La Voz de Galicia

Gran Wyoming: «Los auténticos antisistema son los que nos gobiernan»

Televisión

Enrique Clemente Presentardor

Médico, humorista, actor, roquero y flamante premio Ondas. Ahora también escritor con un libro que lanza un alegato contra las políticas del Gobierno. El Gran Wyoming asegura que a «El Intermedio» le está salvando la audiencia

24 Nov 2013. Actualizado a las 14:04 h.

Afirma que solo trabaja «bajo presión, amenaza o tortura». En esta ocasión fue la presión de la editora de Planeta Ángeles Aguilera la que hizo que escribiera No estamos locos, que El Gran Wyoming define como «el libro de un gran testigo», «absolutamente subjetivo» y «escrito desde el desprecio total». El multifacético artista madrileño ha recibido el Premio Ondas esta semana como mejor presentador por El Intermedio, un programa de humor corrosivo en cuyos guiones dice que no participa, pero se identifica con su contenido.

-¿De qué va el libro?

-El libro cuenta por qué esta crisis ha provocado tamaño caos y desorden y un cambio de sistema, cuando solo es supuestamente económica. Porque aquí hay una serie de gente solapada que no quiere arreglar la crisis sino utilizarla para cambiar el sistema. Los auténticos antisistema no son los que calzan rastas y queman una papelera sino los que nos gobiernan.

-Mantiene que el Gobierno lo está haciendo muy bien.

-Cuando la gente dice que lo están haciendo muy mal se equivoca de cabo a rabo, lo están haciendo muy bien. Esa es su meta. No es que hayan incumplido su programa es que no pensaban cumplirlo. Cuando hunden la sanidad pública, que era la mejor del mundo, no es que se equivoquen en la gestión es que es su meta, hundirla para ponerla en manos de empresas que se forren. Hunden lo público, privatizan y luego se ponen al frente de las empresas. Hasta que la gente no tome conciencia de que les importamos un carajo no se va a mover.

-¿Por qué los ciudadanos no reaccionan de forma contundente?

-Lo primero, es que lo están haciendo de una forma soterrada, con lo que llaman externalizaciones, gestión. Lo van haciendo poco a poco, dando pasitos, convenciendo a la gente de que es necesario. Y hasta cierto punto comprando a la gente. En el cinturón de Madrid han construido siete nuevos hospitales, que no son nuestros, pero nosotros lo creemos. Es como si enseñáramos El Corte Inglés como si fuera público. Luego niegan la mayor, niegan que se esté privatizando y mienten con las cifras, dicen que es un sistema más barato y de más calidad. Eso es falso.

-¿Usted o La Sexta han recibido presiones para variar la línea crítica con el Gobierno de su programa o incluso eliminarlo?

-Creo que no ha habido presiones porque entre otras cosas al programa lo ha salvado la audiencia. Hubo un movimiento por una filtración en la que se contaba que estaba habiendo presiones. No lo sé, porque esto pertenece al mundo de Internet. Yo no he sentido presiones en ese sentido y por lo que he consultado a la dirección del programa, porque yo soy solo el presentador y llego tarde, no me han comunicado que las haya habido. Lo que sí es verdad es que el hecho de que el programa no solo esté vivo, sino creciendo, nos salva, es la única herramienta que tienes para defenderte. ¿Qué ocurriría si el programa cayera en audiencia? Eso ya sería otra cuestión. Pero de momento, a día de hoy, sería intocable en una sociedad democrática normal.

-¿Teme que tras publicar este libro tan crítico con el poder sí las haya?

-Yo recibo presiones constantemente. En la misma semana me han relacionado con la bomba del Pilar. Dijeron ‘seguro que Wyoming no estaba y citaron mi nombre. Es como si digo yo seguro que Rajoy no vende heroína. Y también me han puesto de cocainómano, que no lo soy. Y me han acusado de ser camello de cocaína, que tampoco lo soy. Además lo ha dicho un exportavoz del Gobierno como Miguel Ángel Rodríguez. Está muy asumido que a esta gente de la derecha hay que consentirles todo. Yo no puedo decir las cosas que dicen de mí. Si yo dijera las cosas que dicen de mí, en los mismos medios, no podría aparecer en ninguna televisión nunca más.

-¿Se ha planteado dar el salto a la política?

