Noche de presión en Riazor
Torre de Marathón
El Dépor y la Real Sociedad disputan un partido trascendental por despegar de los últimos puestos
22 Nov 2014. Actualizado a las 12:43 h.
El Dépor no disputa esta noche una jornada más de Liga, sino aquella en la que puede dilucidar cómo va a acabar el año, si a flote entre los que luchan por salvar la categoría o hundido y preocupado por su futuro. Al cabo de dos empates y una derrota, malgastó el crédito del brillante triunfo sobre el Valencia y ahora se enfrenta a la Real Sociedad, con la que marcha igualado a puntos, en una encrucijada de incierto signo.
Riazor aguarda expectante a un equipo que más allá de aquellos recordados tres puntos ha ofrecido su peor versión como local de la mano de pobres partidos como el último disputado contra el Getafe. Nada disgustaría más a la grada que un nuevo tropezón, otro contra un rival directo, en la pugna por abandonar las últimas posiciones.
Con esta premisa resulta llamativa la manera cómo los dos entrenadores han preparado el partido, pues ambos se han esforzado por restar presión a sus respectivas plantillas. Víctor Fernández se sacó de la manga un cambio de sistema del que se lleva hablando toda la semana en A Coruña. La posibilidad de que su equipo abandone la habitual línea de cuatro defensas para jugar hoy con tres centrales y dos carrileros suscitó un debate positivo (se recordaron los tiempos del Superdépor y la resurrección de la mano de Lotina en el 2008), al tiempo que mantuvo a los futbolistas enfrascados en nuevas tareas y mecanismos.
En el anterior descanso liguero la visita de un archirrival como el Valencia o el debut de Lucas privaron de otros pensamientos a un Dépor derrotado cuatro seguidas, pero que acabó atropellando a su potente adversario. Esta vez el posible nuevo esquema sirvió a los coruñeses para plantarse en las horas previas al choque concentrados en el fútbol, mientras de nuevo apartan cualquier pensamiento sobre su delicada situación clasificatoria. Queda por ver si el resultado final vuelve a sonreír a los locales, que es de lo que se trata.
En la Real el fichaje de David Moyes sirvió como bálsamo a un equipo que hasta la sorprendente victoria sobre el Atlético apenas había sumado seis puntos en diez jornadas. Nada se conoce de los planes del entrenador escocés, que atraerá a Riazor a periodistas llegados desde el Reino Unido y ha logrado revertir el aluvión de críticas que estaba recibiendo una plantilla de relumbrón (hasta diez de los futbolistas que disputaron su último partido en Riazor hace dos años, cuando sellaron su pase a la Champions, podrían repetir hoy) en un discurso de ilusiones y apertura de una nueva etapa.
Dudas
Lo cierto es que tanto afán por ocultar los verdaderos objetivos del partido, que son ganar y, de paso, empujar al contrincante hacia las posiciones de descenso, dejaron un buen puñado de dudas acerca de los planes tácticos de unos y otros. La suspensión del castigo a Postiga y la recuperación de Toché, quien ayer mismo recibió el alta médica, abren la posibilidad de que Víctor Fernández dé marcha atrás y opte finalmente por mantener los cuatro defensas, después de que el Dépor no encajase en tres de las cuatro últimas jornadas, y sí refuerce el juego ofensivo con las novedades de Juan Domínguez y Cuenca respecto al bloque que empató sin goles en Córdoba.
En este juego de apretar y descomprimir, el equipo coruñés debe responder hoy cómo atacará a la Real Sociedad y cómo buscará un triunfo trascendental antes de visitar el Calderón. Toda una noche bajo presión.