La Voz de Galicia

El clima de Galicia tras colapsar la corriente del Atlántico: menos lluvia y más ciclones explosivos

Sociedad

Xavier Fonseca

Tras detenerse la circulación oceánica, tanto los inviernos como los veranos serían más fríos

25 Feb 2024. Actualizado a las 13:19 h.

La comunidad científica no duda de que más tarde que temprano, la corriente del Atlántico norte (AMOC) acabará paralizándose. El deshielo masivo en el Ártico por el calentamiento de origen antropogénico está liberando una gran cantidad de agua dulce y fría que podría acabar interrumpiendo la formación de aguas profundas cerca de Islandia, donde la corriente del Golfo se hunde hacia el fondo. Un estudio publicado hace unos días en la revista Science ofrece un adelanto sobre el tremendo impacto que podría ocasionar este suceso climático en Europa.

Si la AMOC colapsa, el primer efecto sería un brusco descenso de la temperatura media. En la Península estaría en torno a 2 grados. Prácticamente revertiría el calentamiento provocado por el ser humano, aunque no del todo ya que se estima este suceso se produciría en un escenario de aumento superior a ese valor de dos grados. «Nalgunhas zonas do norte do continente a temperatura media quedaría bastante por debaixo do período preindustrial xa que se prevén descensos superiores a dez graos de media. Ademais, este descenso provocaría unha gran expansión da superficie do xeo que podería chegar ata unha latitude de 50 graos norte, cubrindo parte do Reino Unido», explica Damián Insua, investigador del Laboratorio de Extremos Hidroclimáticos de la Universidad de Gante.

El avance del hielo actuaría, además, como un elemento que intensificaría y prolongaría el clima frío en Europa debido al efecto albedo, aunque justo en el sentido contrario que ocurre actualmente. Hoy, el hielo retrocede y deja al descubierto la superficie marina que amplifica el calentamiento antropogénico en los polos. Sin embargo, si crece la superficie blanca reflejaría más radiación solar hacia el espacio exterior y habría una amplificación del enfriamiento.

Además, si la media de Europa cae en picado, tal y como predice este estudio, la precipitación se reduciría de manera notable, pero al mismo tiempo las borrascas podrían ser más explosivas. Puede parecer algo poco intuitivo, aunque tiene su lógica. «O feito de que se arrefríen as latitudes máis ao norte de Europa provocará un aumento na diferenza de temperatura entre o Ártico e o ecuador, xusto ao contrario do que está sucedendo agora mesmo», reconoce Insua.

El calentamiento global reduce el contraste térmico entre la latitud cero y el polo norte. Uno de los efectos que se están observando es un debilitamiento de la corriente en chorro. Cuando el jet stream circula más flojo crea grandes meandros y produce eventos térmicos extremos, sobre todo de altas temperaturas al canalizar aire africano hacia la Península, algo que cada vez resulta más habitual. «Pero se o Ártico se arrefría, a corrente intensificarase e moverase máis cara o sur. Isto vai ser o motor de borrascas que se van a profundizar con máis intensidade», sostiene el investigador.

Sin embargo, este escenario, con una potente corriente en chorro moviéndose cerca de la Península e impulsando poderosos ciclones extratropicales, ocurriría en un clima más frío que el actual y eso tendría un efecto directo sobre la lluvia. «A humidade vaise a reducir porque a capacidade da atmosfera para conter vapor de auga depende directamente da súa temperatura. Por esta mesma razón no ecuador é onde hai maior cantidade de auga precipitable. Polo tanto, aínda que as borrascas poidan ser máis profundas do que son actualmente, non van a ter ese alimento de humidade para que a precipitación sexa máis intensa», sostiene.

Las regiones más frías no son los más lluviosas. Más bien al contrario. La Antártida, por ejemplo, es el lugar más seco del mundo. En una zona como Groenlandia, de donde vienen a veces las borrascas, la precipitación media anual asciende a unos 400 litros por metro cuadrado. Esto es menos de lo que llueve en Ourense, unos 600, y cuatro veces menos que una ciudad como Santiago y Vigo. La excepción es Noruega, pero en este país escandinavo resulta vital el papel orográfico que desempeñan los fiordos.

Las estaciones tampoco serían las mismas. Las episodios invernales serían más frecuentes e intensos al tener más cerca el aire frío y los veranos serían más frescos.

La ciencia subraya que este estudio debe tomarse con cautela ya que las simulaciones que se han usado para llegar a estas conclusiones presentan una incertidumbre muy alta. En cualquier caso, la lección que permite extraer  es que la alteración del clima por parte de los seres humanos puede llegar a desencadenar un cambio climático más brusco que el actual y que ese escenario no solo es real, sino que podría llegar antes de lo que pensábamos.

«O feito de que o sentido do cambio sexa contrario ao actual, é dicir, arrefriamento en vez de quecemento, non pode servir como escusa para restarlle importancia ao quecemento global en curso. Un cambio brusco na temperatura sempre implica consecuencias negativas independentemente do seu signo posto que a rapidez coa que ocorre non permite adaptarse. Por non falar doutras consecuencias derivadas do colapso da AMOC, como a redución de osíxeno nos fondos oceánicos, que podería ser fatal para o ecosistema mariño», concluye Insua.


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