La Voz de Galicia

Un hombre desahuciado con leucemia crónica mejora con un fármaco para la artritis y logra un trasplante de médula

Sociedad

E. Ortega murcia / efe

El paciente estaba en la unidad de cuidados paliativos y antes de recibir este tratamiento no estaba en condiciones de ser intervenido

30 Mar 2024. Actualizado a las 17:27 h.

Anakinra, un inhibidor biológico de uso hospitalario para el tratamiento de la artritis y otras enfermedades inflamatorias, ha permitido a José Francisco Marín, diagnosticado de leucemia crónica con una rara mutación, salir de la unidad de cuidados paliativos, donde había sido desahuciado, y hacer frente a un trasplante de médula ósea, que ha eliminado los signos de la enfermedad.

Dos equipos de investigación del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) han descubierto un tratamiento puente para mejorar las condiciones clínicas de pacientes con una leucemia rara y fenómenos inflamatorios, utilizando un fármaco para la artritis.

Marín, de 58 años, empezó en 2011 a sentir los primeros síntomas inflamatorios. Fue en 2020 cuando le diagnosticaron leucemia mielomonocítica crónica (CMML), una patología rara que puede asociarse a problemas inflamatorios o inmunes en muchos órganos y cuya única terapia curativa es el trasplante de médula ósea. En algunos casos el nivel de inflamación es tal que resulta tóxico, y el paciente llega en tan malas condiciones que hace inviable el trasplante.

«Todo comenzó con episodios repetidos de inflamación en las piernas. Yo iba al hospital y me trataban la inflamación, pero no se sabía por qué se producía, por lo que cada poco tiempo volvía a urgencias con nuevos episodios de inflamación en otras partes del cuerpo: pulmones, piel, testículos, ganglios linfáticos e incluso en la membrana que rodea el corazón«, ha explicado José Francisco en una entrevista con Efe.

Fue en el 2014 cuando tuvo que ser ingresado por primera vez en el hospital Morales Meseguer de Murcia al sufrir una inflamación en el bazo, fiebre y pérdida de peso, y ahí empezó su periplo por las distintas unidades del centro sanitario a la búsqueda del origen de su sintomatología.

»Pasé primero por la unidad de Enfermedades Infecciosas y de ahí me derivaron a Hematología y Medicina Interna, pero no daban con lo que tenía«, ha señalado este hombre, que en el proceso perdió a su mujer y a su padre a consecuencia del cáncer.

 Un nuevo ingreso en el 2019 debido a una inflamación en el pericardio que le provocó un fallo en el lado derecho del corazón le llevó a conocer, un año después, a la doctora Francisca Ferrer, hematóloga en el hospital Morales Meseguer de Murcia, que lidera un equipo de trabajo en el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB).

 «El 18 de julio del 2020, tras muchas pruebas, me diagnosticaron leucemia crónica con una mutación en la proteína KRAS. En plena pandemia y con un colapso como el que había no podían hacerme el trasplante, a lo que se sumaba la pericarditis», ha comentado José Francisco.

Tras comprobar que los tratamientos tradicionales no funcionaban con este paciente, la doctora Ferrer decidió buscar otras alternativas: «Fue un reto terapéutico: solo cabía el trasplante de médula y para hacerlo el paciente debía estar en condiciones adecuadas para afrontarlo».

Anakinra bloquea la acción de un tipo de citocina que se emplea en el tratamiento de patologías autoinmunes y autoinflamatorias, pero hasta ahora, no se había empleado en pacientes con leucemias. La hematóloga pensó en este fármaco porque recientes estudios ex vivo, es decir, fuera del cuerpo humano, sugerían que podía ser útil en leucemias con mutación en el gen KRAS.

Además, ha demostrado beneficios en pacientes con pericarditis resistentes a otros tratamientos, como este caso, y »no había otras opciones«, ha confesado la doctora Ferrer.

 Pero antes había que demostrar que el paciente tenía activada la vía sobre la que actúa Anakinra y el equipo de la doctora Ferrer se puso en contacto con el grupo del IMIB especializado en inflamación, dirigido por Pablo Pelegrin, que concluyó que, como consecuencia de la mutación genética, una vía inflamatoria que en condiciones normales solo se activa ante determinados estímulos, como infecciones o señales moleculares de peligro estaba siempre activa.

 El descubrimiento de la sobreactivación de esa vía permitió a los investigadores aplicar un tratamiento específico, basado en el bloqueo de la molécula inflamatoria llamada interleucina-1, consiguiendo que el paciente, que había sido desahuciado y derivado a cuidados paliativos, mejorara progresivamente y pudiera someterse al trasplante.

 El trasplante se hizo en agosto del 2021. El donante fue el hermano de José Francisco, de quien extrajeron células madre de la médula ósea. «Cuando me introdujeron las células madre sentí una sensación de ahogo la primera vez, que fue más liviana la segunda», ha explicado José Francisco, que tras el trasplante tuvo que permanecer 51 días en el hospital «porque estaba sin defensas».

 Para validar el descubrimiento, los investigadores del IMIB, en colaboración con el Grupo Español de Biología Molecular en Hematología recogieron muestras de pacientes con la misma leucemia y tipo de mutación.

 Con la colaboración del Instituto para la investigación de la Leucemia Josep Carreras, el Instituto Catalán de Oncología, la Universidad de Salamanca, el Hospital del Mar o La Fe de Valencia, entre otros, consiguieron reproducir los resultados obtenidos en el paciente murciano y encontrar una «firma inflamatoria específica para esta leucemia-mutación», y abrir así nuevas oportunidades terapéuticas en esta enfermedad mortal.

 Han pasado dos años y medio desde que José Francisco se sometiese a este procedimiento y el paciente está vivo y sin signos de la enfermedad. Ahora intenta hacer una vida normal. «Lo importante es verme en casa, no en el hospital, aunque tengo que ir a mis revisiones, y poder hacer pequeñas cosas como prepararme la comida que me apetece, o ver a mis seres queridos», ha dicho José Francisco.

 Para este antiguo trabajador de una empresa de recursos humanos, «lo más duro ha sido el aislamiento durante todo el proceso. He pasado mucho tiempo solo en el hospital y tras el trasplante también. Todavía voy con mascarilla cuando salgo a la calle o a sitios cerrados donde hay mucha gente».


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