La Voz de Galicia

Golpe a la agenda verde europea: la Ley de Restauración de la Naturaleza, bloqueada

Somos Mar

J. A. González Madrid / Colpisa

Tras el visto bueno de la Comisión y el Europarlamento, varios Estados miembros frenan el último sí para su aplicación

27 Mar 2024. Actualizado a las 04:46 h.

«¡Había un acuerdo!» Ha sido el grito de varias organizaciones ecologistas en la red social X, antes Twitter, a la vez que los ministros de Medio Ambiente de los Estados miembros de la Unión Europea intervenían en la reunión del ramo en Bruselas (Bélgica) y los temores se cumplían: la Ley de Restauración de la Naturaleza no era aprobada. Ni aprobada, ni tampoco rechazada, realmente no ha sido votada después de que la Presidencia del Consejo de la Unión Europea, en manos de Bélgica este semestre, comprobó que varios países retiraban su apoyo a la norma.

Tras dos años de negociaciones, el pasado mes de febrero esta normativa conseguía salir adelante en el Parlamento Europeo con 329 votos a favor, 275 en contra y 24 abstenciones, pero aún quedaba el sí de los socios comunitarios para que estos restauren al menos el 30 % de los hábitats deteriorados para el 2030, el 60% para el 2040 y el 90 % para el 2050, entre otras medidas. Sin embargo, la débil victoria en la Eurocámara se ha resquebrajado apenas un mes después.

El visto bueno a la normativa estaba previsto para el pasado viernes, aunque se pospuso al lunes tras las dudas del gobierno de Hungría, comandado por Viktor Orban. Finalmente, los representantes húngaros se posicionaron del bloque del no junto con Finlandia, Suecia, Países Bajos, Austria, Polonia, Bélgica e Italia. «No se garantiza la flexibilidad necesaria para la trasposición», señaló la ministra de Asuntos Medioambientales de Hungría, Anikó Raisz. «Ahora corresponde a la presidencia belga decidir qué se hace», señalan fuentes comunitarias a este periódico.

«Sin ley, no hay objetivos»

La Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE, consensuada con los Estados miembros bajo la presidencia española a finales del 2023, tiene como objetivo regenerar los ecosistemas degradados de sus territorios, contribuir a alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad de la Unión y mejorar la seguridad alimentaria. «Sin esta ley, no tendremos una herramienta para cumplir los objetivos climáticos que hemos suscrito. Nos engañamos si pensamos que se puede ganar la lucha contra el cambio climático sin la naturaleza», advirtió el comisario de Medio Ambiente, Océanos y Pesca, Virginijus Sinkevicius. «La pérdida de la biodiversidad es particularmente visible y cruel», añadía Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno de España y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Según la Comisión Europea, el 80 % de los hábitats europeos están en mal estado y con esta normativa, la cual el ponente es el eurodiputado español César Luena, los Estados miembros deberían restaurar al menos el 20 % de los hábitats entre los que se encuentran bosques, pastizales y humedales hasta ríos, lagos y lechos coralinos para que «pasen de un estado deficiente a uno bueno», señala el texto de la Ley.

Los líderes de la UE han tratado de calmar las preocupaciones de los agricultores y pescadores, anunciando retrasos en las normas para las tierras no utilizadas, así como apoyo a la cadena de suministro para luchar contra la explotación por parte de los supermercados que buscan mantener bajos los costos para los consumidores. Por ello y a petición del Parlamento, la ley incluyó un «freno de emergencia» que permite suspender los objetivos para los agroecosistemas en circunstancias extraordinarias «si merman en gran medida las tierras necesarias para una producción suficiente de alimentos para el consumo de la UE».

La ley se atraganta

En Europa, los acuerdos pasan por tres etapas. La primera es la Comisión que es la encargada de elaborar la propuesta de ley y, en este caso, además es uno de los pilares de su agenda verde. «No se debe tomar el acuerdo verde europeo [el paquete de leyes medioambientales de la UE] como chivo expiatorio. Al contrario, es el paso adelante para modernizar nuestra economía», recordó a finales de la semana pasada Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, tras la cumbre de líderes de la Unión.

Tras la redacción del texto, este llega al Parlamento Europeo que, en primera lectura, puede aprobar la redacción tal y como está o introducir enmiendas. Tras ello pasa al Consejo que revisa el texto modificado por el Parlamento y puede aceptarlo (el procedimiento terminaría) o cambiarlo, lo que supondría pasar a una segunda lectura. Y es el punto de bloqueo actual. «Tiene muy pocas posibilidades de aprobarse, ya que cualquier cambio sustancial en el texto requeriría regresar al Parlamento Europeo para una segunda lectura, lo cual era casi imposible», advierten fuentes comunitarias. «No va a ser fácil salir de esto teniendo en cuenta las próximas elecciones», afirmó al comienzo del Consejo de Ministros de Medio Ambiente, Rob Jetten, titular de la cartera de Clima en el gobierno de los Países Bajos.

Apenas quedan tres meses para las elecciones al Parlamento Europeo y para la conformación de una nueva Comisión Europea y las posturas entre bloques se debilitan. No es la primera decisión que pactada tras largas jornadas de negociaciones se bloquean en el último momento. La prohibición de los coches con motor de combustión quedó bloqueada por los representantes germanos a punto de ser aprobada. También ocurrió lo mismo con la normativa que pretende luchar contra la vulneración de derechos humanos de las multinacionales. «Por favor, cerremos este expediente positivamente (...) si no la credibilidad de estas instituciones ante los europeos y socios de terceros países queda seriamente afectada», reprochó Teresa Ribera el lunes.


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