La Voz de Galicia

29 de febrero: ¿por qué existen los años bisiestos?

Sociedad

Xavier Fonseca
Cielo estrellado en Pena Trevinca (A Veiga)

Entre las celebridades que cumplen años este jueves se encuentra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

29 Feb 2024. Actualizado a las 09:57 h.

Una de las cualidades que diferencian al homo sapiens del resto de las especies es su extraordinaria capacidad para reconocer patrones en la naturaleza. Gracias a esta habilidad innata, el ser humano no tardó demasiado en descubrir en el cielo estrellado un método para predecir cuándo llegaría el frío y el calor. Descifrar el ciclo lunar tampoco fue difícil.

Hace unos 11.700 años, coincidiendo con una clima más estable y cálido, la humanidad se asentó, creó la agricultura y también sociedades más complejas. En los albores del período Holoceno se hizo necesario, sobre todo para atender a las actividades agrícolas, empezar a organizar el tiempo. Los primeros intentos de poner orden fueron bastante rudimentarios y se basaban en las fases lunares.

La creación del concepto de calendario, tal como se entiende actualmente, se remonta unos 4.000 años. La civilización sumeria, una de las más antiguas conocidas, ordenó el año en un sistema de 12 meses, cada uno de ellos de 30 días. El problema no tardó en aflorar. Se trataba de un método diseñado a partir de las fases del satélite natural, pero que no había incluido el ciclo solar. Los ajustes eran constantes y de lo más caóticos ya que entre las soluciones que encontraron estaba añadir meses en algunos años.

La civilización babilonia, conocida por sus progresos científicos, consiguió avances decisivos como ordenar el tiempo en días de 24 horas, sesenta minutos y sesenta segundos. Pero el año babilónico tenía 360 días. Al igual que los sumerios no fueron capaces de encajar el ciclo solar y lunar.

Los egipcios fueron los primeros en plantear un calendario solar con 365 días en el que había doce meses de treinta días cada uno y cinco días que se añadían al final. Sin embargo, los ajustes también eran frecuentes.

Los sumerios, babilonios y egipcios no tuvieron en cuenta que el Universo no es tan preciso y que Tierra necesita para completar una vuelta alrededor del Sol exactamente 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,5 segundos, un tiempo que se conoce como Año Trópico. Esto implica que si solo se mide el año con 365 días y no se realiza ninguna corrección, las fechas empiezan a desfasarse respecto al reloj astronómico.

Uno de los primeros intentos de abordar la cuestión de las horas, minutos y segundos adicionales se llevó a cabo durante la época de los romanos. No sin antes poner orden a un sistema muy caótico. El primer calendario romano era lunar y solo tenía diez meses, además de 61 días sin asignar. A Julio César le preocupaba este desorden y encargó diseñar un nuevo calendario que se sincronizase con las estaciones. Es decir, que la primavera, el verano, el otoño y el invierno comenzasen siempre en las mismas fechas.

En el Concilio de Nicea celebrado en el año 325 después de Cristo se estableció que el inicio de la estación primaveral fuese el 21 de marzo. Esta medida originó una reforma del calendario impulsado por Julio Cesar. Se propuso que cada cuatro años hubiese uno con 366 días, lo que bautizaron como bisiesto. El día que se añadió fue el 24 de febrero. El termino procede del latín bis sextus dies ante Kalendas Martias que significa «repetido dos veces el sexto día antes del uno de marzo». Esta solución corregía las cinco horas adicionales.

El sistema funcionó muy bien durante los primeros años, aunque que no tuvo en cuenta el desfase que generaban los minutos y segundos adicionales. Como consecuencia, la primavera comenzó a adelantarse a razón de un día cada 128 años.

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En 1582, la estación primaveral comenzó un 11 de marzo. Un problema que el papa Gregorio XIII se propuso solucionar creando una comisión del calendario, de la que formaron parte ilustres de la época como Cristóbal Clavio, un astrónomo que había sido propuesto por Galileo Galilei.

Tras escuchar a los científicos, Gregorio XIII tomó dos decisiones. Ordenó que ese mismo año, después del 4 de octubre no fuese el 5, sino el 15, robándole así diez días a la historia. Además, realizó una segunda reforma del calendario de tal modo que el día adicional sería el 29 de febrero y además dejarían de ser bisiestos los últimos años de siglo que no fuesen divisibles por 400. Con esta nueva modificación, el calendario gregoriano, que se usa prácticamente en todo el planeta, poco a poco va ajustándose a la duración exacta del Año Trópico.

Entre las celebridades que cumplen año este jueves 29 de febrero se encuentran el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el jugador del Barcelona, Ferrán Torres.

 


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