La Voz de Galicia

La princesa Charlene ha regresado a Mónaco

Sociedad

Martín Bastos
Charlene y Alberto de Mónaco, en una imagen de archivo

La mujer del príncipe Alberto está «feliz» y retomará sus actividades oficiales «en las próximas semanas»

13 Mar 2022. Actualizado a las 14:15 h.

Charlene de Mónaco acaba de regresar al Principado al cabo de muchos meses de ausencia para proseguir con su recuperación médica junto a su marido, Alberto II, y sus mellizos de 6 años, Jaime y Gabriela, según informó este sábado el Palacio y recoge la agencia Efe.

En un comunicado emitido por los portavoces de palacio se hace constar que la princesa está «feliz» de haber reencontrado a su familia y allegados y adelantó que «en las próximas semanas podrá retomar completamente sus actividades oficiales», interrumpidas desde que en mayo de 2021 enfermó en Sudáfrica, su país natal, durante un viaje oficial.

«En cuanto la salud se lo permita, la princesa podrá disfrutar de la alegría de convivir con los monegascos, algo que tanto ha echado de menos», indicó el palacio, que no precisó los problemas de salud de los que se recupera.

Desde que enfermó en mayo del 2021 en un viaje de Sudáfrica, Charlene, de 44 años y antigua nadadora olímpica, se ha sometido a varias intervenciones, algunas de ellas bajo anestesia general, por una complicación en una infección otorrinolaringológica.

Tras muchos meses de ausencia, regresó al principado en noviembre del 2021, pero a las pocas horas se marchó hacia un destino desconocido debido, según la versión oficial, a que su estado de cansancio no le permitía afrontar sus obligaciones de princesa y que la recuperación necesitaba que se preservara su privacidad. Por ello permaneció internada por su propia voluntad en algún lugar de Europa que nunca se llegó a concretar. Según publica la revista People, muy próxima al entorno del príncipe, estuvo ingresada en una clínica suiza. Alberto II y sus hijos acudieron a visitarla en contadas ocasiones.

Tras meses de incesantes rumores sobre una posible crisis pareja, en los que muchos ya daban por seguro el divorcio de Alberto y Charlene de Mónaco, en noviembre hablaron desde el palacio monegasco sobre lo que le ocurría a la princesa. Tras su vuelta a Mónaco a principios de mes, ya se vio que lucía un aspecto muy desmejorado. 

Su estancia en Sudáfrica se prolongó inesperadamente durante seis meses por una grave infección de oídos y boca que se complicó hasta el punto de que tuvo que pasar varias veces por quirófano. Eso la mantuvo alejada de su marido y de sus dos hijos, Gabriella y Jacques. Mientras se recuperaba su familia viajó desde Mónaco para visitarla, pero su dolencia le hacía imposible volver en avión al palacio. 

En noviembre, desde el palacio de Mónaco explicaron que Charlene iba a retirarse un tiempo de la vida pública para recuperarse al cien por cien, ya que se rumoreaba que no iba a residir junto a Alberto y sus dos hijos. Alberto de Mónaco, al que por entonces le apareció un nuevo hijo ilegítimo, confirmó que la dolencia de Charlene «no es solo física». «Está mejor, pero todavía necesita descanso y paz. Hay fatiga, no solo física, que solo se puede tratar con un período de descanso y seguimiento», dijo entonces en una entrevista en Monaco Martin, con motivo del Día Nacional de Mónaco. 

Charlene, la princesa triste

A sus 43 años, Charlene de Mónaco ostenta desde hace tiempo el título de la princesa triste. La exnadadora se casó con Alberto de Mónaco hace diez años, con 33, cuando él tenía 53. La imagen de su boda de ensueño dio la vuelta al mundo, no por la pomposidad del enlace, que también, sino por su semblante serio durante las nupcias. 

Las lágrimas de Charlene al salir de la iglesia, un gesto común entre muchas recién desposadas, se interpretaron por la opinión pública más como una señal de tristeza y desamparo que como felicidad y emoción. Todo ello se unió a la información publicada por el francés L´Express, en la que se aseguraba que la ya princesa de Mónaco se habría intentado escapar no una, ni dos, sino hasta tres veces, para evitar la celebración del matrimonio.

Igualmente, la salida a la luz del controvertido contrato que la aristócrata se vio obligada a firmar antes de las nupcias también dio mucho de que hablar. Aunque la práctica es común en todas las familias reales europeas, las estipulaciones del caso concreto hicieron saltar todas las alarmas. El acuerdo incluía la obligación de que Charlene permaneciese casada con Alberto durante cinco años, así como darle un heredero que garantizase la continuidad de la dinastía Grimaldi.

 


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