Los 25 años de lucha por el Porco Celta
Ganadería
Este animal pasó de ser ignorado por los criadores a convertirse en el «ibérico gallego»
23 Dec 2024. Actualizado a las 17:57 h.
Hubo una época en la que el porco celta era la raza porcina más importante de Galicia. Pero le pasó lo que a buena parte de las razas autóctonas de la comunidad: la llegada de otras especies de crecimiento más rápido y mayor rendimiento, por lo que comenzó a desaparecer. Sucedió alrededor de los años 50 y, según cuenta el Ministerio de Agricultura, en 1951 estos animales ya suponían solo el 14 % del censo de porcino de la comunidad. Pero a finales de los años 90, un grupo de criadores decidió dar una nueva oportunidad a esta raza. Apostaron por criar de nuevo a «aos cochos que había antigamente», como recuerda Carmen Regueiro que se les llamaban. Ella es la socia número cuatro de la Asociación de Criadores de Raza Porcina Celta (Asoporcel), una entidad que este año celebra sus 25 años de historia pero, sobre todo, el haber conseguido recuperar de nuevo y poner en valor a estos históricos animales. Han pasado de ser los cerdos que nadie quería criar a codearse con otras razas excelentes, como la ibérica.
«Eu creo que empezamos no ano 95 ou un pouco despois. Daquela comezaron a darlle pulo en Triacastela. Había un veterinario, José Antonio Carril, que empezou a meter estes animais», asegura Regueiro. En aquel entonces ya tenía una explotación de vacuno, pero además criaba cerdos. Y apostaron por probar con esta nueva raza. «Ninguén oíra falar deles, pero unha vez que os viron a xente dicía que eran os cochos que había antigamente, os de toda a vida», afirma. Empezaron con una madre reproductora, porque tampoco tenían mucho espacio en su casa de labranza. Y pronto los conquistó. «Todos os anos cebábamos os nosos cochos, pero tamén matábamos un de porco celta para mesturar cos outros porque fan moi bo embutido», añade.
Desde entonces, nunca faltó en esta explotación un porco celta, aunque solo los crían para consumo propio. «Se tivésemos sitio non deixaríamos de crialos porque teñen unha graxa de calidade e unha carne de moito sabor», asegura. El problema es que, aunque «teñen máis graxa, non teñen o rendemento dos outros. Pero esa graxa é diferente, ten sabor, se deixa comer» explica. Eso la hace una carne perfecta para los embutidos. Regueiro también recuerda que hubo quien, cuando empezaron, le preguntaba por qué apostaban por esos animales, que tenían un rendimiento mucho menor. «Pero aquí apreciamos moito o sabor e estes animais son diferentes, de calidade», concluye.
Si Carmen fue de las primeras en apostar por el porco celta, Jordi Ánguez ha sido de los últimos. Apenas lleva un par de meses criando a estos animales y su explotación está también, curiosamente, en Triacastela, la localidad en la que todo empezó. «Esta raza la conozco de siempre. Pero yo empecé dedicándome a la cría de Cachenas hace unos 25 años. Siempre estuve tentado a meter también porco celta y ahora queremos aprovechar mejor unos soutos y carballeiras que tenemos», explica. Aunque él nació en Barcelona, siempre estuvo vinculado al mundo rural y recuerda que, antes, en todas las casas había cerdos que no se criaban estabulados, «sino que siempre andaban por fuera».
Ha empezado a trabajar con cuatro madres y un semental, porque «queremos ir poco a poco ya que es un animal que desconozco. Ya fui un autodidacta con las cachenas y ahora lo seré con el porco celta», añade. Y, aunque solo lleva dos meses con estos animales, lo tienen completamente conquistado. «Es un animal fascinante, que rompe todos los esquemas. Es superlisto y superinteligente, me estoy llevando una grata sorpresa», afirma. Jordi asegura que en su proyecto solo tienen cabida las razas autóctonas, «creo que Galicia tiene un potencial morfológico y genético en animales de granja que es impresionante», asegura, al tiempo que añade que tanto el manejo como el mercado de este ganado autóctono es completamente diferente al industrial.
Todavía le están dando vueltas a cómo comercializarán estos animales, «pero en principio queremos aprovechar los canales de venta de las cachenas», explica. Empezará por ir «a la industria que trabaja con esta raza, aunque por ahora no hay mucha», asegura. Él tiene claro, que, poco a poco, «esta industria irá a más porque demanda hay». Es más, sostiene que «a día de hoy yo no creo que haya un gallego que no sepa que es el porco celta, pero para llegar al consumidor final es importante que haya una industria detrás y, en este caso, esto va muy lento». De lo que no tiene duda ninguna es de la calidad de estos animales, «es una raza propia de aquí que infiltra bien y da buenos canales. Además, su alimentación es supernatural. No tengo duda de que puede competir con el ibérico», asegura. Tampoco tiene ninguna duda de que su explotación de porco celta irá creciendo con los años. «Va a ir a más», concluye. Lo mismo que la raza, que seguirá otros 25 años conquistando a ganaderos y consumidores.
El reto para los próximos años: lograr que la raza deje de estar en peligro de extinción
José Barreiro es el presidente de Asoporcel y recuerda que la recuperación de las razas autóctonas fue una medida que se impulsó desde las administraciones y universidades, que temieron que el porco celta, y otras especies de vacuno, podían desaparecer definitivamente del mapa. «Había que facer algo porque eran animais que conservaban boas cualidades, que se adaptaban ao terreo, que andaban por fóra apañando landras e que a súa carne era moi boa». Entonces, quedaban ya muy pocos ejemplares. Hoy, el porco celta es conocido en toda la comunidad, y en buena parte de España, pero todavía no hay suficientes ejemplares. La raza sigue estando considerada en peligro de extinción.
«Sempre pensamos que o que ven de fóra é mellor. E estes animais tiñan moita graxa, tardaban en coller peso e por iso a xente non quería crialos», explica Barreiro. Por fortuna, la situación cambió mucho en estos 25 años y ahora «todo o mundo coñece o porco celta e a xente que os cría en casa saben que é diferente a outros porcos», añade. Esto ha permitido mejorar la situación de esta cabaña ganadera, pero todavía queda mucho por hacer, asegura el presidente de Asoporcel. «Está en auxe e todo o mundo a coñece, pero os números non alcanzan para que deixe de estar en perigo de extinción», explica. Todavía hay otro reto, seguir conquistando nuevos mercados y darle estabilidad a los actuales. «Hai que aumentar o número de animais e no número de explotacións para darlle estabilidade aos consumidores», cuenta.
Ese es el principal reto para los próximos 25 años, lograr la estabilidad entre producción y demanda y poder surtir a todos los establecimientos que reclaman este tipo de carne. También quieren seguir apoyando a los ganaderos, «para que sexa máis profesionais e as explotacións sexan estables», afirma. Y seguirán trabajando en la investigación, a través de la granja modelo que se construirá en colaboración con la Diputación de Lugo. Porque eso les permitirá mejorar y homogenizar la calidad de su carne. Al fin y al cabo, concluye, «o porco celta ten unha calidade que nada ten que envexar ao ibérico, pode estar ao seu mesmo nivel». Nadie se lo discute.