre todo, para que la fiesta se repita», comentaba Miguel Gramunt en una de las mesas disponibles. Una noche para recordar.

Vigo

«Queremos ver si la gente responde y se cumplen las medidas»

«Nos habíamos olvidado de cómo se baila», exclamó una chica en el pub lucense AnagramaÓscar Cela

Christopher, el portero de Ghana, pide a los clientes que muestran el resultado de la PCR. En Tokyo todavía luce el sol y la discoteca viguesa de la calle Pontevedra acoge a sus primeros clientes. El dueño del local, Luis Asenjo, se encuentra nervioso por el estreno de la prueba piloto del ocio nocturno. «Antes de la pandemia venían mil personas cada fin de semana», relata el propietario del local que está muy contento porque ha podido volver a dar trabajo a 13 de sus 17 empleados. Los 175 clientes que entran hoy son la mitad del aforo habitual. Antes de las 21.00 horas había colas para entrar a bailar. «Ya era hora, en casa podíamos reunirnos montón de personas sin mascarillas, pero no nos dejaban venir a las discotecas», señala Nuria Rodríguez, que se ha desplazado desde Baiona para el reencuentro con la noche, aunque todavía es pronto. La sala recibió a los primeros clientes con temas clásicos de los años 90, «pero luego ponemos reggaetón», decía el propietario. Las ganas de bailarlo llevaron a la pontevedresa Lorena Sánchez en ser la primera en apostarse junto a la puerta. Ella y otra amiga de Pontevedra ambas enfermeras fueron las primeras en entrar.

«Hemos trabajado con el covid y no tenemos ningún miedo al contagio», decían las dos sanitarias mientras que los directivos de federación de hostelería supervisaban que todo funcionase correctamente para prepararse para la reapertura generalizada.«Queremos ver si la gente responde y se cumplen todas las medidas», decía el presidente César Ballestero.

Lugo

«Teníamos muchas ganas porque ya nos habíamos olvidado de bailar»

Los clientes antes de entrar en el pubÓscar Cela

En pub Anagrama, junto a la catedral de Lugo, abrió sus puertas a las nueve de la noche, y en menos de media hora fueron entrando de manera escalonada las 38 personas seleccionadas para disfrutar de la primera noche de ocio nocturno desde hace 15 meses en la ciudad. «Teníamos ganas de que llegase este día, porque ya nos habíamos olviado de cómo se baila», explicaba al entrar un grupo de chicas que vivían este momento con ilusión. «Hay que empezar poco a poco, pero hoy vamos a bailar toda la noche, sin dudarlo», señalaban mientras el portero de la entrada les recogió el código QR de identificación, en el que además quedaba constatado que habían realizado una prueba previa de antígenos.

«Es que llegamos a un punto que escuchabas una canción en el supermercado y te emocionabas, cómo no íbamos a tener ganas de entrar hoy en el pub», señala otra joven. «Buf, muchas ganas de entrar, porque llegué a bailar sola en casa», explicaba otra joven. El pub Anagrama tuvo que acondicionarse para esta ocasión, incluido rescatar del ERTE a los cinco trabajadores. Los grupos invitados, tras un sorteo hecho por el pub lucense, tenían asignada una mesa. Podían bailar pero no consumir en la barra. «Por supuesto que vamos a estar hasta la una de la madrugada, hay que aprovechar cada momento», señalaba un joven antes de entrar en este pub.

Pontevedra

«¡Qué alegría, bailar en un pub ahora mismo es un lujo!»

Control de asistencia en el pub Keops, en el casco viejo de OurenseSanti M. Amil

Quienes se dieron cita este sábado en la prueba piloto del ocio nocturno en Pontevedra, aparentemente, no parecían ansiosos de disfrutar de la noche de juerga. No en vano, a las 21.00 horas, cuando la música ya animaba a entrar en el pub La Pomada, no había nadie esperando en la entrada. De hecho, la puerta la colonizaban los porteros y los reporteros gráficos desplazados.

