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Dos huellas revelan la primera prueba de la convivencia de dos especies humanas, en el Pleistoceno

Sociedad

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Las pisadas, descubiertas en un yacimiento de Kenia, han demostrado que el «Homo erectus» y el «Parnthropus boisei» coexistieron hace 1,5 millones de años

29 Nov 2024. Actualizado a las 08:17 h.

Unas huellas descubiertas en el 2021 en el yacimiento Koobi Fora (Kenia) han demostrado que al menos dos especies de homínidos, Homo erectus y Paranthropus boisei, cohabitaron, hace aproximadamente 1,5 millones de años, en una calurosa sabana repleta de vida salvaje junto a la orilla de lo que luego sería el lago Turkana.

El hallazgo, recogido este jueves en la revista Science, aporta pruebas físicas de que dos linajes de homínidos se cruzaron en esa región, probablemente mientras buscaban alimento, algo que, hasta ahora, solo se había podido deducir a través del análisis de fósiles procedentes de yacimientos distintos.

La información sobre la marcha y la postura obtenida a través del estudio de las huellas ha mostrado que se está ante la primera prueba conocida de dos patrones diferentes de pisar la misma superficie, que se corresponden con las dos especies humanas vivas más comunes del Pleistoceno: Homo erectus y Paranthropus boisei.

«Las dos especies habrían coincidido en el tiempo y en el espacio, a medida que eludían a los depredadores y superaban el reto de conseguir alimentos de forma segura en las sabanas africanas», ha señalado uno de los autores Craig Feibel, antropólogo en la universidad estadounidense de Rutgers.

Feibel, que lleva investigando esta zona del Norte de Kenia rica en fósiles desde 1981, ha aplicado las últimas tecnologías de análisis de estratos geológicos y datación para concluir que las huellas son de hace 1,5 millones de años. Los estudios de la geología de la superficie donde fueron hallados indican que apenas pudieron mediar unas horas entre unas y otras pisadas en los mismos sedimentos. «Si los homínidos no se cruzaron, atravesaron el mismo lugar con pocas horas de diferencia», señala el investigador en un comunicado de la universidad.

Las huellas, claves para comprender la evolución

Actualmente, las huellas fósiles están revelando detalles muy trascendentales de la evolución, anatomía, movilidad, comportamiento y entornos humanos en la antigüedad.

«A través de las huellas podemos ver cómo individuos de hace millones de años se movían por sus entornos e interactuaban entre sí y con otros animales, que es algo que no habíamos podido saber a través de restos óseos o herramientas de piedra», señala otro de los autores, Kevin Hatala, biólogo de Universidad de Chatham en Pittsburgh, Pensilvania.

Hatala descubrió, mediante la recreación en tres dimensiones, que las huellas de las especies reflejaban diferentes patrones de anatomía y locomoción. Los investigadores hallaron las huellas fósiles en el 2021, durante un trabajo de campo organizado por la paleontóloga y antropóloga keniana, Louise Leakey, tercera generación de una gran saga familiar que estudia los orígenes de la humanidad: es hija de Richard Leakey; hijo, a su vez, de Louis Leakey.

El equipo de campo, dirigido por Cyprian Nyete, estuvo formado principalmente por un grupo de kenianos altamente cualificados que viven en la zona y rastrean el paisaje después de fuertes lluvias. Tras uno de estos episodios observaron fósiles en la superficie y estuvieron excavando para tratar de encontrar el origen.

Mientras limpiaba la capa superior de un lecho, Richard Loki, uno de los excavadores, observó unas huellas gigantes de ave y, a continuación, divisó la primera huella de homínido; lo que les llevó a seguir excavando a unos trabajos de campo que se alargaron hasta el 2022. Según los autores, este hallazgo ayudará a comprender la evolución humana y los papeles de la cooperación y la competición en la configuración de nuestro viaje evolutivo.

«El artículo me parece muy interesante en dos aspectos diferentes. Demuestra la simpatría de dos especies de homínidos que viven en la misma área y se encuentran, e indica que una de ellas (P. boisei) tenía un dedo gordo del pie más móvil y divergente, es decir, un bipedismo más primitivo y menos eficiente, que la otra (H. erectus), que estaba mejor diseñada para caminar y correr largas distancias”, indica el paleontólogo Juan Luis Arsuaga en una reacción al estudio recogida por Science Media Center España.


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