La Voz de Galicia

Los furanchos abren la temporada en la Ribeira Sacra: «Veñen grupos de Asturias por beber o viño da casa»

Agricultura

LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ
El furancho San Mamed, en una foto de archivo, abre este año el sábado 2 de marzo

Pantón prepara la segunda ordenanza en la zona que regula la venta de excedentes de cosecha propia

29 Feb 2024. Actualizado a las 09:05 h.

Una rama de laurel colgada a la puerta de las bodegas anunciaba tradicionalmente en la costa de Pontevedra al llegar marzo que el vino de la última vendimia se despachaba a pie de cuba. Fue el origen de los populares furanchos, garajes, bajos o galpones que parte del año se convierten en improvisadas casas de comidas para dar salida a los excedentes del vino de cosecha propia. La moda se extendió en el 2022 a la Ribeira Sacra, con la apertura del primer negocio de esas características en la aldea de Trasmonte, en A Pobra do Brollón. En los límites de ese municipio con Monforte, en el lugar de Salgueiros, funciona desde el pasado año un segundo furancho que inaugurará este sábado la temporada.

«O primeiro ano foi un éxito, a verdade é que non contábamos ter tanta xente. Tamén de fóra. De Valdoviño non sei a xente que pasou por aquí», dice José Aira, del furancho San Mamed, el primero que abrirá. Pepe do Bato, apelativo por el que lo conocen los vecinos, se cura en salud ante la previsible afluencia de clientes. En la casa mataron este invierno seis cerdos para disponer de embutidos y jamón casero. Los vinos, según cuenta, «saíron excelentes, mellor do que podía pensar como viña a vendima».

San Mamed es el nombre del vino que comercializaba este bodeguero dentro de la denominación de origen Ribeira Sacra antes de jubilarse. Desde entonces vendió la mayor parte de las viñas que cultivaba en la ribera de Val do Frade, en Vilachá de Salvadur. Solo conserva una de esas parcelas en bancales sobre el Sil, que produce entre 3.500 y 4.000 kilos de uva por vendimia. Demasiada cantidad solo «para o gasto da casa», por muy bueno que salga el vino.

 

Eran otros tiempos

La mujer del bodeguero atiende la cocina del furancho y él ejerce de sumiller a su manera. «O que lles digo aos clientes é que o viño ten que estar bo porque tamén o bebo eu», explica con sorna. El vino pasa de la cuba a la jarra, como manda la ordenanza municipal, y cada litro cuesta seis euros. En los tiempos que corren, es una rentabilidad de la que pueden presumir pocos elaboradores dentro de la denominación. «Co viño etiquetado collín anos bos. Repartía por toda Galicia coa furgoneta e dáballe saída á colleita. Algún pufo levei, pero cobrei practicamente todo. Polo que din, hoxe costa máis vender e os prezos andan á baixa», comenta Aira. El actual contexto del sector podría animar a otros municipios a regular esta actividad para evitar el abandono de viñedo. De momento, Pantón se puso manos a la faena.

La normativa aprobada por la Xunta de Galicia que sirve de referencia a los reglamentos municipales establece que los furanchos podrán abrir tres meses al año, entre el 1 de diciembre y el 30 de junio. La campaña puede prolongarse un mes más, pero nunca más allá del 30 de julio. Marzo, para el vino, es una referencia. Por mucho que los inviernos no sean «como antes», a estas alturas el frío ya afinó en las bodegas el paladar y los aromas de los tintos. En Trasmonte, el furancho  O Currio, pionero en la Ribeira Sacra, también se dispone abrir, aunque lo hará en la segunda quincena de marzo.

Pedro Pérez, a la izquierda, en la inauguración del furancho de O CurrioCEDIDA

«O viño valer xa vale, pero imos esperar a que chegue a Semana Santa», dice el anfitrión, Pedro Pérez. Estos días aguarda que la lluvia conceda una tregua para acabar la poda de sus viñas de la ribera de O Eivedo, en A Pobra do Brollón. Él se encarga de la viticultura, de la elaboración del vino y de preparar las tapas de furancho, mientras que la familia y los amigos le echan una mano con las redes sociales, el boca a boca de los tiempos actuales. «Levo dous anos e a cousa cada vez vai mellor. O que máis me chama a atención son os grupos de fóra. Veñen da costa de Lugo e ata de Asturias, por beber o viño da casa», apunta.

Una alternativa para cosecheros con problemas para vender la uva

«Os furanchos poden axudar a que o pequeno viticultor siga coas viñas», declaraba el alcalde de A Pobra do Brollón, José Luis Maceda, cuando en enero del 2022 se aprobó la ordenanza municipal. Desde entonces, la demanda de uva por parte de las mayores bodegas de la denominación cayó en picado. Y las expectativas a corto plazo no son buenas. El grupo del BNG en Pantón —formación política a la que pertenece Maceda— presentó en noviembre una propuesta para regular la venta de excedentes de vino con arreglo a la normativa de la Xunta sobre ese tipo de negocios. La moción fue aprobada por unanimidad. «Hai que darlle unha saída a xente que pode ter dificultades para vender a uva», señala la concejala nacionalista Rosana Prieto. El alcalde de Pantón, José Luis Álvarez, del Partido Popular, confirma que trabajan en la redacción de una ordenanza, tal y como acordó el pleno, aunque se muestra escéptico sobre el eco que pueda despertar esta iniciativa. «Non lle vexo gran futuro —opina—, a xente non pregunta por iso no Concello».


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