El arrastre de fondo intenta sobrevivir, otra vez «demonizado» por oenegés
Pesca y Marisqueo
Echa en falta que lo defiendan quienes saben cuánto aporta a la sociedad
13 Oct 2021. Actualizado a las 04:50 h.
Cada cierto tiempo afloran ataques frontales contra la pesca de arrastre de fondo. Uno de los últimos lo impulsa We Move Europe en coalición con Oceana, Seas at Risk, Our Fish, Whale and Dolphin Conservation y Environmental Justice Foundation. Esas oenegés llaman a la Unión Europea (UE) y a «los líderes mundiales» a vetar esas redes en más zonas costeras, a prohibirlas en áreas marinas protegidas y a «asignar recursos financieros y técnicos para apoyar una transición justa para las flotas». Cepesca, la gran patronal española del sector, aclara que el arrastre de fondo «hoy en día ya tiene cerrados todos los lugares del mundo donde existen ecosistemas vulnerables», y lamenta la «demagogia» de quienes, «sin depender de la pesca, ni ellos ni sus familias, demonizan» ese arte «con informaciones falsas que generan confusión en los ciudadanos y las instituciones».
Sin el arrastre de fondo, añade Javier Garat, secretario general de Cepesca, la sociedad mundial se quedarían sin pescados «que no se podrían capturar de otra manera», como, por ejemplo, rape, bacalao, gallo, cigala o fletán. Ante esta nueva ofensiva recuerda que años atrás, en otra similar, «el sector, el Instituto Español de Oceanografía y el secretario general de Pesca fuimos de la mano defendiendo que el arrastre es sostenible». Ahora que «solo salen a la palestra los que están en contra, echamos de menos a los científicos y a las instituciones que son conscientes de lo que significa».
En su reciente visita a Vigo y Santa Pola (Alicante), el propio Virginijus Sinkevicius, comisario europeo de Pesca, descubrió la «importancia» de esa flota como proveedora de alimentos saludables, seguros y con la menor huella de carbono, así como su peso económico y social. Al menos así lo percibió Garat, quien le trasladó el «cansancio» por ofensivas como la del propio comisario, quien meses atrás sostuvo que «ese tipo de pesca es la actividad más perjudicial para el fondo marino», anunciando que la UE valora «cómo conciliar su uso con los objetivos en materia de biodiversidad». A la restauración de la biodiversidad apelan los promotores de la penúltima oleada contra el arrastre de fondo, quienes emplazan a Sinkevicius a incluir en el plan para preservar los océanos que prepara la UE el «compromiso de una prohibición inmediata de la pesca de arrastre de fondo en todas las áreas marinas protegidas».
Así funciona
Ya lo está, recalcan desde Cepesca, porque, en general, esos aparejos se emplean «en fondos de arena y fango, donde es muy limitado el valor de lo que hay que proteger». Implicada en la preservación del medio marino del que vive, la flota prueba sistemas como el que minimiza el contacto de las redes con el fondo del mar. Y ese es uno de los principales reproches de las oenegés, muy críticas porque «levantan el lecho marino, destruyen todo a su paso». «Non entramos a desmentir críticas sesgadas, infundadas e faltas de rigor», responde Basilio Otero, presidente de la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores.
El arrastre de fondo es un sistema de pesca que aporta más de un tercio de las capturas mundiales. Lo forma un saco de malla, con forma de embudo, y dos alas que mantienen abiertas piezas metálicas (llamadas puertas) cuando uno o dos barcos lo arrastran por el suelo de mares y océanos. Para la apertura vertical de la red se emplean pesos en el fondo y flotadores en la parte superior.
La flota española
Cientos de miles de familias de todo el mundo viven de las capturas con un arte en continuo proceso de reconversión y, paralelamente, sobre todo en España y la UE, de permanente búsqueda de medidas que contribuyan a mejorar su selectividad y a reducir su impacto sobre el medio marino. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en España quedan menos de 900 arrastreros de fondo, de los cuales algo más de 700 faenan en el Mediterráneo y el Golfo de Cádiz, 66 en el Cantábrico Noroeste, 14 en aguas de Portugal, menos de 30 en caladeros comunitarios, 57 en aguas internacionales y de terceros países, 4 en el Atlántico Norte y 20 en el área noroccidental de ese océano (NAFO).