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Torre de Marathón

alexandre centeno a coruña / la voz

Deportivo y Valencia mantienen una dura rivalidad cuyo germen está en la noche del penalti de Djukic

30 Oct 2016. Actualizado a las 11:52 h.

«Aquel día vi tíos llorando como si se les hubiera muerto su madre en ese momento. Son imágenes que son difíciles de olvidar». El que habla es Fran, el hombre que más partidos ha vestido la camiseta del Deportivo. El que fuera capitán blanquiazul resume con sus palabras lo que para el deportivismo supone un encuentro contra el Valencia, un eterno enemigo desde 1994.

En aquel penalti errado por Djukic, el puño en alto de González y el adiós a una Liga soñada envuelto en una suculenta prima, se encuentra el germen de esa rivalidad existente entre ambos conjuntos, que desde aquel día han coincidido en importantes citas, muchas marcadas por la polémica y en las que las sonrisas y lágrimas se han alternado.

Liga 1994-95

Billetes en Riazor, encerrona en Manises. La temporada siguiente al penalti errado por Djukic resultó explosiva en lo que a los enfrentamientos entre el Valencia y el Deportivo se refiere. En la octava jornada de la Liga 1994-95, el conjunto levantino fue recibido en Riazor al grito de «¡Peseteros!», acompañado del lanzamiento al campo de fotocopias de billetes. Los radicales valencianos devolvieron el recibimiento, con menos imaginación, en Manises, con motivo del partido de la segunda vuelta. Un paisano suyo, Nando, fue la mayor víctima de sus iras: «Sabíamos que nos iban a esperar, pero duele porque parecía que nosotros éramos los malos de la película. Y no era así», explica. El motivo de atacar al lateral estaba en unas declaraciones del presidente che, Paco Roig, en las que lo acusaba de haber llamado a Arroyo poco antes del partido del año anterior para desestabilizar.

 La copa

La premonición de Paco Liaño se cumple y el Dépor se sacaba la espina de la Liga. Veintidós años después de que Alfredo hiciera feliz a toda una ciudad, Paco Liaño todavía se acuerda del vaticinio que hizo al terminar el partido de Liga de la temporada anterior, tras la detención del penalti por parte de González. «Estaba como estaba, me preguntaron y, claro, lo primero que se me ocurrió fue decir aquello de arrieros somos... No imaginaba que un año después íbamos a poder tomarnos la revancha. Para mí, ganarles aquel título y del modo que lo hicimos, sirvió para saldar la deuda», confiesa el exportero blanquiazul.

El héroe del partido, Alfredo, aún recuerda hoy cómo sus compañeros le habían anunciado su protagonismo. «El primero que me lo dijo fue Nando. Después Claudio y Aldana. Supongo que sería porque había marcado cuatro años antes en otra final. El caso es que me paraban por el hotel y me decían que habían soñado que marcaba. Yo les respondía que había soñado que fallaba uno clarísimo», recuerda entre risas.

 Pelea fratricida

Albelda provoca un enfrentamiento entre Víctor y Djalminha. Enero del 2001. El entonces vigente campeón de Liga es tercero en la clasificación y recibe la visita del líder, el Valencia, en la decimoctava jornada. Cuatro puntos separan a ambos. El partido es muy tenso. Albelda se encarga de endurecerlo y Djalminha no esquiva el cuerpo a cuerpo con el valenciano. Ambos se pasan el partido buscándose. El Dépor gana 2-0 con goles de Pandiani y Makaay en los minutos 87 y 89, respectivamente. El brasileño está eufórico y quiere saldar cuentas pendientes con el duro che. Entonces, aparece la figura de Víctor Sánchez del Amo, que, cual súper héroe, se interpone y acaba peleándose con su compañero.

CESAR QUIAN

 Cañizares

El portero calentó la vuelta de la Supercopa del 2002 tras encajar tres goles en Riazor. Partido de ida de la Supercopa del 2002. El Dépor lo afronta como campeón de Copa; el Valencia, de la Liga. Riazor vibra con la escuadra de Irureta, que realiza un espléndido partido en el que barre del campo a su rival. Cañizares encaja tres goles. No había tenido una buena actuación. Pero peor fue la que protagonizó camino del vestuario, tras recibir el impacto de una pelota de papel de aluminio. Sobreactuó de tal manera que encendió el ánimo de la grada y a muchos jugadores blanquiazules, como Duscher, que acusó al portero de fingir. Mauro Silva también se pronunció durante la semana siguiente, criticando cómo, a su entender, estaban calentando el partido en Valencia.

 Descenso

De nuevo, el Valencia, en otra negra noche en Riazor. Diecisiete años y dos días después de que el Valencia privara al Dépor de una Liga, el conjunto che fue testigo de excepción del descenso blanquiazul a Segunda. Fue en la campaña 2010-11. A los coruñeses les valía el empate, pero perdieron 0-2. La imagen de Valerón llorando en el campo todavía es recordada hoy en Riazor.


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