Desmontando mitos sobre el mildiu, el patógeno que aterroriza al viñedo
Agricultura
La plaga vitícola ataca este año con especial intensidad y en Areeiro recuerdan que ni se deben usar siempre los mismos productos, ni se debe tratar la viña por calendario
07 Jul 2024. Actualizado a las 12:45 h.
Galicia es una tierra en la que los hongos campan a sus anchas. Lo saben bien los viticultores, que todos los años tienen que combatir al temido mildiu, que les obliga a estar vigilantes de sus viñas a riesgo de perder por completo la cosecha. La incidencia de este patógeno está siendo, este año, excepcional. Pues los técnicos detectaron la presencia de la plaga incluso antes de que el viñedo brotara. Pero es que, según explica Rosa Pérez, técnica responsable de las alertas fitosanitarias en la Estación Fitopatolóxica de Areeiro, las reglas del juego están cambiando y mucho de lo que se sabía de la incidencia de esta enfermedad ya no es exactamente así. «Antes había la regla de los tres dieces. Para que hubiera mildiu tenía que haber diez centímetros de brote, diez grados de temperatura y diez litros por metros cuadrado de lluvia. Esta norma ya no se puede aplicar», asegura.
¿Por qué hay este año tanto mildiu?
«Porque este otoño invierno ha sido cálido y húmedo», asegura Pérez. No hubo días de heladas y, por eso, a finales de febrero en la estación detectaron ya los primeros esporangios de mildiu. «Eso quiere decir que no solo había presencia del mildiu si no que en el ambiente ya estaba la fuente contaminante», asegura. Entonces, la viña todavía no había brotado, de ahí que no pudiera producirse contagio. Pero sí que obligó a los viticultores a estar pendientes y empezar a tratar en cuanto los primeros brotes tuvieron el tamaño adecuado. Esta sí que es una teoría que se cumple, añade Pérez, «la de que los inviernos suaves y húmedos favorecen el mildiu».
¿Es posible aplicar tratamientos este año, que no para de llover?
La lluvia no ha dado ni un respiro a los viticultores este año, muchos de los cuales se las ven y se las desean para aplicar los tratamientos. Porque, al llover seguido, no hay margen para que el viñedo seque. «Nosotros recomendamos aprovechar los claros para tratar, pero está claro que el viñedo no ha secado. Es imposible que lo haga con una humedad relativa del 90 %. Incluso cuando no llueve la humedad nunca bajó del 80 % Algunos viticultores utilizan los atomizadores de sus ventiladores, como si provocasen aire, para secar el viñedo», asegura.
¿De qué deben estar pendientes los viticultores?
«Cuando deje de llover, lo más importante es la temperatura nocturna», asegura Pérez. Lleva años estudiando el mildiu y tiene comprobado que «cuando de noche hay entre once y doce grados hay que estar atentos. Cuando llega a trece, rezar, y por encima de 14 ya es un sálvese quien pueda», explica. Otra cuestión que hay que tener en cuenta es comprobar si los tratamientos fueron eficaces. «Hay gente que dice ya estoy cubierta, pero puede haber fallos. Y si se deja sin cubrir una parte de la finca, el mildiu se reproduce», asegura. También aconseja seguir de cerca los avisos fitosanitarios que se lanza periódicamente desde la Estación Fitopatolóxica de Areeiro.
¿Cómo y qué productos fitosanitarios se deben aplicar?
Pérez reconoce que, uno de los principales problemas que se encuentran los viticultores a la hora de aplicar los tratamientos, es que no encuentran un asesoramiento adecuado. «No hay que tratar siempre con los productos con el mismo modo de acción. Tenemos que hablar de materias activas, no de casas comerciales. Si traté con un producto que actúa sobre las esporas del hongo, el siguiente deberá hacerlo sobre el núcleo», cuenta. Para ello, anima a los viticultores a consultar el Vademécum Online. Todos los fungicidas incorporan un código FRAC, pues el viticultor deberá buscar otro producto con un código diferente al que ha aplicado, «de esa manera haremos una combinación que puede acabar con la resistencias de la enfermedad», afirma. Lo que no se puede hacer, de ninguna manera, es mezclar productos de diferentes casas comerciales, «porque puedes estar reduciendo su eficacia», explica. En este sentido, añade que haría falta mucha más formación e información «y voluntad para cambiar la forma de trabajar».
¿Qué otras prácticas se pueden hacer para combatir la enfermedad?
«En casa, los hongos salen en el baño y ¿qué hacemos para combatirlos? Ventilar y airear. Pues aquí es lo mismo», asegura. Hay que estar pendiente de las cubiertas vegetales, para que estén segadas y no alcancen la viña. Y tener en cuenta que, ahora que llega el calor, la humedad del suelo se irá evaporando, por lo que aunque no llueva seguirán dándose condiciones para el mildiu. También aconseja, donde haya un exceso de vegetación, despuntar las ramas desbocadas.
¿Cómo y cuándo se debe tratar?
Es la pregunta del millón de dólares. «Hay que tratar cuando sea necesario, cuando se vea que los tratamientos no fueron eficaces y cuando han pasado muchos días de lluvia, porque cada día de lluvia supone la pérdida de un día del período de protección», explica. «Y hay que tratar sin prisa, mojando bien el viñedo», añade.
¿Qué pasa si no se controla la enfermedad?
La principal consecuencia es que, si no se controla, se puede perder el 100 % de la cosecha. Provoca debilidad en el viñedo y afecta a todas las partes verdes. Eso también puede provocar la llegada de otros patógenos.
¿Existe afectación de un año para otro?
«El mildiu se conserva en las hojas que caen al suelo y puede permanecer allí hasta cuatro años, por eso lo ideal sería que hubiera un método de destrucción de un año para otro», explica. Ella recomienda aplicar un tratamiento al terminar la vendimia, para reducir su presencia, «y lo ideal sería soplar las hojas y retirarlas pero ese sería una tarea irrealizable», reconoce.
¿Son efectivos los modelos matemáticos para prevenir esta enfermedad?
Uno de los objetivos de los viticultores es el de intentar maximizar el efecto de los tratamientos para así poder dar las menores dosis posibles. Y, con ese objetivo, se han desarrollado numerosos proyectos de investigación que buscan elaborar modelos matemáticos que permitan definir cuándo va a haber un ataque de mildiu. «Incluso las personas que desarrollan esos modelos saben que la visita al campo es fundamental. Estas son herramientas de apoyo, pero la Inteligencia Artificial en esto no va a sustituir al viticultor», explica Pérez. Esos modelos funcionan en base a datos como la climatología y el estado fenológico de la planta, y este no es igual en todas las zonas de la parcela. «En una esquina puede haber unas condiciones medioambientales diferentes y ahí sí puede haber un ataque. Los modelos ayudan, pero las personas tienen que seguir visitando al viñedo», añade.