La Voz de Galicia

¿Ley seca del tabaco? «No fumar en los bares parecía imposible y nos adaptamos»

Sociedad

maría viñas redacción / la voz

Los expertos creen acertada la prohibición impuesta por Nueva Zelanda

15 Dec 2022. Actualizado a las 19:40 h.

 

El 33 % de los españoles fuman a diario, según datos del Ministerio de Sanidad, un porcentaje que se ha mantenido invariable durante los últimos 15 años y que sitúa a España entre los países europeos cuyos ciudadanos más se llenan los pulmones de humo. Algo no está funcionando. «La prohibición no va a hacer desaparecer el tabaquismo, eso está claro, pero las estrategias que hemos ido siguiendo hasta ahora tampoco han dado los resultados esperados», comenta María José Pereira, jefa de Medicina Preventiva del Chuac. Se refiere la experta al tibio manejo que hace nuestro país de un problema que cada año le cobra 60.000 vidas frente al radical golpe en la mesa anunciado esta semana por Nueva Zelanda, que con una raquítica prevalencia del 8 % ilegalizará progresivamente el tabaco. Su Parlamento aprobó este martes una ley que prohíbe la venta de tabaco a todos los nacidos a partir del 1 de enero del 2009.

Los neozelandeses que ahora tienen 13 años tendrán que empezar a olvidarse de la idea de pisar un estanco en cuanto cumplan los 18, pedir un paquete de cigarrillos y aspirar una larga calada nada más poner un pie en la calle. No podrán hacerlo nunca, ni ellos, ni los que vengan detrás. A cambio, serán las primeras generaciones sin humo de la historia. ¿Sería posible en España algo parecido?

«La ley de Nueva Zelanda es muy valiente y oportuna, y ojalá tuviésemos aquí políticos valientes que estuviesen más interesados en la salud pública que en sus intereses políticos», carga, rápida, Raquel Fernández Megina, presidenta de Nofumadores.org. Combativa, la asociación que desde el 2004 lucha para avanzar legislativamente en políticas de control del tabaco ha llevado su urgencia hasta la Comisión Europea, con una iniciativa que camina en la misma dirección que la de Jacinda Ardern, abolir la venta de tabaco para los nacidos a partir del 2007. «Entendemos que al ser un producto que causa una adicción muy potente, más incluso que la cocaína y que la heroína, no se puede eliminar del mercado de un plumazo, porque hay muchas personas enganchadas a él», explica.

¿Tiene sentido fijar un límite [los nacidos en el 2007 o en el 2009] y, a partir de ahí, prohibir la venta de por vida? ¿Cómo de eficaz será que un chico no pueda comprar tabaco al alcanzar la mayoría de edad si puede pedirle a su hermano mayor o a cualquiera que pase por la calle que se lo compre? «Habrá unas generaciones frontera, pero según vaya aumentando la edad, las nuevas van a estar bastante a salvo —resuelve Fernández Megina— No contemplo a un abuelo comprándole una cajetilla a un chaval de 16 años».

En la lucha contra el tabaquismo, España necesita mejorar. Reticente a implementar la estrategia MPOWER impulsada por la Organización Mundial de la Salud, se centra en políticas para proteger al fumador pasivo. «El humo es carcinógeno y es algo por lo que debemos preocuparnos, pero lo gordo es el tabaquismo activo, todos los esfuerzos deben ponerse aquí, en reducir o directamente evitar el consumo», censura Alberto Ruano, investigador y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidade de Santiago de Compostela (USC). Como su colega María José Pereira, tampoco él ve con malos ojos el plan trazado por Nueva Zelanda. Aunque su propuesta partiría de aumentar la fiscalidad —«Dificultar el acceso al consumo de tabaco es clave, particularmente el de las personas más jóvenes, que son las que se están iniciando y en las que menos calan los mensajes de advertencia», señala—, tiene claro una de las funciones básicas de los Gobiernos es proteger la salud de la población, y que para ello hay dos vías: la educación sanitaria y el decreto. Y advierte, además, del riego de políticas dispares en los diferentes Estados: «Como España es más laxa, los franceses vienen a comprar tabaco aquí, porque es mucho más barato».

«Puede ser que la prohibición resulte exagerada —añade—, pero también es verdad que este debate lo estamos viendo en otras iniciativas, como en la de los coches diésel. Se está planteando dejar de venderlos para proteger la salud del planeta y también la de la población y aquí nadie se rasga las vestiduras». ¿Es entonces una cuestión cultural? «No fumar en los bares y en los restaurantes nos parecía imposible, y nos terminamos adaptando», razona Pereira.

El planteamiento neozelandés contempla además limitar los puntos de venta —cerrará el 90 %— y reducir drásticamente la cantidad de nicotina en los cigarros, una medida «muy inteligente», tildan desde la asociación Nofumadores.org: «Una vez que se termine con la adicción será más fácil acabar con el tabaco». «Esto es muy relativo —advierte, sin embargo, Alberto Ruano—. Cuando se reduce el contenido en nicotina, el individuo inhala más profundamente, porque tiene que saciarse, o directamente termina fumando el doble».

Los argumentos en contra de la prohibición: mercado negro y pequeños negocios

Los que se oponen a la ilegalización, defienden que esto hará aflorar un mercado negro de tabaco y que arruinará a los pequeños empresarios. «El mercado negro siempre lo habrá, de todo, pero es que incluso existiendo la accesibilidad al tabaco se vería reducida radicalmente, y eso es lo que buscamos —contraataca Raquel Fernández Megina—. Y que no me vengan con que lo que se vende en el mercado negro es de peor calidad, porque hace falta muy poco para que algo sea de menos calidad, por no decir que la mayoría del tabaco de contrabando está fabricado por la propia industria. Este es otro de esos mitos que tenemos que desterrar». 

En cuanto al golpe que podrían sufrir los estancos y quienes cultivan la planta, desde Nofumadores.org reclaman ayudas para la reconversión del sector. «No puede ser que haya más puntos de venta de tabaco en España que farmacias», zanjan.

El Plan Integral contra el Tabaquismo de Darias, olvidado en un cajón

 

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, se comprometió hace ya un año a aprobar un ambicioso Plan Integral contra el Tabaquismo que, entre otras cosas, incluía una subida de impuestos y la prohibición de fumar en terrazas y en coches cuando se viajase con niños. A día de hoy, sigue en el cajón. La última vez que el Gobierno se refirió a él fue en el mes de septiembre, cuando aseguró que aún seguía trabajando «en una serie de modificaciones» en su borrador, que debe consensuar después con las sociedades científicas y las autonomías.

El consumo de tabaco es la principal causa de muerte prematura evitable en España. El 41 % de las chicas y el 32,2 % de los chicos de 18 años admite haber fumado en los últimos 30 días, según la «Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España». La edad media del primer contacto con el tabaco convencional está en los 14 años, mientras que con vapeadores y cigarrillos electrónicos baja hasta los 11.


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