Así empeora la salud mental el consumo de porno
Sociedad
El factor adictivo de las páginas web de sexo
07 Dec 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Lo de la pornografía y la salud mental es, valga la expresión, la pescadilla que se muerde la cola. Las personas con peor salud mental suelen ser más propensas a su consumo y cuanto más recurren a ella más aún se agravan sus síntomas. Un nuevo estudio recién publicado en Nature Human Behaviour ha puesto de manifiesto que la relación entre bienestar emocional y navegación web es causal y bidireccional. Porque lo del porno no es único. Lo que ocurre con este tipo de contenidos se da también en otros ámbitos del comportamiento humano, como el de la violencia, cuyas semillas, como dejó escrito el reconocido psiquiatra Luis Rojas Marcos, crecen allá donde encuentran el terreno mejor abonado.
«Nuestros resultados demuestran que navegar por contenido con valencia negativa [léase pornografía y violencia] no solo refleja el estado de ánimo de una persona, sino que también puede empeorarlo de manera significativa. Este tipo de actividad genera un ciclo de retroalimentación que puede perpetuar los problemas de salud mental a lo largo del tiempo». Lo dice la profesora Tali Sharot, coautora del trabajo y profesora de la Facultad de Psicología y Ciencias del Lenguaje de Londres.
El psicólogo Alejandro Villena, autor del libro ¿Por qué no? Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía, lo confirma. «Los estudios concluyen que la pornografía favorece la ansiedad y dificulta la capacidad para regular las emociones», explica. El daño es mayor cuanto menor es la edad del consumidor. «A los adolescentes —añade el sexólogo— puede afectarles en su rendimiento cognitivo, su aprovechamiento académico, el sueño y la capacidad de atención y memoria». Una vez más, la evidencia científica recuerda los riesgos de la tecnología y la necesidad de que se use con cabeza.
El último estudio sobre la cuestión, el que se recoge en Nature, se realizó con más de mil voluntarios, que compartieron con los investigadores su historial de navegación web y después respondieron a un cuestionario con preguntas sobre salud mental. Al principio, los científicos analizaron solo el impacto emocional de las páginas visitadas.
Aun así, vuelven
Fue entonces cuando descubrieron que en los participantes con peor estado de ánimo y síntomas previos de patología mental este tipo de actividad genera un ciclo de retroalimentación que puede perpetuar los problemas de salud mental a lo largo del tiempo y que eran más propensos a elegir los rincones virtuales más oscuros. Cuando terminaban de navegar se sentían más tristes, en general, bastante peor.
Llegados a este punto, los responsables del trabajo decidieron dar a su proyecto una vuelta de tuerca. Manipularon aleatoriamente los sitios web elegidos por los voluntarios de manera que algunos llegaran a lo que buscaban y otros acabaran viendo páginas con un contenido más neutral. El estado de ánimo, en este caso, decayó o era peor solo entre los miembros del grupo que había visitado las páginas más eróticas y truculentas. Quedaba demostrado el efecto causal.
La tercera parte del experimento consistió en invitar a los voluntarios a navegar por donde quisieran. Ahí fue donde se vio el efecto adicción que genera este tipo de contenidos. Los que habían visitado previamente páginas con contenidos negativos eligieron seguir haciéndolo, a pesar del daño mental que les generaba. Querían más.
Ha habido muchos estudios sobre el impacto psicológico del consumo de páginas con violencia física y sexual. La mayoría de ellos se centraban, sin embargo, en el tiempo dedicado a estas páginas, el que se empleaba de forma global ante la pantalla o la frecuencia de utilización de las redes sociales. Sin embargo, este es muy posiblemente el primero que evidencia el impacto emocional del consumo de este tipo de páginas. «Estamos acostumbrados a ver etiquetas sobre el contenido de los alimentos que compramos. Contienen información nutricional sobre azúcar, calorías, proteínas y vitaminas que nos ayudan a tomar decisiones informadas sobre lo que comemos. Debería aplicarse un enfoque similar a los contenidos en línea para empoderar a las personas a tomar decisiones más saludables», argumentó Tali Sharot.
Investigaciones anteriores hablan de que el consumo a largo plazo de pornografía favorece la depresión y genera dificultades para conseguir erecciones o alcanzar el orgasmo.