La Voz de Galicia

Desaparece un bateeiro de A Illa al volcar una embarcación al norte de Ons

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Los supervivientes desembarcaron en Portonovo

Los otros dos ocupantes de la lancha, que iba a la mejilla, pudieron alcanzar la isla

11 Feb 2020. Actualizado a las 20:50 h.

La tragedia volvió a golpear ayer al norte de la isla de Ons, muy cerca de donde el pasado domingo un fatal accidente se cobró la vida de José Luis Vidal, un marinero de O Grove. En esta ocasión fue una planeadora, Rosa, la protagonista del naufragio.

La embarcación volcó, supuestamente por un golpe de mar, lanzando a un mar revuelto a sus tres ocupantes, tres vecinos de A Illa de Arousa, que se habían enfundado en su ropa de trabajo para ir a explorar la zona en la que hoy tenían previsto ir a recoger cría de mejillón. Así se lo contó Arturo, el propietario de la embarcación, a José Goberna, con el que se cruzó cuando, antes del mediodía, llegó corriendo y con las piernas llenas de arañazos al puerto de Ons. Había caminado, según los cálculos de los vecinos de la isla, entre media hora y una hora. «Díxome que lle acababa de dar a volta o barco na punta norte de Ons, no que lle chaman O Centulo. Contou que outro rapaz quedara nas pedras, pero ao irmán del non foran capaces de subilo e estaba na auga. Pero cando chegamos non atopamos a ninguén», relataba la primera persona que auxilió a los náufragos.

Todo apunta a que un golpe de mar hizo zozobrar la embarcación a la altura de O Centulo Enseguida se desplegó un amplio dispositivo de búsqueda por el área en el que volcó la Rosa. El Pesca 1 comenzó a sobrevolar la zona, y las embarcaciones Paio Gómez Chariño y Salvamar Sargadelos comenzaron a peinar el mar. Durante unos instantes reinó la confusión, al temerse que el hombre que se había quedado esperando en las piedras hubiese sido arrastrado también por el mar. Porque, cuando el propietario del barco naufragado y José Goberna llegaron a O Centulo, no encontraron a nadie. Después de cruzar a nado los metros que separan el islote de Ons, «o outro rapaz viñérase andando. Estivo esperando no restaurante a que chegáramos nós».

Del que no había ni rastro era de Iván Otero, el hermano pequeño del dueño de la embarcación. De hecho, al cierre de esta edición los trabajos de búsqueda se habían suspendido sin más pistas de su paradero que una bota y una sudadera que fueron halladas en la zona del naufragio.

Refuerzo de la búsqueda

Allí trabajaron, durante toda la tarde, los integrantes del operativo del rescate, que se había reforzado ya con un segundo helicóptero, el Helimer, el barco de la Guardia Civil Corvo Mariño, así como diversas embarcaciones enviadas por la cofradía de pescadores de A Illa y la agrupación de bateeiros AMI, de la que es socia la familia de Iván y Arturo Otero.

A media tarde, mientras en el mar seguía la búsqueda del tripulante desaparecido, los dos supervivientes de la tragedia fueron conducidos en un barco de la Guardia Civil hasta el muelle de Portonovo.

Tras ellos viajaba la embarcación con la que por la mañana se habían hecho al mar sin imaginar, siquiera, lo que les aguardaba. «O día non estaba para saír á cría; hoxe hai moito mar de fondo», se lamentaban, desde tierra, los bateeiros más experimentados de A Illa.

Un apasionado del fútbol que contaba los días para jugar en veteranos del Céltiga

A Iván Otero, Harri le encantaba el fútbol. Desde pequeño jugó en las categorías base del Céltiga, el equipo de su pueblo. Luego, cuando ya era demasiado mayor para seguir en la cantera, probó suerte en otros clubes de la zona. Pero él, lo que quería, era cumplir los treinta años para poder volver a vestir la camiseta de su equipo en la liga de veteranos. En septiembre, Iván cruzó la barrera de la treintena y alcanzó su objetivo futbolístico. No fue, sin embargo, el hito más importante logrado en los últimos tiempos: hace poco fue padre.

De todo esto hablaban ayer en A Illa quienes conocía bien a Iván Otero y quienes solo lo conocían de vista. Hablaban con la voz entrecortada, preñada de esa tensión que se respira en los puertos de mar cuando el océano se traga a uno de los nuestros. Desde que se conoció la noticia del naufragio del Rosa, compañeros del sector del mejillón y embarcaciones de la cofradía de A Illa se lanzaron al mar para colaborar en la búsqueda del joven desaparecido. Por él, «un rapaz sanote», y por quienes, en tierra, ya no saben si guardar o no un poco de esperanza.

 


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