La Voz de Galicia

Duelo íntimo en Riazor

Torre de Marathón

xurxo fernández a coruña / la voz

Deyverson y Sidnei, amigos tras coincidir en el Benfica B, se miden por primera vez

14 Feb 2017. Actualizado a las 05:00 h.

A Sidnei no le gusta hablar de aquella época en la que todo se torció. De cuando pasó de necesario para Quique a contingente para Jorge Jesús. De la cesión al Besiktas y el regreso a Lisboa para perder un curso completo jugando en el filial. Él, que había sumado a su palmarés un par de Copas de la Liga, una Taça de Portugal y un campeonato luso vistiendo de encarnado, concluía su estancia a préstamo en Turquía y se iba directamente al B de las águilas. Su más grande paso atrás desde que llegara de Porto Alegre con solo 19 años y el cartel de futuro central de la canarinha.

Cuatro veranos más tarde, sin embargo, el rumbo se había torcido y debía tomar otro avión, citado por Norton de Matos para disputar un amistoso en Grecia con las promesas benfiquistas. Mientras, su nombre sonaba por primera vez en A Coruña, en donde no recalaría hasta dos años después.

A Salónica ni siquiera fueron otros desterrados, como Roderick (quien ya había encontrado acomodo en Riazor) o Urreta. Tampoco varios de los más jóvenes, como Cancelo, Helder Costa o André Gomes. Estaban, eso sí, Iván Cavaleiro y un punta recién llegado de Brasil. Deyverson era de la misma quinta de Sidnei, pero sus carreras deportivas poco tenían que ver. El defensa había llegado desde el Inter, un equipo con solera en el país sudamericano; el delantero, de explosión bastante más tardía, procedía de un club de cuarta fila de una pequeña localidad en el estado de Río: el Mangaratibense. Sin embargo, la relación entre ambos obvió el pedigrí y Deyverson se integró pronto en el nutrido círculo de brasileños del Benfica, donde Sidnei era ya un veterano.

El capo de aquel grupo era (y sigue siéndolo) Luisao. Eterno central encarnado, que conserva su plaza fija en Da Luz a los 36. Dirigía la zaga del primer equipo, con Luisinho como opción en el lateral izquierdo. Por delante se agrupaban un buen número de futbolistas importantes (Aimar, Gaitán, Javi García, Nolito, Witsel, Saviola...) y explotaba un veinteañero holandés. Ola John, que aquella temporada participó en 42 encuentros.

Cinco amigos

Brasileños había un buen puñado (Jardel, Bruno César, Lima, Michel...), pero Deyverson acabó mezclando mejor con Julio César, el portero que después jugaría en el Granada y el Getafe, y Alan Kardec, un atacante que ahora engrosa la legión de futbolistas extranjeros en China.

Con ellos dos, con Luisao y con Sidnei. Cuatro buenos amigos que aún mantiene el ariete y que le hicieron más fácil la adaptación. En ese filial se forjó el punta incómodo que hace exactamente una vuelta encauzaba la enorme victoria del Alavés en el Camp Nou. Entonces, se acordó de Norton de Matos, su primer técnico en Europa. «Dios es fiel e hizo que usted se encontrase conmigo en el Benfica B. Hoy puedo estar orgulloso y hacerle sentir orgullo. No tengo palabras, míster», escribió en redes sociales.

Este sábado, Deyverson, delantero casi por accidente -su padre y su hermano son porteros, puesto en el que él empezó a jugar hasta que se convenció de que no valía para ello-, podrá medirse por fin a su colega Sidnei en Riazor. Aquel central sobrado para la categoría en la que el punta se estrenó estará por primera vez en el equipo de enfrente sobre el césped. Porque hasta ahora, la suerte les fue esquiva en su intento de coincidir.

Cuando Deyverson jugaba en el Levante, la temporada pasada, se ausentó por sanción en el duelo con el Dépor de la primera vuelta, y Sidnei se perdió por lesión el de la segunda. Por ese mismo motivo se quedó Garitano sin su central en la jornada 4 de este curso, mientras que el brasileño del Alavés no abandonó el banquillo en el reciente cruce copero. No ha sido posible enfrentar aún la eficacia del delantero (cinco dianas esta campaña) y la del central. Dirimir el duelo íntimo del filial encarnado.


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