«Me encanta cuando me torean los invitados»
Televisión
El Follonero vuelve a hacer de las suyas en la tercera temporada de «Salvados»
17 Oct 2009. Actualizado a las 02:00 h.
Jordi Évole vuelve por sus fueros. En los primeros programas El Follonero llevó un chándal a Cuba para Fidel Castro, una camiseta de la selección con el nombre de Raúl para el hermano del dictador e intentó firmar la paz entre el Gobierno y los medios de comunicación. Por tercera temporada consecutiva, Salvados se instala en la noche dominical para dar una vuelta de tuerca a la realidad.
-¿Cuál es la fórmula de «Salvados»?
-Nos tenemos que reinventar de forma constante. Hace dos años todo era más sencillo. Ibas a un acto y nadie te conocía. Te acreditabas como Salvados y no pasaba nada y podías montar ahí tu historia con nuestros infiltrados. Pero ahora cuando vas a un acto y ven que hay alguien del programa entre los acreditados, te buscan. Y eso lo hace más complicado.
-¿Con qué personajes tiene más empatía?
-Creo que con la mayoría, desde políticos a deportistas o gente de la cultura. Hay muchos que colaboran con nosotros. Por ejemplo, Aitana Sánchez-Gijón, en el Festival de Málaga, hizo medio programa solo porque le gustaba. Luego hay políticos que nos han tratado muy bien. José Bono nos abrió las puertas del Congreso para hablar del 23-F sentados en la tribuna. Son cosas difíciles de conseguir si no tienes el sello de informativos, pero tampoco sé qué tipo de programa somos. A veces damos un titular, una sonrisa, una carcajada. Lo que está claro es que tenemos muchas ganas de reírnos de todo, desde nuestra madre a nosotros mismos. Y cuesta mucho reírse de uno mismo.
-¿Es autocrítico?
-Todo el equipo. Mis compañeros me dicen que me repito, me ponen la cabeza como un bombo. Luego les recuerdo que soy el jefe y que esto se hace de esta manera y que hay que seguir por ahí (risas). Esta actitud va muy bien para complicarnos la vida y que ningún programa de Salvados sea igual. Hay ganas de no tener una escaleta fija.
-¿Y qué hace que funcione un programa como el suyo?
-Marcarnos un objetivo a veces tontorrón, como darle un chándal a Fidel Castro cuando sabes que es imposible. Pero ese objetivo te permite seguir avanzando y que cada programa se convierta en una especie de película. Esto hace que todo empiece de cero. Es lo que nos enriquece.
-¿Qué famosos tiene en el punto de mira?
-Tengo ganas de entrevistar a políticos que hace tiempo que no vemos en la televisión, que han abandonado la vida pública. Por ejemplo, Eduardo Zaplana. Quiero que me explique qué tal se trabaja en Telefónica.
-¿Y cuál es la relación que mantiene con ellos?
-Buena. Es una suerte que personajes que acuden a L os desayunos de TVE o a 59 segundos estén en el programa con un tono más distendido. Siempre puedes pinchar más y ellos también pueden hacerlo. A mí me encanta cuando los invitados saben a lo que vienen y me torean, me ponen banderillas. En las entrevistas parto con ventaja porque tengo un guión que un equipo ha preparado y ellos no. Que tú a una pregunta ingeniosa tengas una respuesta mejor, tiene un gran mérito. Y nosotros jamás editamos esas respuestas, aunque quedemos peor. Para mí eso tiene un gran valor.