Minutos después llegaron las tres primeras participantes en la prueba piloto. Cristina, Andrea y una joven que prefería preservar su apellido. Frisaban la treintena y asumían que no habían llegado con puntualidad británica, pero que sí tenían unas tremendas de entrar a bailar: «¡Qué alegría, bailar en un pub ahora mismo es un lujo, a la hora que sea!», decía Andrea. Luego, explicaba que «todo lo prohibido tira, y salir de marcha lleva mucho tiempo prohibido».

Al poco tiempo de llegar ellas, empezaron a concurrir los demás participantes en la prueba piloto. Entre quienes sacaron su pertinente pase estaban desde jóvenes con la mayoría de edad recién estrenada hasta pontevedreses de cuarenta o más años. Todos buscaban lo mismo: sacudirse el amargor de la pandemia con algo de baile... y copas.

Ourense

«Si hay que usar mascarilla no pasa nada»

El Pub Keops recibió a una treintena de clientes con prueba negativa del virusSanti M. Amil

En Ourense, la prueba piloto se desarrolló en el Pub Keops, en el casco viejo. Asistieron una treintena de personas, seleccionadas a última hora a través de las redes sociales, ya que el local inicialmente previsto para el experimento acabó renunciando.

Solo pudieron entrar unos pocos afortunados, todos con una prueba negativa del virus y todos también con mascarilla. Y concienciados. «Hombre, si no la tuviéramos mejor, pero si hay que usarla no pasa nada», decía a la entrada una de las clientas, Ángela María Fernández, de 31 años.

Santiago

«Ya quedan pocas opciones: el curso se acaba»

PACO RODRÍGUEZ

Las dos primeras personas en acceder a la sala Sónar de Santiago fueron Carla y Elena, de Vigo y Xinzo de Limia. Las dos estudiantes de segundo curso de Ciencias Políticas en la USC llegaron poco antes de las nueve de la noche, y esperaron impacientes a que los guardias de seguridad de la sala abrieran la puerta para entrar. «Es la primera noche de fiestas después de muchos meses. La última vez que salimos de noche fue en el primer trimestre del curso pasado. Ya teníamos ganas». Confesaron que nunca habían ido a la Sónar, y que «nos pareció que al ser pequeña era más segura. La de este sábado fue para Carla «la primera noche de movida de segundo de carrera, y ya quedan pocas opciones. El curso acaba», bromeaba. Poco después llegaron otras dos amigas, Lucía de Boiro y Michelle de Carnota. La primera pasó el coronavirus, y la segunda está vacunada por ser voluntaria de Protección Civil. Ambas confesaron que «había ganas de pasar una noche lo más parecida a lo que nos cuenta que era la noche en Santiago». Uno de los grupos más numerosos que accedieron en los primeros momentos de la noche estaba formado por diez amigas de Lalín, estudiantes de diversas carreras, y reconocían «estar deseando revivir lo que era Santiago». Noa, estudiante de Filología Inglesa, dijo haberse animado cuando «conocí los detalles del protocolo. Lo que viviremos esta noche es mejor que nada».

En la primera media hora accedieron al local unas treinta personas, entre las que había mayoría de chicas y casi todas universitarias. El protocolo de acceso fue muy estricto. Todos debían mostrar el DNI y el mensaje negativo de la PCR, los porteros comprobaban que el nombre estaba en el listado. Tras estos pasos, los invitados recibían una mascarilla FFP2, que debían ponerse antes de entrar en la sala, y tirar en un contenedor la que llevaban puesta. «Así me aseguro que la mascarilla nueva», comentó Jesús Peón, propietario de la sala Sónar. Al realizar la solicitud de invitación, se agruparon las personas por grupos, con el fin de asignarles una mesa de cuatro, tres o dos personas. No podrán intercambiar las mesas ni los asientos. Se podía entrar y salir de la sala, y para ello se les entregó una pulsera que serviría de salvoconducto, aunque para volver a entrar sería necesario volver a mostrar el DNI.

Con la información de Lucía Cancela, Suso Varela, María Hermida, Luis Carlos Llera, Miguel Ascón y Marga Mosteiro.


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