La Voz de Galicia

«Selftape», la serie que Joana y Mireia Vilapuig han creado para Filmin: «Nos han comparado con 'Girls' y con 'Cardo', pero nadie con 'Nacho'»

Sociedad

Carmen Novo Redacción / La Voz
Mireia y Joana Vilapuig, en las calles de Barcelona durante el rodaje de «Selftape».

Una década más tarde de haber alcanzado el éxito con «Pulseras rojas», las hermanas profundizan en temas como los abusos o la competencia en la industria audiovisual

23 Apr 2023. Actualizado a las 11:02 h.

Joana Vilapuig sube una silla a la mesa del comedor y coloca una cámara de vídeo en su asiento. Esa construcción primigenia le sirve como trípode para grabar un selftape. Con este neologismo se conoce a la autofilmación de castings a distancia, que permite a los directores hacer una primera selección sin tener que organizar uno presencial. Delante de la cámara está su hermana, Mireia Vilapuig. «Que mala iluminación, esto está muy oscuro», le dice. Ambas tienen el proceso automatizado. La escena corresponde a un fragmento de Selftape, la tercera producción original de Filmin, coescrita de manera autobiográfica y protagonizada por ellas mismas. «Después del éxito de Polseres vermelles tuvimos que hacer muchos porque nos quedamos sin trabajo. Nos grabábamos la una a la otra y bromeábamos con que teníamos material para hacer una serie», explica Joana, sentada junto a Mireia al otro lado de una videollamada. 

La producción, dirigida por Bàrbara Farré y bajo el sello de Filmax, se complementa con estas imágenes de archivo. Narra a lo largo de seis capítulos de 30 minutos lo que ha pasado con dos hermanas prodigio años más tarde de haber alcanzado el éxito. Formaron parte del reparto de Polseres vermelles, la ficción de TV3 sobre un grupo de jóvenes hospitalizados, un fenómeno sin precedentes que duró dos años en emisión antes de dar el gran salto a Antena 3 como Pulseras rojas. Pero, ¿qué pasa cuando, una década después, todo el mundo te conoce por aquel personaje que quieres dejar atrás? O, lo peor, cuando conseguir un papel se torna en una punzante competición entre hermanas. Todavía resuenan las palabras de Ke Huy Quan, actor de Todo a la vez en todas partes, al recoger su estatuilla en la pasada gala de los Oscar: «Creía que nunca más en mi carrera podría igualar los éxitos que alcancé de niño».

Mireia y Joana Vilapuig durante el rodaje de «Selftape».filmin

El bum de la autoficción 

Para contar el relato, las hermanas incrustan en la grabación vídeos caseros de archivo. También mezclan realidad y la ficción. «El punto de partida de Selftape es nuestra relación y lo que nosotras hemos vivido. En verdad, nunca pensamos: ‘Venga, vamos a hacer una autoficción'. Fue al revés, el formato vino a nosotras por querer contar esta historia», explica Joana. Hay partes completamente biográficas y otras que, en un intento de protegerse a ellas mismas y a su entorno, están puramente ficcionadas. «No queremos entrar en debate, siempre hemos dicho que hay cincuenta y cincuenta. En realidad, todo lo que está ficcionado está anclado a una verdad muy potente. Es algo que nos apela a nosotras como guionistas y como actrices para poder narrar desde la verdad», completa Mireia. 

Admiten que uno de sus retos a la hora de crear a los personajes era distanciarse de ellas mismas. «Yo, cuando veo la serie, pienso que es todo ficción. Veo a unas Mireia y Joana ficcionadas, a dos personajes. A la gente que nos conoce mucho también le pasa eso», reflexiona Joana. «Cuando escribíamos, y sobre todo las escenas en las que estábamos las dos juntas, lo hacíamos en voz alta para ver si nosotras realmente nos hablamos así», sigue la actriz. No obstante, aunque pretendieran emular su relación, han tenido que «actuar muchísimo» para construir unos personajes que, pese a conservar sus nombres de pila, difieren de ellas. «Nosotras nunca hemos tenido la relación que tienen ellas dos en la ficción. Ha habido momentos para todo, algunos en los que hemos tenido que actuar más porque queríamos estar más alejadas de nosotras».

Por ese mismo motivo se les hace más llevadera la sobreexposición a la que, de una forma u otra, han llegado. «Hemos hecho un trabajo tan intenso que ahora ya estamos muy distanciadas de los vídeos de archivo y de la ficción que hemos creado. Para nosotras es ficción y bajo ese escudo nos hemos protegido muchísimo. Tanto en la fase de guion como en el rodaje hemos sido muy conscientes de que eso lo iba a ver la gente», explica Mireia. 

Mireia y Joana Vilapuig en un fotograma extraído de «Selftape».filmin

La línea entre la ficción y la realidad es tan fina como lo que separa sus dos formas de ser en la vida real. En la serie, Mireia adopta características que en el día a día abandera Joana y viceversa. «Mireia en la ficción es mucho más fría, está más encorsetada. En la vida real, sin embargo, tiene mucha parte de cómica, de desastre y de felicidad. Esas características las tendríamos en la Joana de la ficción», apunta Mireia. «Mireia es un personaje al que hemos apretado un montón para que fuera más complejo. Las relaciones que ella tiene, con su cuerpo y con sus amigos del pasado, las pensamos de forma intencionada», indica Joana complementando a su hermana.

