Por qué no debes amontonar piedras en playas y montañas
Sociedad
En los últimos años se ha puesto de moda y es una práctica dañina que puede verse en As Catedrais y el Castro de Baroña, entre otros
28 Aug 2022. Actualizado a las 22:36 h.
De la Mariña Lucense a las Rías Baixas, toda la comunidad se ve afectada por este fenómeno que atemoriza a los ecologistas. Llevan años advirtiendo de los peligros, pero continúa la moda en lugares emblemáticos de la comunidad como As Catedrais o en la Praia do Trece. Un ejemplo especialmente sangrante es el Castro de Baroña. En los últimos años se ha puesto de moda en todo el mundo hacer montoncitos de piedras, unas sobre otras, en lugares de interés paisajístico. El nombre de este tipo de formaciones pseudoartísticas es apacheta y vienen de la mano del turismo de naturaleza y de las redes sociales.
Puede parecer una práctica inocua o un juego de niños, pero lo cierto es que en el castro de Baroña, patrimonio histórico de Galicia, es especialmente dañino este tipo de manipulación al tratarse de un yacimiento. Igual que en su momento se comenzó a advertir del peligro de caminar por las dunas y actualmente son espacios protegidos, también hay que tener especial cuidado con los montones de piedras. Hay incluso quien ha movido piedras dentro de las murallas del castro, llegando a alterar el asentamiento milenario. Aunque las pilas de piedras en algunas culturas son símbolos religiosos o de otro tipo, como es el caso del cairn en Irlanda para señalizar monumentos funerarios, esta práctica tiene un impacto negativo en la biodiversidad, según el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF).
Carles Castell, doctor en Ecología por la UAB, contaba a la agencia EFE en que esto es una alteración paisajística y una clase de polución. La mano del ser humano debe intervenir lo mínimo posible en la naturaleza si corre el riesgo de dañarla, y en este caso «las piedras en el suelo tienen múltiples funciones que resultan esenciales para el funcionamiento de muchos ecosistemas». Hay especies endémicas, como el musgo de la isla portuguesa de Madeira, la Riccia atlantica, que corren peligro con este tipo de acciones humanas. Castell califica de absurdas las modas que ponen en riesgo la biodiversidad: «con el incremento de turistas, los montículos de piedras han invadido valles y sierras, playas y orillas, costas y cumbres».
El doctor recuerda que las piedras en el suelo son «esenciales», especialmente en ecosistemas sujetos a condiciones extremas como sequía, salinidad, viento, escasez de suelo o erosión, donde la vegetación suele ser escasa y dispersa. El experto e investigador del CREAF explica: «En estos lugares, las piedras retienen la humedad del suelo, favorecen la germinación de las semillas y el enraizamiento de las plantas, aportan pequeños espacios de sombra y constituyen un refugio y cobijo imprescindibles, especialmente durante el día, para muchas especies de invertebrados».
En Ribadeo, el alcalde Fernando Suárez Barcia, ha elaborado un escrito dirigido al Servizo de Conservación da Natureza de la Xunta de Galicia para que tome las medidas necesarias, pues los visitantes están alterando la playa de As Catedrais. Hay ya muchas señalizaciones de este tipo en lugares de toda Galicia, pero conviene aumentar la vigilancia y apelar al sentido común y al respeto por la naturaleza. Por último, Castell anima a locales y foráneos a advertir estos montoncitos o apachetas y a «desahogarse tirando a patadas las pilas de piedras». Esa y no otra es la mejor acción que puede realizarse por el entorno privilegiado que estemos visitando.