Los 50 violadores de Gisèle Pelicot, hombres corrientes con mujeres e hijos
Sociedad
Tenían una vida estructurada dentro de la sociedad y no se sospechaba de sus actos abominables
23 Sep 2024. Actualizado a las 12:02 h.
Los medios franceses los han bautizado como «los cincuenta». Son los acusados en el juicio del caso de Gisèle Pelicot, la mujer francesa violada por 83 hombres durante casi una década a instancias de su marido, Dominique Pelicot, que la drogaba y la adormecía. Los investigadores identificaron a 50 de ellos gracias a los 20.000 vídeos y fotos que tomó y almacenó en su ordenador el principal instigador de esta trama mayúscula de violencia machista. Comparecen desde principios de septiembre en el Tribunal de Aviñón, donde podrían condenarlos a una pena de 20 años de prisión.
Muchos de ellos no tenían antecedentes penales antes de violar a Gisèle, de 71 años. Por consiguiente, están en libertad y comparecen por su cuenta en las audiencias. Allí llegan encapuchados, con mascarilla y gafas de sol. Algunas personas del público -las mismas que aplauden a la víctima cuando acude al Tribunal- los abuchean. Incluso hubo algún rifirrafe esta semana entre alguno de esos acusados y militantes feministas en el recinto judicial de esa localidad del sudeste de Francia.
No se han difundido imágenes de ellos, porque está prohibido en Francia grabar y tomar fotos dentro de las salas de audiencia. Esa norma se debe al respeto de la presunción de inocencia. El tabloide británico Daily Mail publicó un montaje con fotografías de las caras de los cincuenta acusados, cuya difusión ha sido prohibida en Francia. Además, colectivos feministas, como las Amazones u Osez le féminisme, difundieron los nombres y apellidos y las imágenes de esos 50 hombres. Abogados de la defensa anunciaron que denunciarán este tipo de prácticas.
Una militante feminista dijo al diario 20 Minutes que compartió esas imágenes de los supuestos violadores «porque quería mostrar que se trata de hombres cualesquiera». Su perfil destaca por ser aparentemente personas ordinarias. Tenían entre 26 y 73 años -la edad media es de 46-, la mayoría de ellos con trabajo, mujer e hijos. La pareja de uno de ellos estaba embarazada cuando lo arrestaron en 2021. Casi todos ellos nacieron en Francia. Y ejercían todo tipo de profesiones, como bombero, militar, enfermero, periodista o guardia de prisiones. Solo compartían dos mínimos comunes denominadores: eran hombres y vivían en el área geográfica de la pequeña localidad de Mazan, donde estaba el domicilio de los Pelicot en que cometieron esos actos atroces.
«Estos acusados ilustran el mensaje que las feministas vehiculan desde hace años: no hay perfil de un violador. El hombre violento no es un monstruo, el elemento perturbador exterior que alteraría la paz en las casas y la sociedad», explica la ensayista feminista Rose Lamy, autora del libro En bons pères de famille, en una entrevista para France Info. Las feministas ven en este proceso una oportunidad para contestar a la «cultura de la violación». Confían en que suponga un antes y un después en Francia, como sucedió en España con el caso de la Manada.
De los 50 acusados, solo 15 de ellos reconocen su culpabilidad y los delitos cometidos. Lionel R., de 43 años y que trabajaba como vendedor en un supermercado en el momento de los hechos, fue el primero de ellos en comparecer en el juicio. Habló de una «violación involuntaria» y eso que reconoció que Dominique le había dicho que su mujer estaría dormida «y habría tomado comprimidos (ansiolíticos)». Didier S., otro de ellos y que se presentó como bisexual, había utilizado exactamente la misma expresión cuando lo interrogó la policía.
«Puede hacer con ella lo que quiera»
Dominique Pelicot los contactaba a través de una página de libertinaje, prohibida hace unos meses, llamada Coco.fr. Para muchos de ellos, la presencia del entonces marido de Gisèle -culminaron su divorcio en agosto- era sinónimo del consentimiento de la víctima. Redouane E., enfermero, dijo que no entiende por qué lo tratan como un criminal, puesto que Dominique «le había ofrecido» su esposa. «Es su mujer. Puede hacer con ella lo que quiere», aseguró Simon M. a los investigadores. «Estos acusados no se hubieran defendido con estos argumentos si no estuvieran convencidos culturalmente de que disponen de un derecho sobre el cuerpo de las mujeres», advirtió la feminista Lamy.
Once de los supuestos violadores tenían antecedentes penales. Por ejemplo, Vincent C. ya había sido condenado por violencia machista. O el franco-marroquí Mohamed R, de 70 años, encarcelado por haber violado a su hija menor de 15 años. Uno de los casos más extremos fue el de Romain V., quien nació fruto de la violación que su madre sufrió por parte de su abuelo. Aunque tenía el sida, ese hombre, de 63 años, penetró en seis ocasiones a Gisèle. Y lo hizo sin preservativo, una irresponsabilidad compartida por todos ellos. Afortunadamente, no hubo ninguna transmisión de enfermedades sexuales.
Otro de los agresores que actuó con mayor perversión se trata de Christian L., de 55 años, quien participó en cada una de las violaciones con su uniforme de bombero. Cuando registraron su ordenador, encontraron más de 700 imágenes de carácter pedófilo. Incluso descubrieron una conversación en que le proponía a otro hombre que sedara a su hija de 15 años para que él la violara. Cuando lo detuvieron, les dijo a sus padres que era víctima de «una caza de brujas» y «que no se trataba del caso del siglo». Todo un ejemplo de la impunidad y de la banalidad del mal con la que actuaban.
200 intelectuales denuncian que la violencia machista es sistemática en Francia
El caso Pelicot que se está juzgando en Aviñón ha llevado a 200 hombres conocidos por ser personalidades sobre todo del mundo del espectáculo y de la cultura a reclamar el reconocimiento de que «la violencia masculina es una realidad sistemática» y hay que actuar para que eso cambie.
En un artículo colgado este sábado en la página del diario Libération, esos 200 firmantes insisten en que ese caso «nos ha probado que la violencia masculina no es un asunto de monstruos, sino de hombres corrientes».
El escritor Gaël Faye, el actor Gilles Lellouche, el humorista Guillaume Meurice o el chef Juan Arbeláez, que figuran entre los que suscriben el manifiesto, afirman que hay que partir del reconocimiento del carácter «sistémico» de la violencia contra las mujeres y de la responsabilidad de todos los hombres. La razón —según su argumentación— es que «todos los hombres, sin excepción, se benefician de un sistema que domina a las mujeres». A su juicio, los varones tienen que dejar de afirmar que no todos se comportan así y, sobre todo, dejar de «considerar que el cuerpo de las mujeres es un cuerpo a disposición».
«Asegurémonos siempre —afirman? del consentimiento de nuestras parejas, dejemos de considerarlo como un obstáculo y más bien como la base necesaria de nuestras relaciones». También piden que los hombres dejen de «perpetuar los clubes de hombres» y de proteger a otros.