Los casos de insomnio crónico se duplican en España
Sociedad
Según datos de la Sociedad Española del Sueño, el 14 por ciento de la población española presenta este problema, que afecta más a las mujeres que a los hombres
15 Sep 2023. Actualizado a las 23:21 h.
El insomnio crónico afecta ya al 14 % de la población adulta española, cuando hace veinte años ese porcentaje era del 6,4 %. Es uno de los datos que aparecen en un estudio realizado por la Sociedad Española del Sueño que ha presentado en su congreso anual celebrado en Toledo.
Esto supone que 5,4 millones de españoles sufren este trastorno que afecta a más mujeres que hombres y, sobre todo, a adultos mayores de 55 años. Según el neurofisiólogo Manuel de Entrambasaguas, experto en Medicina del Sueño del Hospital Clínico de Valencia y autor principal de este estudio, «estos datos deben hacernos reflexionar sobre lo que ha pasado en los últimos 20 años en España y en los países industrializados que también tienen este problema». En su opinión, «seguramente llevamos un estilo de vida estresante e hiperactivo y hacemos un uso excesivo de los móviles y dispositivos digitales con los que estamos continuamente conectados sin dejar tiempo a la reflexión y a la calma».
El «trastorno de insomnio crónico» se caracteriza por la existencia de un síndrome de insomnio —dificultades para dormir con consecuencias diurnas al menos tres días a la semana— que se prolonga durante al menos tres meses y que no se explica por un entorno inadecuado, tiempo insuficiente para dormir o por la existencia de otros trastornos del sueño u otras enfermedades. Un problema en el que se ha centrado este estudio que se publicará en la revista científica «Sleep Epidemiology» y que se ha basado en encuestas telefónicas realizadas a más de 2.000 personas excluyendo a quienes realizan trabajos en horario de noche.
Ancianos y jóvenes
El trabajo también refleja que hay una mayor prevalencia del insomnio crónico en las personas ancianas, lo que se atribuye al deterioro normal del sueño por el envejecimiento, a la presencia de enfermedades crónicas y a la pérdida de sincronizadores del ritmo circadiano por aislamiento o sedentarismo. En el caso de las mujeres adultas, que presentan una tasa mayor de insomnio que los hombres, el doctor De Entrambasaguas sospecha que se debe a «la influencia de factores socio-económicos, a una mayor vulnerabilidad a problemas físicos que causan dolor y a problemas de salud mental aunque este análisis está aún pendiente».
En cuanto a los jóvenes, aunque es el segmento de la población al que este problema menos afecta, el estudio indica que son quienes peor duermen y que muchos están sin diagnosticar de otros trastornos del sueño como sueño insuficiente o retraso de fase del ritmo circadiano».
Otro dato llamativo se refiere al uso de medicación para dormir. Actualmente, el 9,8 por ciento de la población española toma fármacos para conciliar el sueño —más las mujeres que los hombres— y el consumo de estos medicamentos aumenta considerablemente con la edad. Curiosamente, el 25 % de quienes se medican asegura que el fármaco que toman no les hace efecto, el 18 % asegura que si dejara de tomar medicación dormiría igual y el 20 % desconoce el nombre del fármaco que ingiere para dormir. En este punto, estos fármacos pueden ser problemáticos en las personas mayores, que son sus principales consumidores, por asociarse a un mayor riesgo de caídas y de deterioro cognitivo.
Problemas de diagnóstico
«En el sistema nacional de salud es escaso el número de unidades multidisciplinares de trastornos del sueño y este problema está en la falta de transversalidad en la atención sanitaria, basada en especialidades que no se comunican todo lo necesario entre sí, y en la falta de profesionales», sostiene el principal autor de este estudio. Y es que el insomnio crónico tiene efectos negativos sobre la calidad de vida, se relaciona con problemas de salud médica y mental y tiene un impacto económico en los ámbitos laboral y sanitario. Según el doctor De Entrambasaguas, «habría que investigar, por ejemplo, sobre desigualdad y precariedad laboral, sobre conciliación familiar, sobre jornadas laborales largas o en horarios disruptivos, sobre soledad, sobre crispación social o sobre la irrupción masiva del smartphone con su oferta continua de entretenimiento e información».