El mar de la ría de Corcubión
Somos Mar
A principios del siglo pasado existía un intenso tráfico
09 Dec 2022. Actualizado a las 21:43 h.
El mar de la ría de Corcubión fue, y aún podría ser, la mejor vía de comunicación con el mundo. Pero, ya no lo es porque no tenemos productos que enviar o exportar ni una masa social a la que abastecer. Ni tenemos fábricas —solo Xeal, la antigua Ferroatlántica o Carburos Metálicos— que exporten sus productos elaborados, ni tenemos vías de comunicación idóneas ni transportes terrestres para mover las mercancías que pudiesen llegar a nuestros puertos. Y, claro, los barcos no vienen porque nada tienen que traer ni que llevar. Y en cuanto a qué pasa por aquí enfrente la gran estrada marítima, qué quieren que les diga. Está a 20 millas de tierra y ni vemos a los barcos que pasan por ella. Antes, por lo menos, los visitantes que llegaban al faro de Fisterra los veían cruzar en el horizonte del océano, pero ahora, ni eso (nótese la retranca). Claro que así se evitan catástrofes como la del Prestige o la del Cason, y eso ya es importante. Por lo menos, no nos perjudican medioambientalmente. Pero nada más.
A principios del siglo pasado existía en la ría de Corcubión un intenso tráfico marítimo. Además de buques de cabotaje, entraban numerosos barcos extranjeros para abastecerse de carbón. Y también muchos naufragios en nuestras costas que alimentaron una industria de «salvamento y despieces». Pero, ahora, nada de nada, ni abastecimiento de combustible, sólido o líquido, o de provisiones a buques extranjeros, ni nacionales, ni otra cosa. Tampoco industrias de salvamento, ni consignatarios marítimos, ni un práctico para que puedan los barcos entrar en la ría... Hasta eso nos quitan. En todo caso, quedarán unas instalaciones portuarias en Brens, manifiestamente infrautilizadas, y que podrían utilizarse para lo mismo que se utiliza el muelle de Corcubión: para aparcamiento de automóviles.
¿Qué más nos queda? El negocio del Camiño Xacobeo, y un turismo en alza, pero muy estacional. Tanto, que el nuevo Parador de Turismo de Lourido, en Muxía, permanece cerrado durante varios meses al año... Y las rutas en barco por la ría, también estacional... Pero estamos sin terminar una autovía que incentive la llegada de un contingente mayor de visitantes para que llene los locales de los sectores hostelero y comercial.
El mar, es importante; si, sin duda alguna. Pero seguiremos así en tanto el nombre de nuestros municipios no figure en los presupuestos del Estado ni en los de la Xunta de Galicia... Porque, estoy seguro, que, a estas alturas de la película un Plácido Castro Rivas nunca más aparecerá por estos lares, después de huir para Uruguay, y no solo por su frustración política. Pensándolo bien, ¡menudo futuro les espera a los que vienen atrás! Quizás, el de siempre: el de la emigración, nacional, o internacional.