Galicia vivirá en el 2026 un eclipse total de Sol único en 575 años

Vivir un eclipse total de Sol sin necesidad de moverse es una experiencia que muy pocos seres humanos pueden contar. Lo natural sería tener que desplazarse muchos kilómetros, casi siempre miles, para poder presenciar cómo la Luna consigue ocultar la estrella. «Hay un turismo muy fiel. A menudo nos encontramos con gente que ya habíamos visto antes. Incluso hay personas que acumulan eclipses, como es mi caso», confiesa el astrofotógrafo coruñés Óscar Blanco.

El director del Centro Astronómico de Trevinca suma ocho y en de abril del 2024 viajará a Texas (Estados Unidos) para añadir otro más. Antes ha estado en Turquía, China, dos veces en Australia, Islas Feroe, Indonesia, Wyoming (EE.UU.) y Chile. «Vivirlo es increíble. No se parece en nada a uno parcial. Es realmente emocionante ver la bajada tan brusca de la luz, el cambio de temperatura que se percibe y los sonidos de la naturaleza cuando se está lejos de las zonas urbanas».

Si nada se tuerce en los planes de Óscar, el décimo eclipse será el más emotivo de todos ya que lo verá desde su casa, A Coruña. El 12 de agosto del 2026, la ciudad herculina será uno los lugares de Galicia desde donde podrá observarse una ocultación completa. También desde Ferrol y Lugo, además de otras muchas localidades gallegas. Para hacerse una idea de la rareza del evento basta señalar que el último eclipse solar total en la comunidad fue en 1905 y el próximo no ocurrirá hasta el año 2480. Será por tanto, un momento único en 575 años.

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La comunidad astronómica ha bautizado el fenómeno como El Gran Eclipse Español y Galicia ocupará una de las mejores posiciones dentro de la franja de totalidad que cruzará Groenlandia, Islandia, parte del Atlántico y en un área muy pequeña en el norte de Portugal. «Este eclipse reúne todas las particularidades para atraer a centenares de miles personas a la Península, también a Galicia», asegura.Hay que tener en cuenta además que coincidirá con el mes vacacional por excelencia. Valencia, Zaragoza y Bilbao serán las ciudades más grandes dentro de la franja de totalidad que tendrá un ancho de 290 kilómetros.

«Cada eclipse es diferente ya que intervienen muchos factores. Para que se produzca uno total el satélite tiene que tapar por completo al astro rey y dado que la Luna no está siempre a la misma distancia de la Tierra unos duran más que otros. También influye la altura y en este sentido suelen ser más espectaculares cuando se producen cerca del horizonte», apunta. La ocultación comenzará a las 20.27 horas y durará algo menos de dos minutos. Óscar comenta una circunstancia poco intuitiva propia de los eclipses totales. «Durante la fase total no es necesario usar filtros, hay que verlo a ojo desnudo».

Si las nubes lo permiten

El espectáculo será visible siempre y cuando las nubes lo permitan. A estas alturas solo se puede acudir a la estadística. La serie histórica de la Aemet señala que la probabilidad de que no llueva justo ese día es superior al 80 % en la franja de totalidad que atraviesa la comunidad gallega. Aunque tan importante es que no haya nubes. Y esa información ya depende del tiempo, no del clima. El viento, por ejemplo, será un factor decisivo. Si sopla el nordés puede cubrirse en el extremo norte mientras que si sopla el sur aumenta la probabilidad de tormentas en el interior.

De la misma forma que la astronomía puede anunciar con una precisión de cirujano un eclipse que ocurrirá dentro mil de años, la meteorología reconoce que hasta minutos antes no será posible saber la previsión. El movimiento de la Luna y la Tierra funciona como los engranajes de un reloj de cuerda. El satélite orbita alrededor del planeta con una precisión clara y gracias a las ecuaciones creadas por Isaac Newton es posible predecir cuándo la Luna se pone delante del Sol. Sin embargo, la atmósfera es un sistema no lineal que depende mucho de las condiciones iniciales.

En 1961 el matemático estadounidense Edward Lorenz trataba de aplicar el cálculo a la atmósfera para anticipar su evolución. Introdujo en un ordenador de la época datos de temperatura, humedad, presión y viento. Como buen científico repitió el experimento una segunda vez. Y para su sorpresa descubrió que el resultado era completamente diferente al primero. Y lo único que había hecho era redondear unas cifras, es decir, tenían unos cuantos decimales menos. Lorenz descubrió así el verdadero problema de la predicción meteorológica, que una minúscula modificación produce cambios enormes. Formuló la Teoría del Caos y dijo aquello de «el aleteo de una mariposa en Brasil puede desatar un tornado en Texas».