Bob Pop: «Cuando tienen que ayudarte a ir al baño se te pasan muchas tonterías»
Sociedad

El escritor, guionista y creador de la serie «Maricón Perdido» asegura que el éxito le llega «con 50 tacos, después de currármelo mucho y en un momento en el que soy una persona dependiente, así que no me puedo chiflar»
05 Jan 2022. Actualizado a las 22:55 h.
Después de comerse las uvas, tiró un vaso de agua por el balcón, «para que se fuera todo lo malo». Por suerte, a esa hora no pasaba nadie... Roberto Enríquez (Bob Pop) solo le pide al año que entra «Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy». El pasado vio como se estrenaba la serie que cuenta su vida, Maricón Perdido, con la que no deja de recibir premios.
—Sé que para usted os nervios son como el suero de la verdad. Así que póngase nervioso.
—No hace falta, ja, ja, yo ya de por sí soy bastante expansivo. He llegado a ese punto de mi vida en el que mi auténtico lujo es poder decir la verdad. El pudor solo me sirvió para pasarlo peor. Así que ahora cuanto menos pudor más diversión.
—Un niño que se pone un traje de novia para cantar «No llores por mí Argentina» en clase, mucho pudor no tendría...
—Eso es literal. Yo era alguien que no tenía vergüenza y a la vez sentía que todo estaba perdido, así que ‘p'alante... Quería pagar el precio de ser el marica sacando mejor nota que los demás, porque cuando eras diferente la única opción que te quedaba era ser mejor. Al final saqué un 10.
—Ahora le premian en todas partes. ¿Ha pasado de ser señalado a ser nominado?
—Probablemente, sí. En el fondo es otra forma de ser señalado, pero para bien. Y es maravilloso.
—¿Cómo digiere el éxito alguien acostumbrado a morder el polvo?
—Lo digiero como una muestra de cariño que recibo encantado. Ahí soy absolutamente impúdico.
—A veces cuando la vida nos sonríe se nos infla en ego.
—Ya, pero a mí esto me llega con 50 tacos. Ya no soy un niñato. Me llega después de currármelo mucho y en un momento en el que soy una persona dependiente, así que no me puedo chiflar. Cuando tienen que ayudarte a ir al baño se te pasan muchas tonterías y muchos egos.
—Se refiere a su esclerosis. ¿Cuándo se la diagnosticaron?
—Hace unos treinta años. A mí, al final, lo que me define es ser escritor y la enfermedad me da una atalaya distinta para mirar la vida y aprovechar todo lo bueno que venga.
—También podría haberse amargado.
—Claro, pero no es mi estilo, yo soy muy malo amargándome. La amargura me paraliza un montón y yo quiero hacer mil cosas. Con todo el cariño que tengo alrededor sería un cretino y un desagradecido si no estuviera contento. En el fondo creo que es un mecanismo de supervivencia. El suicidio es algo implanteable para mí. La vida me interesa muchísimo. Y por suerte no se ha abatido sobre mí esa nube gris de la depresión ni de la enfermedad mental.
—Debe de ser el único gay que no idolatra a su madre.
—Yo creo que hay más, lo que pasa es que no lo cuentan, je, je... Idolatro mucho más a mi abuelo que a mi madre. Y eso que mi abuelo era un macho alfa. Pero es que él era un producto de la República y mi madre, una señora franquista.
—¿Cómo es su relación con ella después de la serie?
—La serie no la ha visto ni creo que la vaya a ver. Nuestra relación está como siempre, distante. Y mejor así.
—¿Ha pasado las Navidades con su familia biológica?
—Noooo. Las he pasado con mi familia lógica: mi marido y los amigos que han querido venir a casa. Al final la vida te va llevando a unos brazos. Y yo en eso he sido muy afortunado.
—Es muy crítico con la derecha. ¿Dispara solo en una dirección?
—Disparo en todas las direcciones, lo que pasa es que con la izquierda suelo tener más empatía. Otra cosa es cuando llega al poder. Yo intento ser siempre crítico con el poder, esté quien esté. A mí no me gustaría nada tener poder porque seguramente lo usaría mal. Pero poseo el privilegio de tener voz, que ya es un gran poder. Hay cosas que otros no se pueden permitir decir y que me toca decirlas a mí.
—¿Por ejemplo?
—Hablar claramente de mi posición de privilegio. Hay mucha gente que cree que tener un espacio en televisión, en radio o en prensa es algo que el mundo les debía y yo creo que no, que el mundo no nos debe nada.