Para ellas, grabar Selftape ha tenido algo de «terapéutico». La idea nació en un momento en el que ambas necesitaban hablar de cosas que nunca antes habían exteriorizado. De esas conversaciones, de acercarse y de volver a reencontrarse como hermanas y como amigas, se dieron cuenta de que su relación tenía algo especial. Sobre cómo se prepararon para rodar, ambas admiten en simbiosis que lo más complicado fue aprender a relacionarse en los ambientes de trabajo como compañeras y no como hermanas. También en tratarse como hermanas en los momentos familiares, una vez se apagaban las cámaras y su nombre en la ficción seguía siendo el mismo que el de la realidad. «Al final era encontrar esta dinámica de capas», explica Joana. 

Abusos en la industria

En Selftape, Joana y Mireia Vilapuig también abordan el tema de los abusos que se dan dentro del sector cultural. Hablan de directores de casting que, al hacer las pruebas, prefieren que la actriz lleve poca ropa, se suelte el pelo y se quite las gafas. También de aquellos que exigen cierto erotismo y sensualidad en los personajes femeninos. Joana, por ejemplo, es consciente de que una escena sexual que rodó para una serie está subida a varias páginas web pornográficas sin su consentimiento. A Mireia le persigue el recuerdo de aquellas que grabó sin protección. Todos estos casos los exponen en el capítulo tres, el que más les costó rodar «porque son situaciones complejas que forman parte de nuestra vida real».

Joana Vilapuig en una de las escena de casting de «Selftape». En ella le mandan quitarse la sudadera y las gafas.filmin

«Esto siempre ha existido, en la mujer sobre todo. Nosotras hemos trabajado en proyectos en los que hemos hecho escenas de sexo en las que estábamos muy poco protegidas porque no había esa figura de coordinación de la intimidad», explica Mireia. Complementan las grabaciones con fragmentos de selftape antiguos, cuando se presentaban a castings en su adolescencia. «Fue muy impactante el momento en el que vimos estos vídeos por primera vez. Sabíamos que existían esas entrevistas, pero no que las preguntas eran tan fuertes y que se nos sexualizaba de tal manera. Fue a posteriori cuando nos dimos cuenta de lo brutales que fueron esos momentos, nos impactó muchísimo», recuerda la actriz.

 La etiqueta de «serie de chicas»

«Cuando iba a salir la serie nos daba miedo. No queríamos que los titulares calificaran Selftape como la nueva Girls. Veíamos como, cada vez que salía un nuevo producto audiovisual creado por mujeres, siempre era definido como ‘el nuevo Girls'. Además, hace trece años que se emitió. Nos cabrea un poco ese tema», dice Mireia Vilapuig. Ambas reflexionan sobre esa etiqueta de «serie de chicas» que inequívocamente se asocia a cualquier producción que aborde determinados temas. 

Los ecos de otras producciones españolas, como Cardo y Autodefensa, también se han utilizado para describir Selftape. «Está claro que nos comparan mucho con ellas. Para nosotras es increíble, porque las admiramos muchísimo. Nosotras, como mujeres, admiramos a todas las mujeres que pueden alcanzar sitios de poder, porque hay muchos hombres aquí», reflexiona Joana. No obstante, cuestiona ese paraguas «comodín» en el que terminan todos esos productos culturales de visión femenina: «¿Por qué a todas las chicas nos comparan y nos ponen en la misma caja del feminismo? Al final son productos muy distintos». «Nadie nos compara con Nacho, la serie de Nacho Vidal, que también es un biopic que habla de la vida del actor y que pone imágenes de su pasado. Igual tenemos más que ver con Nacho que con Autodefensa. Al final siempre es lo mismo, caemos en el discurso misógino de siempre. Nos dimos cuenta haciendo la promo», apunta su hermana. 

Mireia Vilapuig en un fotograma extraído de «Selftape».filmin

Estética europea

En la escena inicial, Mireia camina sola por las calles de Oslo. Llega a casa por la mañana después de una fiesta, con un vestido de gala y los tacones en la mano. En el plano solo aparece ella, en el centro, y su expresión es la protagonista. Los colores, fríos y saturados, y la composición minimalista, recuerdan a los principios cinematográficos que suele llevar por bandera el cine europeo. La directora, Bàrbara Ferré, y el director de fotografía, Lucas Casanova, fueron los artífices. Tenían los mismos referentes que las hermanas y juntos los pusieron en práctica. 

Cuaja con la historia que querían contar, de carácter intimista. Para Joana y Mireia Vilapuig la serie supone un punto y a parte, un oasis en medio del desierto. Siguen mandando selftapes a directores —el último hace poco más de una semana—, pero ahora tienen más claro como se hacen las cosas para que funcionen. 


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