El ángel salvador de Lucas Pérez
Torre de Marathón
La pasión de Lucas Pérez
Estreno soñado del coruñés, que lideró la revolución del Dépor pese a estar mermado físicamente
20 Oct 2014. Actualizado a las 15:39 h.
Cuentan que después de morir, el Cid aún ganó una batalla. Amarrado al caballo, encendió a los suyos y provocó el pánico en el enemigo. Ayer al Valencia no lo tumbó un muerto, pero casi: lo hundió un futbolista a medio gas, capaz de resucitar al Dépor con su presencia y una carrera, sin Babieca de por medio.
Lucas había anunciado el miércoles que estaba «al cuarenta o al cincuenta por ciento». Y no mentía. Deambuló sin meter el pie durante casi tres cuartos de hora, hasta que al filo del descanso se echó un esprint formidable para encauzar la primera victoria blanquiazul en Riazor esta campaña. Estreno a lo grande del hijo pródigo, eje de la efectiva y necesaria revolución victoriana.
El tanto del chico del barrio de las Flores resultó fundamental, porque permitió abrir brecha en un momento clave, al borde del descanso. Fue un zurdazo ajustado al palo para salvar la estirada de Yoel. «Tiene ángel. Y el ángel es que tira a puerta, pega en el poste y entra a gol», proclamaría más tarde el entrenador del coruñés en sala de prensa. Un aura que la grada apreció en pie cuando el míster reconoció con el cambio la escasez de fuerzas del atacante. «Se le han hecho largos los 55 minutos», admitió Víctor Fernández, enamorado confeso de Lucas: «Es un jugador que me gusta particularmente porque encaja mucho en mi fútbol».
Rabia y felicidad
También en el del templo blanquiazul, huérfano desde hace tiempo de vecinos a los que idolatrar -el indulto a Juan Carlos, otro niño del Materno, fue recibido con aplausos-. La ovación de despedida emocionó al futbolista, obligado a aplazar por más de un cuarto de siglo la anhelada presentación entre los suyos. «Se te viene a la mente que pasé por Ucrania, que estuve lejos de mi familia y ahora estoy muy contento de estar aquí», aseguró más tarde entusiasmado al recordar las sensaciones vividas durante el choque.
En zona mixta reconoció que en su actuación «había rabia porque he luchado mucho estos años por lograr mi sueño. Estoy muy feliz de estar en casa y marcar». «El gol se lo dedico a mis abuelos -explicó-, que sin ellos no estaría aquí, y a los amigos que me han apoyado en momentos duros de mi vida». Sinsabores endulzados un domingo por la tarde, resucitando al Dépor a medio gas.