La sequía duplica el precio de la paja de cereal y obliga a buscar alternativas
Ganadería
Algunas granjas han comenzado a recurrir a la cáscara de pino o serrado de madera para las camas de la recría
11 Jul 2023. Actualizado a las 20:39 h.
Castilla y León se enfrenta a la peor cosecha cerealística de los últimos 40 años. Es la consecuencia de una larga sequía que reducirá, en el mejor de los casos, el volumen de producción de trigo y cebada en más de un 40 % en comparación con la cosecha del año pasado. Aunque no se prevé que esto tenga consecuencias sobre el precio de los piensos —la mayor parte del cereal empleado en su fabricación procede de Ucrania o América, donde las cosechas son buenas— parece que afectará, sin embargo, a la producción de paja. La cuestión es que este es un producto muy utilizado en las explotaciones gallegas, que lo emplean tanto para la alimentación del ganado como para cubrir las camas donde descansan las reses.
Este escenario ha provocado que el precio del escaso forraje que aún queda almacenado de campañas anteriores se haya duplicado con respecto al que tenía hace doce meses. Tanto es así que en la última sesión de la lonja de Salamanca, celebrada el pasado lunes, su cotización ascendió hasta los 127 euros por tonelada cuando en la misma semana del 2022 su precio de venta apenas superaba los 55 euros. Importes similares se registraron en los mercados de Burgos o en la Lonja Agropecuaria de León donde, en apenas una semana, se produjo una revalorización de más del 20 % en la cotización de la paja de cebada, que ya se sitúa en los 122 euros por tonelada.
A esas cotizaciones hay que añadirles los costes del traslado y la comisión que se llevan los intermediarios, unos conceptos que elevan el precio de la tonelada por encima de los 200 euros. «O prezo medio ao que compramos o ano pasado foi de 85 euros por tonelada e, este ano, xa resulta imposible conseguir nada a menos de 200. E, o que aínda é peor, todo de moito peor calidade que o ano pasado», apunta un miembro de una cooperativa de Santa Comba, al mismo tiempo que reconoce que la escasez de paja les obligará a cambiar determinadas prácticas en su granja.
Una de las cosas que se plantea cambiar es utilizar el forraje para cubrir las camas de los terneros de recría o las vacas secas. «Con estes prezos resulta imposible utilizala para facer esterco polo que xa estamos mirando outras opción coma a das serraduras ou a casca de pino que, como a demanda aumentou, tamén empezan a escasear e a encarecerse», explica.
Aunque las cantidades pueden variar de forma sustancial entre unas granjas y otras dependiendo de la ración alimenticia o de los sistemas de manejo del ganado, se calcula que una explotación láctea con un centenar de vacas en ordeño puede consumir alrededor de 15 toneladas de paja mensuales. Aunque a la mayoría de vacas gallegas en producción apenas se les añade paja en su ración —la cantidad ronda el kilo por vaca y día—, las que se encuentran en periodo de secado, aquellas más próximas al parto, acostumbran a comer alrededor de seis kilos diarios y las terneras la mitad. Sensiblemente mayor es la cantidad que se destina a la construcción de la llamada «cama caliente», la superficie sobre la que descansa habitualmente el ganado de recría y las vacas en pre y post parto.
Como acostumbra a suceder en estos casos, cada vez más granjas gallegas se han visto obligadas a echar mano del forraje propio para intentar suplicar las compras foráneas. Así es que muchas parcelas que inicialmente iban ser destinadas al cultivo del maíz se han abonado con el fin de obtener forraje que, una vez deshidratado, se convertirá en el heno que se utilizará para alimentar el ganado.