Continúa la agonía del libre marisqueo: «Non vale a pena tirar o raño ao mar»
Somos Mar
La campaña arranca con el convencimiento de que «algo malo pasa no mar; hai cría, pero o ano pasado tamén se vía e desapareceu»
01 Oct 2024. Actualizado a las 20:27 h.
El cielo pareció posarse este martes, como una manta gris y húmeda, sobre Arousa. El día de apertura de la campaña de libre marisqueo en la ría parecía haberse vestido a propósito para oscurecer aún más los negros augurios con los que los rañeiros afrontaban la vuelta a las zonas de trabajo comunitarias. Los pocos barcos preparados para salir al mar se encontraron con una mañana de viento y lluvia, de olas y bruma, que dificultaron su trabajo y acrecentaron la sensación de derrota con la que muchos regresaron a tierra horas más tarde. El libre marisqueo agoniza: «Estiven rastreando aquí e alá, probando, e levo unha ameixa de talla comercial. Non vale nin a pena tirar o raño ao mar», aseguraba Manolo, uno de los profesionales que eligieron probar suerte en Os Lombos do Ulla.
Según datos de la Consellería do Mar, habían despachado para faenar en la desembocadura del río un total de 23 embarcaciones; fueron menos las que finalmente salieron, y la mayoría, tras dos horas de infructuoso trabajo, pidieron el cambio para probar suerte en otras zonas próximas. «A situación é desastrosa, patética», explicaba el patrón mayor de Carril, Javier Quintáns. «Xa se sabía que a cousa estaba mal nos Lombos, pero a xente levaba dous anos sen traballar no río e quería probar», explicaba. Y han podido confirmar que hay algo de cría en los fondos, pero poco más.
«O que tiñan que facer [la Xunta] era tomarse isto en serio dunha vez, recuperar o canal do río como se lle está pedindo, e acabar coa contaminación», explica Alberto. Lo encontramos en la lonja de Vilanova, donde acababa de dejar las capturas conseguidas en O Bohído. Este banco está llamado a sostener al grueso de la flota durante la campaña, tal y como demuestra el hecho de que 171 barcos hubiesen despachado para esa zona, aunque menos de 120 pasaron finalmente el control.
Quienes hasta allí acudieron pudieron hacer los topes o, al menos, quedarse cerca de completarlos. Pero sus augurios no son buenos. «Hai pouca ameixa de talla comercial. Vese moita cría, iso si», comentan los mariscadores en la lonja vilanovesa. Manuel Ángel, en A Illa, les da la razón, aunque con un matiz negro: «Tamén o ano pasado se vía moita cría, e este ano non hai ameixa grande. Algo pasou polo camiño». La abundancia de marisco pequeño es «a única boa noticia» que ha dejado la jornada, según Lino Díaz, el patrón mayor de Vilanova. Él no es nada optimista: «En Vilanova somos 84 barcos; hoxe fomos ao mar pouco máis de trinta. Eu ando ao marisqueo, vexo o que hai. Como non se tomen medidas, o marisqueo a flote morre. Onde están os catrocentos e pico de barcos que ían antes á campaña?». Este martes, solo 290 despacharon para salir al mar y ni siquiera todos lo hicieron finalmente.
«A merma, de ano en ano, é enorme», comentaba un mariñeiro en la lonja de O Xufre. Allí se subastó marisco procedente, fundamentalmente, de O Bohído y O Cabío. Con el mar alborotado y el mal tiempo generalizado, pocos se atrevieron a explotar las «otras zonas», más profundas y en las que la faena suele ser aún más complicada. «Tal e como estaba o día fun a Cabío», comenta un mariscador calado hasta los huesos. Volvió a tierra con el cupo de carneiro. «O carneiro é bonito, de boa talla, pero solo con el non soluciono moito», explicaba otro de los hombres recién llegados del banco de A Pobra. Christian, que también trabajó allí, comparte esos argumentos. «Ameixa non hai ningunha, botamos varias calas e nada... E co carneiro, aínda que fagas o tope, non zafas o día», señala. Está convencido de que «algo malo pasa no mar», donde los fondos se enfangan y las cosas «non paran de empeorar».
Según la Xunta, 23 barcos habían despachado inicialmente para Cabío, frente a 94 que lo habían hecho para los recortes que se reparten por todo el mar arousano y que pocos se animaron a tantear. «Agora a esperar a ver os prezos», decían los mariscadores a medida que abandonaban las lonjas. Y los precios, sin ser malos, no fueron tan brillantes como para tapar los malos resultados de la primera jornada de faena. En Vilanova, la babosa se subastó a entre 22 y 16 euros; en A Illa de 36,7 a 17, mientras que el carneiro fue a 13.50; en Cambados la almeja llegó a los 25 euros.
Despliegue de Gardacostas
Tal y como había advertido Mar días atrás, este año la consellería se va a tomar muy en serio los controles de talla y topes para asegurar que todo el marisco que sale del mar puede hacerlo.Así, agentes del Servizo de Gardacostas vigilaron tanto a los rañeiros durante su faena en el mar, como controlaron los pantalanes y zonas de descarga del bivalvo, e incluso revisaron, con el calibre en la mano, el tamaño del marisco en las lonjas de la zona sur.