Los lunes al Sundance
Televisión
El público americano dispensa una cálida acogida a la última película de Fernando León de Aranoa, presentada en el festival independiente de Park City
23 Jan 2003. Actualizado a las 06:00 h.
Es lunes y hace sol. Las calles de Park City, sede del festival de cine de Sundance, están abarrotadas. Javier Bardem y León de Aranoa lo ven como «una buena señal» para la noche del estreno. Actor y director han venido al festival más indie para empujar a Los lunes al sol en su viaje por Estados Unidos, que podría culminar el 11 de febrero en la nominación para los Oscar. «Por ahora no me lo planteo», dice León de Aranoa con cautela, consciente de las muchas batallas que quedan por librar, empezando por los Goya. «Uno corre el riesgo de volverse loco con los premios y creer que hace películas sólo para ganarlos. Aunque los premios siempre ayudan, sería un error convertirlos en una meta». Javier Bardem, quien dos años atrás acarició la estatuilla, se muestra escéptico con respecto a los Oscar. «Es un honor que te nominen, pero llega un punto en el que ya no depende de nosotros, sino de la maquinaria de los estudios, la publicidad, el dinero, y entonces uno se desentiende. Sería bonito si pasase, pero si no, pues nada», dice. Ante un auditorio abarrotado, León de Aranoa y Javier Bardem, cuyo sólo nombre arranca la ovacion del publico, introducen la cinta. «Más que una película, quiero presentaros esta noche a mis amigos, que son los personajes -dice León de Aranoa, director y guionista-. He convivido con ellos durante tres años y aunque la gente dice que son gente común, yo creo que son tipos extraordinarios». La sombra del «Prestige» Las luces se apagan, se reclinan las butacas, y en la pantalla ondean, inmaculadas y prístinas, las aguas de la ría de Vigo. Es inevitable no acordarse del Prestige y de los marineros que, como los personajes, viven anclados en la incertidumbre del paro. «Creo que las semejanzas entre los personajes y los marineros gallegos serán mas fuertes dentro de tres años, cuando ya no estén las camaras ni los 8.000 voluntarios... Entonces, por desgracia, la situación será mas trágica», pronostica León. Mientras avanza la película, actor y director permanecen en la sala para estudiar con detalle las reacciones del público norteamericano. Hay suspiros, risas, incluso alguna lágrima furtiva. «La reaccion de la audiencia es la misma -asegura Bardem-, lo cual indica que la película es igual de buena aquí que en España». ¿Cómo es posible que una historia tan local encuentre entendimiento en EE.UU.? «Desde lo local se llega a lo universal», afirma León de Aranoa, para quien la esencia de la película no es ideológica o política, sino emocional. «El discurso político está de fondo, pero lo principal son los sentimientos de los personajes, que son universales -afirma el director madrileño-. La dignidad, el miedo, las valentías, la inseguridad no tienen fronteras». Al final de la cinta, el aplauso es unánime. La compañía Lions Gate, sabedora del tirón de Bardem en EE.UU. y de la calidad del filme, ha comprado los derechos de la película. Se estrena en abril. Al estreno del lunes le siguen tres pases más: martes, miercoles y jueves, todos ellos con sol. La respuesta del público es siempre calurosa y la presencia de Bardem, encantadora. Hacia el final del festival tanto Bardem como Aranoa se muestran exhaustos pero satisfechos. «Más que contentos, estamos tranquilos con la película», explica el director. Ni siquiera el hecho de que Almodóvar también pueda competir por los Oscar con Hable con ella es considerado una amenaza. «Son películas que siguen carriles distintos, que no se cruzan. Sus metas son distintas, por lo que no cabe hablar de competencia o lucha», explica Aranoa. El reino de Redford Tanto Bardem como Aranoa repiten. «Yo ya empiezo a sentirme como en casa», dice el director, quien visita el festival por tercera vez. «Sundance es un festival muy concienciado, y mi trabajo encaja bien aquí», asegura. Fundado en 1979 y apadrinado desde 1984 por Robert Redford, el festival de Sundance no ha parado de crecer desde sus orígenes. Nació modesto y pequeño hasta que, en 1989, un tal Steven Soderbergh, de 26 años, cambió para siempre el panorama con el éxito de Sexo, mentiras y cintas de video , película que, tras pasar por el festival, ganó en Cannes la Palma de Oro. El resto es historia. Tras Soderbergh vinieron Robert Rodríguez y Tarantino entre otros, y películas como El Mariachi, Pulp Fiction o Memento han convertido al festival en meca de los cazatalentos de Hollywood. No sólo para cineastas norteamericanos, sino también extranjeros. Sin ir mas lejos, fue en Sundance donde se forjó la relación entre Alejandro Amenábar y Tom Cruise que cristalizaria en Los otros y el remake de Abre los ojos.