La OMI debe equiparar de una vez la seguridad de los pesqueros con la de los mercantes
Somos Mar
25 Jul 2024. Actualizado a las 05:00 h.
El STCW-78 (Convenio sobre Normas de Formación, Titulación y Guardia para la Gente de Mar) es una norma sólida y obligada para todos los buques mercantes de los Estados signatarios de ese convenio. Por otra parte, el Convenio de Torremolinos de 1977 (STCW-F), que rige para los buques pesqueros de los Estados signatarios del mismo, como es el caso de España, es papel mojado en materia de seguridad.
El naufragio en Malvinas de un buque prácticamente nuevo y bien diseñado, el Argos Georgia, revela una vez más cuál es la profesión más arriesgada del mundo, pero también cual es el interés de los Gobiernos de dotarlos del equipamiento más avanzado y el personal suficiente para prevenir ese riesgo.
Aunque el Argos Georgia tiene bandera de la isla de Santa Elena y, por tanto, de acuerdo con el derecho internacional está bajo su jurisdicción, buena parte de su tripulación es gallega. Todo ello es consecuencia de la globalización marítima y, en muchos casos, por las estrategias empresariales, fiscales y controles de seguridad; por ello, es necesario que se realce la importancia de la Organización Marítima Internacional (OMI) y otros organismos dependientes de la ONU para regular la actividad y prevenir la seguridad de las tripulaciones en estas empresas flotantes.
Es urgente que el Estado español y la UE promuevan en la OMI la necesaria ampliación a todos los buques que navegan o faenan en el mundo las Normas de Formación, Titulación y Guardia para la Gente del Mar, que de momento solo rige para la Marina Mercante, dejando a los pescadores con un convenio que les hace ser los parientes pobres de los océanos.
La incorporación de botes de rescate en los buques pesqueros de nueva construcción, y en aquellos que ya están operando en función de sus características y áreas de trabajo en los que sea posible hacerlo, sustituyendo a las balsas salvavidas, es una medida urgente que las autoridades españolas deberían aplicar a nuestros buques, así como promoverlo en la OMI, a efectos de que tenga un carácter global.
Por otra parte, las tripulaciones que faenan en estas aguas deberían trabajar con un traje de supervivencia que sea intrínsecamente aislante, insumergible y dotado de baliza personal de localización, tal y como ocurre con los chalecos salvavidas. Este tipo de indumentaria permite que, en caso de caer al mar, la temperatura de su cuerpo no descienda más de dos grados centígrados tras seis horas en el agua.
Aetinape lamenta que a partir de la tragedia del Villa de Pitanxo las autoridades ni siquiera hayan abierto un proceso reflexivo en torno al refuerzo de la seguridad a bordo.
La asociación profesional marítimo-pesquera española traslada su pésame, lleno de rabia e impotencia, a las familias y amistades de las personas fallecidas, y mantiene la esperanza de que las desaparecidas se encuentren con vida.