El Instituto Oceanográfico quiere usar los ferris para medir el plástico marino
Sociedad
Científicos de Vigo homologan técnicas de muestreo con colegas de Estonia
24 Feb 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Un dispositivo conocido como FerryBox instalado en un barco comercial que haga un trayecto más o menos regular puede ahorrar costosas y lentas campañas específicas de un buque científico para, por ejemplo, medir la contaminación del mar con plásticos. Y eso es lo que pretenden hacer investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que estos días están llevando a cabo por el litoral gallego la campaña Andro23 a bordo del buque Ángeles Alvariño. Necesitan calibrar el funcionamiento de estos dispositivos con el objetivo de colocarlos en barcos de línea y así multiplicar su capacidad de observación y medición con unos costes asumibles.
Esta es solo una de las patas de la expedición científica que forma parte del proyecto Andromeda que, a su vez, está englobado en el programa internacional JPI Oceans, en el que participan 15 grupos de investigación de Europa y Canadá. En primer lugar, lo que pretenden los científicos de la sede viguesa del IEO embarcados desde el pasado sábado junto a colegas de la Universidad Técnica de Tallin (Estonia) es homogeneizar los sistemas de muestreo que utilizan. Muchas veces usan métodos y unidades que no son lo mismo, con lo que eso significa a nivel de intercambio de conocimiento, y ahora quieren hacerlos comparables.
«Se trata de que si yo digo tres y tú cinco los dos tengamos claro que cinco es más que tres», ejemplifica la doctora en Química Analítica del IEO Lucía Viñas Diéguez, que está participando desde tierra en este proyecto y que incide en que, para lograr esto lo que hacen «es intentar medir lo mismo con distintos métodos».
Una de las técnicas más utilizadas hasta ahora para calcular la presencia de microplásticos (menos de 5 milímetros de diámetro) y nanoplásticos (menos de 0,001 milímetros) consiste en remolcar por el mar una especie de manta en la que quedan atrapados. Sin embargo, los dispositivos tipo FerryBox —ya utilizados en otras partes del mundo para recolectar, por ejemplo, toxinas de microalgas— lo que hacen es bombear el agua marina que pasa a través de unos filtros en los que quedan depositadas las partículas. Su instalación en lo que se conoce como «barcos de oportunidad», que en realidad tienen otra misión principal, puede ayudar y mucho a los científicos en su objetivo fundamental, que es evaluar el impacto de este tipo de contaminación que genera, como dice Lucía Viñas, «un interés emergente». «No es que sea nueva en el medio, lo que es nuevo es nuestro interés», puntualiza la científica, que también aclara por qué los ferris son los candidatos ideales: mientras los pesqueros, por ejemplo, realizan singladuras muy irregulares siguiendo los bancos de peces, estos buques de línea cubren siempre los mismos trayectos. «Si un barco cruza, pongamos, por el Báltico entre Alemania y Dinamarca o si va regularmente de Gijón a Plymouth resulta mucho más fácil comparar las mediciones», señala la científica, que no se atreve a decir si la contaminación marina por plástico es diferente en Galicia que en otras zonas del mundo, pero sí tiene claro que «todo lo que está ahí es por nuestra culpa, tiene origen humano».
La mayor parte de los contaminantes detectados los suelta la ropa al lavarla
Los contaminantes que los investigadores extraen del mar, sobre todo cuando ya están en la escala de nanoplásticos, en muchas ocasiones se encuentran tan degradados que resulta complicado establecer de qué producto provienen. Sin embargo, existe bastante consenso científico en que es la ropa al lavarla la que desprende la mayor parte de estas partículas. Un estudio de Institution of Mechanical Engineers, citado por el Ministerio para la Transición Ecológica en el 2018, detectó que cada prenda de ropa al lavarla desprende hasta 700.000 fibras microscópicas que llegan al mar, y estableció que un tercio de los microplásticos de los océanos tienen este origen. En cambio, la entidad Trashumancia y Naturaleza, que reúne a pastores y defiende el uso de la lana para paliar estos problemas, eleva la cifra hasta el 80 %.