-No. Si me dedicara a la política tendría que exigirme a mí mismo lo que estoy exigiendo a los políticos: honradez, dedicación, vocación de servicio. No tengo vocación de servicio, no he nacido para eso, no valgo y además hasta soy corruptible. Y otra cosa que digo, con toda la humildad de mundo, es que yo no estoy cualificado, simplemente denuncio cosas. Pero igual que puedo denunciar un atraco y no sé cómo se hace. Vivo muy bien y no quiero dedicarme a hacer este tipo cosas, a sufrir. No quiero renunciar a mis privilegios por servir a los demás.

-La derecha critica que alguien de izquierdas tenga una vida privilegiada. ¿Un rico puede ser de izquierdas y un obrero de derechas?

-El obrero de derechas es tonto por definición y el rico puede ser lo que le salga de los cojones. Tolstói se apuntó a la revolución y era un aristócrata. Yo puedo estar más a gusto, a pesar de mi renta, en el bar de debajo de mi casa, donde me encuentro con amigos y me tomo una caña por cincuenta céntimos, que en la cafetería de determinado hotel de cinco estrellas, que me parece un balneario de la tercera edad. Con las ideologías pasa un poco igual. Pero es que yo no digo que soy de izquierdas. Si dicen que lo soy allá ellos, sabrán por qué lo dicen. Si lo siguiente es que no puedo serlo, es que a lo mejor, no lo soy.

-¿Pero no es de izquierdas?

-No. En esencia no. Lo que pasa es que comparado con la sociedad, a lo mejor soy hasta de extrema izquierda, pero eso no lo decido yo. Lo que sí pienso es que creer en la justicia, la sanidad pública, defender la educación pública, apostar porque los trabajadores tengan un vida digna y que sus hijos puedan tener una educación de calidad, esto te convierte hoy en un hombre de izquierdas, porque la derecha está en todo lo contrario. Es un acto de egoísmo por mi parte, no solo de altruismo. Yo no quiero vivir en un gueto con torretas de vigilancia con tíos con ametralladoras porque ha habido una quiebra social de aquellos a los que se les ha desposeído de todo y que se quieren comer a los ricos. Me gusta la paz social y eso cuesta dinero. Creo que nuestros impuestos deben ir ahí. Por eso cuando la derecha se ríe de los servicios públicos y de los progres que los piden es porque ellos tienen claro lo que van a hacer, defenderse, enclaustrarse en sus guetos y defenderse del pueblo llano. Yo no quiero defenderme, yo quiero vivir con él.

-Pero hay mucha gente de derechas que le considera un rojo peligroso.

-Me consideran peligroso para sus intereses. Y rojo sí, me lo dicen, y curiosamente estamos sufriendo una regresión en esto. Me ha empezado a llamar rojo la gente desde lo coches, como si fuera un insulto. A mí rojo no me parece un insulto. Es como si me llaman ateo, no me parece un insulto.

-Formó parte de los artistas de la «zeja» que apoyaron a Zapatero.

-No. Parece es que fui el director, pero no. Ni salí en el vídeo ni he estado nunca en un mitin del PSOE.

-Pero votó a Zapatero.

-No me acuerdo. Sí, he votado al PSOE más veces, a Zapatero concretamente yo creo que sí. Desde luego en las primeras seguro. Pero yo muchas veces he votado para que no gane otro. Yo sería partidario de una cosa que es el voto negativo, le quito un voto a este.

-¿Si estuviera un socialista en el Gobierno haría una crítica tan feroz como a Mariano Rajoy?

-Si hicieran lo que se ha hecho sí. Me dicen mucho, ¿por qué no hablas tan mal de Zapatero como de Aznar? Es que no se lo merece. Con Aznar solo se puede hacer una serie de 20 capítulos espectacular, de todo lo que coció, de todo lo que sacó Berlusconi, es acojonante. Yo estuve en una universidad con Franco que era gratis. Lo que no puede ocurrir es que en una dictadura fascista la gente pueda ir a la universidad y en una democracia no. Hasta ahí no podemos llegar, ya está bien. Y de esto son responsables unos señores sí y otros no. Pero si hicieran lo mismo, por supuesto. Si el PSOE se dedica a hundir la sanidad pública por supuesto que me cago en todos sus muertos. No tengo ningún familiar ahí metido.

-¿Qué le ha parecido la sentencia del «Prestige»?

-Vergonzosa, simplemente vergonzosa, que nadie pague por nada. Y después hay una cosa muy peligrosa porque si todo está bien significa que volverían a hacer lo mismo. Hasta cierto punto, lo que viene a decir la sentencia es que en un caso semejante eso es lo que habría que hacer. Es una desgracia para la humanidad.


Comentar