La dieta atlántica consume 15 veces menos agua que una rica en ultraprocesados
Sociedad
Es una de las más ecológicas del planeta, porque también genera cinco veces menos emisiones de CO2 que una nórdica
26 Nov 2024. Actualizado a las 17:02 h.
A día de hoy quedan pocas dudas de que la dieta atlántica, rica en consumo de pescados, frutas, legumbres y aceite de oliva, es una de las más saludables. Pero no solo para las personas, sino también para el planeta. Es, junto con la mediterránea y la japonesa, la más respetuosa con el medio ambiente y la que menos impacto genera.
Los datos así lo demuestran. Su huella hídrica y de carbono es menor que la media y mucho más pequeña que las ricas en ultraprocesados. O, lo que es lo mismo, en la producción, elaboración y procesado de los alimentos que constituyen la base de esta dieta se genera menos dióxido de carbono y menos consumo de agua. Es lo que han comprobado los estudios realizados por el equipo del catedrático de Ingeniería Química de la Universidade de Santiago Gumersindo Feijoo. Investigaciones que este martes expondrá en las Xornadas Luis Asorey que organiza en Lugo la Real Academia Galega de Ciencias (RAGC) y la Diputación de Lugo en colaboración con el Campus Terra de la USC.
Pero, cómo se compara la huella ambiental de las dietas. Lo primero que se tiene en cuenta son las necesidades energéticas que tiene cada persona al día, que la FAO ha fijado entre 2.100 y 2.500 calorías. A partir de ahí se determinan los alimentos correspondientes a cada dieta para poder satisfacerla. Y luego se estima, por un lado, la huella de carbono, el equivalente en dióxido de carbono que se genera por persona y día en la producción, elaboración, procesado y transporte de estos alimentos, y, por otro, el agua que se precisa para este mismo proceso.
Así las cosas, con la dieta atlántica se generan entre 2 y 3 kilos de dióxido de carbono por persona y día entre, frente a, por ejemplo, los 10 y 12 que se producen en un régimen calórico propio de los países nórdicos. «Es una huella de carbono entre cuatro y cinco veces superior que la gallega», valora Gumersindo Feijoo.
Una dieta media se asocia con entre 4 y 5 kilos de dióxido de carbono por persona y día, el doble que la gallega.
Sin ultraprocesados
Si la comparación se realiza atendiendo a la huella hídrica, las cifras son aún más llamativas. Las necesidades de agua para satisfacer las necesidades energéticas de cada gallego que sigue la dieta atlántica son de 400 litros por persona y día, frente a los entre 5.000 y 6.000 litros que se emplean en un régimen supercalórico habitual entre los ciudadanos de Estados Unidos. Es entre 12 y 15 veces más. «Son dietas en las que se utilizan muchos ultraprocesados, que es algo que dispara el consumo de agua», sostiene Feijoo.
La media de la huella hídrica de las dietas es de 1.200 litros por persona y día, tres veces menos que la atlántica.
«España es uno de los pocos países que puede presumir de tener dos dietas que son respetuosas con el medio ambiente, la atlántica y la mediterránea», destaca el catedrático de Ingeniería Química y vicerrector de Transformación Digital e Innovación de la Universidade de Santiago.
¿Cuál es el secreto medioambiental de la dieta atlántica? Gumersindo Feijoo apunta a tres factores: «la temporalidad, la proximidad y la cultura gastronómica, la forma en la que cocinamos los alimentos».
En este esquema el consumo de pescado, que se realiza entre tres y cuatro veces a la semana, es un factor clave. Aquí entra en juego la temporalidad, porque «el pescado que comemos en enero no es el mismo que comemos en junio. Es decir, nos adaptamos a la temporalidad. Este es un elemento muy, muy importante para que nos dé una huella de carbono baja», apunta el experto. Y lo mismo ocurre con la fruta y otros productos.
El segundo ingrediente es una dieta pegada al territorio. O, lo que es lo mismo, la mayor parte de los alimentos que integran la dieta se producen en el territorio o en sus proximidades, por lo que su producción y transporte genera menos dióxido de carbono.
El tercer factor se refiere a nuestra cultura gastronómica, la forma en cómo cocinamos los alimentos. «No somos un país de abusar de las salsas. Utilizamos aceite de oliva, cebolla y poco más, con lo cual no utilizamos productos que un mayor número de emisiones», ratifica el investigador de la USC.
De lo que tampoco hay dudas es de que la dieta atlántica es también de las más saludables. «Desde el punto de vista nutricional —advierte Feijoo—, una dieta equilibrada como la atlántica presenta múltiples beneficios para nuestra salud, ya que ayuda a mitigar y reducir el impacto negativo de diversas enfermedades. Pero este beneficio personal también se extiende al cuidado del planeta».