Ofelia Rey: «Una de las consecuencias de la migración es la soltería definitiva femenina»
Sociedad
La catedrática de la Universidade de Santiago acaba de obtener el Premio Nacional de Historia de España tras haber llegado a esta vocación «por casualidad, porque tenía claro que quería ser filóloga»
06 Nov 2022. Actualizado a las 11:44 h.
Responde desde La Sorbona, la prestigiosa universidad parisiense en la que la catedrática de la USC Ofelia Rey Castelao (Arnois, A Estrada, 1956) realiza una estancia. Acaba de recibir el Premio Nacional de Historia de España por su ensayo El vuelo corto. Mujeres y migraciones en la Edad Moderna, publicado por la editorial de la Universidade de Santiago de Compostela. Hablar con Ofelia de este ensayo y de su trayectoria académica es sumergirse en una encantadora charla de una historia aún presente, o de casualidades que acaban siendo certezas.
—¿Cómo recibe este premio?
—Aunque es un premio a una obra en concreto implica el reconocimiento a una carrera de muchísimos años en la universidad. Es por tanto un reconocimiento doble e incluso diría que triple porque no he trabajado nunca sola, he tenido muy buenos maestros y muy buenos equipos. Podría añadir el hecho de que el libro haya sido publicado por una editorial universitaria, por lo tanto no competitiva, y que hace una labor muy importante.
—Dice que ha tenido muy buenos maestros, ¿le viene alguno a la cabeza?
—No tengo la menor duda. Mi maestro de escuela en la aldea, Roberto Vázquez, y en la universidad don Antonio Eiras Roel, el director de mi tesis y quien me orientó en las fases iniciales de mi actividad investigadora y con quien seguí trabajando hasta su jubilación.
—Habla de su maestro de escuela, pero la Historia le llegó tarde y por casualidad.
—Totalmente, el maestro de escuela de Historia hablaba poco (risas), a mí lo que me inculcaba eran las Matemáticas que era lo más difícil. Yo quería ser filóloga, lo tenía claro, y por una serie de casualidades tontísimas acabé matriculada en la Facultade de Xeografía, para sorpresa de mi familia porque fui a Santiago a matricularme en Filología y acabé en una cosa totalmente distinta. Pero me fue muy bien y además la historia tiene una parte importante de narración y análisis de textos, lo que me sirvió para satisfacer la que era mi vocación. Se lo cuento siempre a los estudiantes cuando me hablan de la vocación.
—Y a la Historia Moderna, ¿qué la llevó?
—También la casualidad. Quería hacer Historia Medieval, luego Contemporánea, pero tenía muy buenos profesores en Moderna y la calidad de la docencia que recibía era de primera, por eso un grupo importante de mi generación nos matriculamos en esta especialidad que surgía, y que aquí estaba muy avanzada desde el punto de vista científico. La docencia que recibí y sobre todo la iniciación a la investigación era magnífica a nivel europeo, eso fue lo que me decidió. Digamos que intervino el azar.
—Analiza en su ensayo las migraciones de las mujeres, ¿han cambiado los motivos respecto a los actuales?
—Puede parecer absurdo porque vivimos en un mundo completamente nuevo, pero las causas de las migraciones son estables a lo largo de la historia. Existen unas leyes de las migraciones redactadas en 1881 y se cumplen prácticamente a rajatabla. La quinta ley dice que las mujeres migran más que los hombres pero lo hacen en distancias cortas, de ahí el título de mi libro. Las mujeres migran en general por las mismas causas, la principal buscar recursos y no necesariamente económicos. Cuando una persona migra es un fracaso social, un fracaso de la familia que no puede mantener a un componente, de la comunidad que no puede dar el apoyo suficiente, y de la sociedad. Hay otras causas que al menos en Europa ya no tienen tanta importancia, me refiero a lo que llamamos migración de la vergüenza, chicas que iban de las aldeas a la ciudad para tener un bebé porque se habían quedado embarazadas y querían ocultar que habían tenido un niño.
—¿El motivo de la migración influye en el destino?
—Sí, las mujeres son las principales protagonistas de las migraciones del campo a la ciudad en toda Europa. Las ciudades estaban llenas de mujeres. No necesariamente para quedarse, normalmente era para juntar dinero para la dote y luego poder casarse. Siempre había muchísimas más mujeres que hombres y en general optaban por quedarse en las ciudades que estaban más cerca, pero en territorios como Galicia, Asturias o Cantabria, las ciudades eran pequeñas y no podían acogerlas a todas. Por eso en estos casos emigraban a distancias más grandes, como sucedía con las gallegas que iban a Madrid a trabajar en el servicio doméstico o las cántabras que iban de nodrizas, mujeres casadas que se iban durante tres o cuatro años para dar de mamar a los niños de las familias ricas de Madrid. En los hombres, por ejemplo, el objetivo era el enriquecimiento y buscar trabajos mejores y eso explica que se fueran muchísimo más lejos.
—¿Cuáles han sido las consecuencias sociales y demográficas de estas migraciones?
—Es un tema complejo. Una de las causas del modelo migratorio europeo actual deriva en gran parte de las migraciones anteriores. Galicia es un caso extraordinario e interesante, uno de los más extremos, migran muchos hombres y la primera consecuencia es automáticamente la soltería definitiva femenina, cuando hay muchos menos hombres muchas mujeres no se van a casar nunca.
—¿Es Galicia un caso extremo de migración?
—Sí, junto con Irlanda y en el siglo XIX la Italia del sur, es uno de los casos más extremos de migración. Si los hombres se van y están solteros, automáticamente en el territorio de partida hay una soltería definitiva femenina. Y si están casados significa una reducción drástica de la natalidad. El modelo que tenemos hoy en día procede de eso y está pasando en Sudamérica, cuanta más migración viene a Europa menos natalidad se produce en América.
—¿Falta perspectiva de género en la historia?
—La historia de género empezó con mucha fuerza en los años 70 y 80 y se sigue haciendo. Pero voy a dar un dato estadístico, el alumnado de Historia en todas las universidades españolas es fundamentalmente masculino, en torno al 70% son hombres. La razón es positiva, las mujeres obtienen las notas de selectividad más altas y eligen carreras con notas de corte más elevadas. Ocurre que convencer a un estudiante que va a empezar su tesis de que haga una tesis de género es muy difícil. Estamos en un sistema de igualdad y en la universidad reciben un mensaje muy claro de igualdad pero, ¡ay amiga!, cuando proponemos un tema de género a los chicos automáticamente hay una especie de reticencia. Ahora estoy en Francia y existe exactamente el mismo problema, es una pena grandísima pero siempre estamos aquí en la retaguardia para trabajar.