La literatura de viajes se afianza como un género popular y que gana lectores
Televisión
Las editoriales crean colecciones específicas para libros de espíritu nómada Clásicos y obras nuevas reavivan un modo de narrar sobre paisajes lejanos o cercanos
05 Aug 2002. Actualizado a las 07:00 h.
Cuando publicó, hace quince años, El río del olvido , el escritor leonés Julio Llamazares recuerda que sorprendió a muchos que hubiese escrito un libro de viajes. Su última obra, Tras-os-Montes , también se inscribe en este género, pero ahora ya no causa sorpresa. Es más, este tipo de libros gozan cada vez de mayor número de ventas y sus autores disfrutan de una popularidad en muchos casos equiparable a la de novelistas. Edicines B con Grandes viajeros y Península con Altair viajes son dos ejemplos de editoriales que han concedido al género viajero un protagonismo especial dentro de sus colecciones. La gallega A nosa terra también ha abierto una línea similar. En cuanto a los autores, Javier Reverte, Manu Leguineche entre los españoles, y Bruce Chatwin o Paul Theroux entre los foráneos, venden sus recuentos de viaje alcanzando cifras que les permiten tutear a escritores que optan tradicionalmente por la ficción. Ellos se suman a los grandes clásicos, los viajeros del siglo XVIII y XIX, épocas de épicos descubrimientos y un mundo que ofrecía todavía territorios desconocidos y pueblos de culturas lejanas. El siglo XXI, la era de la globalización y de las comunicaciones, plantea una pregunta a los autores de viajes: ¿cómo contar de forma distinta lo que ya se ha visto por televisión? Dos tendencias Pilar Rubio, de Altair, una librería especializada en viajes desde 1979 y con presencia en Madrid y Barcelona, cree que en la actualidad conviven dos tendencias: la testimonial, que describe de una forma más o menos objetiva los escenarios que dan forma al libro, y una corriente en la que prima más la mirada subjetiva del autor, que «se convierte en un personaje más, que se apropia de técnicas de ficción, y para quien lo importante no es lo que ve, sino cómo lo ve». Pilar Rubio también advierte un subgénero dentro de la literatura de viajes, que denomina el viaje de peregrinación literaria. Son numerosos los casos de lectores que, fascinados con un libro, se han echado a la aventura a revivirlo. En muchos casos, esa experiencia ha generado otro volumen. Así ocurrió con Vagabundo en África , donde Javier Reverte seguía la pista de Joseph Conrad, o Tras los pasos de Marco Polo , en el que William Darlymple revive el viaje de la ruta de las especias. En el polo opuesto están los «viajeros de salón», aquellos a quienes basta la imaginación para recorrer desde el sillón los parajes sobre los que leen. Novedades En las últimas semanas se ha producido un goteo constante de novedades en los libros de viaje. Están Viaje al otro Brasil , de Javier Nart, también la reedición de Aproximaciones a Gaudí en Capadocia , de Juan Goytisolo, y la aparición de Historias de un gran país , de Bill Bryson. El género también ha llevado a las librerías El arte de viajar , de Alain de Botton, y La isla de las tortugas , de Sergio Ghione.