La Voz de Galicia

Álvaro, 23 años: «De mi familia de acogida aprendí la importancia de dar cariño»

Sociedad

fina ulloa Ourense / la voz

Cerca de 490 menores tutelados han pasado por el programa de Cruz Roja

10 Mar 2024. Actualizado a las 05:00 h.

Álvaro tiene 23 años y fue uno de los 485 niños que han pasado parte de su infancia en hogares ourensanos dentro del programa de acogida que gestiona Cruz Roja. Se trata de una alternativa de vida para los menores que, por su bienestar, no pueden seguir con sus familias biológicas y pasan a ser tutelados por la Xunta. El objetivo de este servicio es que los pequeños no tengan que vivir internados en un centro y puedan desarrollarse en un entorno de afecto y protección familiar. Desde el punto de vista legal, hoy este joven es una persona adulta, libre de hacer lo que le plazca y de vivir con quien quiera. Y precisamente por eso, cuenta, sigue en el que ha sido su hogar y el de su hermano pequeño durante la última década.

Álvaro tenía 12 años cuando salió de su casa. «No lo recuerdo como una separación traumática. Creo que en ese momento me dio igual. Me dijeron: ‘Hoy te vas de aquí’. Y yo dije ‘bueno’». Tras unos poco meses con una familia de Pontevedra y una semana en un centro de menores, llegó la oportunidad de un hogar dispuesto a acogerlos a los dos en Ourense. «Han sido muy valientes, la verdad. A mí también me gustaría acoger el día que tenga un hogar propio, pero no se si me atreveré a tanto», dice.

Como cualquier joven de su edad, Álvaro está deseando que llegue el momento de dar el paso a la vida autónoma —se tituló como técnico superior en Telecomunicaciones y ahora está estudiando a distancia el ciclo superior de Administrador de Sistemas y Redes—, pero matiza que ese anhelo no tiene nada que ver con el hecho de estar en un hogar de acogida. «Siempre me dicen que me puedo quedar hasta que quiera y yo estoy muy bien con ellos, pero ya es hora. Aspiro a independizarme, claro, y ojalá encuentre trabajo pronto cuando termine los estudios, aunque para mí siempre será mi otra familia y creo que siempre seguiré en contacto con ellos», asegura. Y es que Álvaro no reniega de su origen. De hecho mantiene contacto con sus padres biológicos y los visita de vez en cuando.

«Una de las cosas que tengo que agradecer a Jorge y Mónica (sus acogedores) es que me ayudaran a crecer con mi familia de verdad. Si he mejorado mi relación con ellos fue gracias precisamente a que me hicieron entender que era bueno tener ese contacto e hicieron lo posible porque así fuese», relata.

No es lo único por lo que se siente agradecido al matrimonio que construyó para él y su hermano ese hogar en el que sentirse seguros. «También les debo ser como soy hoy. Si no los hubiera encontrado, yo estaría encerrado en casa sin relacionarme con nadie. Yo era muy hermético, me comunicaba muy poco, casi nada. Ellos me ayudaron a hablar más las cosas y a expresarme mejor», dice este joven, que confiesa que le cuesta abrirse y confiar lo suficiente en la gente para contar lo que piensa o siente. «También me costó coger confianza con Jorge y Mónica, algo que no le pasaba a mi hermano, por ejemplo», añade.

También asegura que la experiencia vivida durante su infancia y adolescencia le valdrá cuando llegue el momento de ser padre: «Mi familia de acogida me enseñó lo que quiero trasladar a mis hijos. Si algo he aprendido es la importancia de dar cariño sobre todo», concluye Álvaro.

Durante el pasado año 41 hogares ourensanos acogieron a 62 menores que, para garantizar su propia seguridad y bienestar, han sido separados de su entorno natural. Actualmente la red de acogida en la provincia de Ourense está compuesta por 55 familias. Los grupos de hermanos suelen ser los que encuentran mayores dificultades para beneficiarse de esa opción de crianza. El objetivo es no separarlos así que a falta de hogares que puedan hacerse cargo de ellos, muchos se quedan ingresados en centros de menores.


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