Uno de cada cinco adolescentes españoles va a desarrollar un trastorno mental
Sociedad
La enorme incidencia está muy vinculada con el abuso de pantallas, el consumo voraz de las redes sociales o el acceso precoz al porno violento
04 Mar 2024. Actualizado a las 17:13 h.
La mente de los adolescentes españoles está sufriendo un shock por la sobreexposición a la tecnología y el impacto constante, precoz y traumático de una avalancha de contenidos, imágenes y hábitos inadecuados para su edad y para un cerebro en pleno proceso de maduración.
El resultado de este veloz vuelco en los hábitos de la nueva generación es que uno de cada cinco chicos está comenzando a gestar lo que más pronto o más tarde va a desembocar en un diagnóstico de trastorno de la salud mental. Así lo explicó uno de los expertos españoles de referencia en esta área, el catedrático Celso Arango, en la sesión científica que impartió en la Real Academia Nacional de Medicina, y durante la que reclamó medidas urgentes para frenar esta deriva.
El jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y Adolescente en el madrileño Hospital Gregorio Marañón alertó de un rápido aumento de las patologías mentales entre los jóvenes españoles y atribuyó el fenómeno, principalmente, a los enormes, excesivos y acelerados cambios que se están produciendo en el día a día de esta generación, a cuyo ritmo y calado sus cerebros son incapaces de adaptarse con naturalidad.
La lista de agresiones al desarrollo psicológico adolescente la encabezarían la actual sobreexposición al móvil y las pantallas, con una media de cuatro horas diarias, el consumo «voraz» de las redes sociales y el cambio radical de relaciones sociales que han provocado o el acceso precoz y generalizado a contenidos inadecuados, como la pornografía o la violencia gratuita y explícita, elementos a los que se podría sumar el consumo de nuevas sustancias estupefacientes. Estos ingredientes de riesgo, además, se devoran cada vez en un mayor volumen y, lo que es más dañino, a velocidad de vértigo.
El choque psicológico está derivando en ansiedad, depresión y en trastornos adaptativos de todos tipo -reacciones exageradas, pensamientos negativos, cambios bruscos de conducta o comportamientos de riesgo- resultado de experiencias estresantes como visualizar agresiones sexuales o sufrir bullying o ciberacoso. Las cifras de crecimiento de los nuevos diagnósticos de trastorno mental juvenil son preocupantes, lo mismo que el alza de alguna de sus consecuencias más graves como los suicidios.
El aviso de las autolesiones
De hecho, este experto explicó que el cambio radical no solo afecta a los hábitos que generan el crecimiento de las patologías en adolescentes sino también a los síntomas con que se manifiestan los trastornos. Si lo normal hasta hace pocos años era que las alarmas se activasen ante situaciones de irritabilidad reiterada o de un claro empeoramiento del rendimiento en la escuela o el instituto, lo habitual hoy son las autolesiones (cortes, arañazos, pellizcos) o las ideaciones suicidas.
«Aunque estas acciones no respondan siempre al deseo de morir, sí que es una manera de suplir el dolor emocional con el dolor físico, porque mientras se están cortando físicamente se están olvidando de su dolor emocional, lo que para ellos es más llevadero», detalló Arango, que rechazó la emisión de producciones televisivas como la norteamericana Por trece razones, que idealizaba el suicidio y cuya emisión se siguió de un aumento fulminante de las autolisis.
El especialista lamentó que en una sociedad en los que el buen trabajo de sanitarios, investigadores e instituciones ha elevado las tasas de supervivencia ante enfermedades muy graves como el cáncer o el ictus la salud mental de la nueva generación siga justo el camino contrario.
Como conclusión a su análisis reclamó a las autoridades medidas concretas y urgentes para tratar de corregir lo que ya es un grave problema de salud, empezando por un aumento de la plantilla de especialistas en salud mental de la sanidad pública que acabe con las largas listas de espera. También pidió cuidados específicos para establecer «vínculos seguros» entre madre e hijo desde el embarazo y un papel activo de los colegios para evitar traumas como el acoso escolar o los abusos físicos y sexuales.