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El atún que viene, más pequeño y caro

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e. a. redacción / la voz

Un estudio internacional liderado por AZTI deduce que el cambio climático y la presión pesquera reducirán la productividad un 36 % y la talla un 15 %

28 Feb 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Desde que la merluza llegó hasta Noruega y la caballa al Ártico, el negacionismo en cuanto a que las mutaciones del clima están alterando el patrón de distribución de las poblaciones de peces no tiene ya cabida. Pero ese cambio no solo se nota en el desplazamientos de stocks en busca de aguas más templadas y frías. Un estudio internacional liderado por AZTI y publicado en la revista Global Planetary Change concluye que el cambio climático y la presión pesquera afectarán a la productividad y al tamaño de las principales especie comerciales de atún y del pez espada.

Los científicos se pusieron en diferentes escenarios climáticos y de presión pesquera de futuro. Y en todos ellos vieron que las poblaciones analizadas reducirán de media su productividad potencial global en un 36% hasta el 2050 y una disminución de la talla de 15%, «por lo que la demanda, el precio y los beneficios de esta pesquería también se verán afectados», explica el centro tecnológico del País Vasco en un comunicado.

Los resultados del trabajo —que ha ocupado tres años a estos expertos— sugieren que las especies de alto nivel trófico se verán más afectadas por el cambio climático que por la presión pesquera en el supuesto de que se mantengan cerca de sus niveles de rendimiento máximo sostenible (RMS) o el esfuerzo pesquero actual. En el caso de la abundancia, «solo el atún rojo del Pacífico muestra un ligero aumento en el futuro». Y se estima que «cinco especies, los atunes rojos del Atlántico y del sur, el pez espada, el patudo y el atún blanco, disminuirán en biomasa y tamaño a ritmos diferentes», apunta Maite Erauskin-Extramiana, investigadora de AZTI y coordinadora del estudio.

En cuanto a la talla, el modelo prevé una disminución general del 15 % para el 2050 debido al cambio climático. Sin embargo, también hay poblaciones, como la del atún rabil y el listado del Pacífico, en las que, por el contrario, se prevé un ligero aumento en el tamaño. Como «el precio y la demanda de pescado dependen, en parte, del tamaño de los peces, el cambio climático y la pesca pueden, por tanto, reducir potencialmente los ingresos de la industria pesquera, incluso para la captura de aquellas poblaciones cuya productividad se estima que aumentará», dice Erauskin-Extramiana.

Medidas de adaptación

Ante tal circunstancia, los científicos recomiendan a la pesca «adoptar medidas de adaptación al cambio climático». Entre las que cita está la búsqueda de un aumento del valor del pescado a través de certificaciones de sostenibilidad o reducir el consumo de combustible y el tiempo en el mar recurriendo a la digitalización, con herramientas que optimicen la actividad pesquera. Además, «la reducción del consumo de combustible también puede considerarse una medida de mitigación del cambio climático, ya que la pesquería de atún supone el 5 % del total del gasoil utilizado en la pesca mundial y reduciría las emisiones de CO2», concluye Erauskin-Extramiana.

Con todo, la científica de AZTI apunta que los resultados de cualquier modelo deben tomarse con cautela debido a las limitaciones e incertidumbres que conllevan. Ahora bien, también es cierto que «la dirección y magnitud de los cambios proyectados ponen de relieve el posible escenario futuro que se avecina en ausencia de la toma de decisiones», concluye.


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