Tanto sufrimiento como felicidad
Torre de Marathón
15 May 2017. Actualizado a las 05:00 h.
Un empate sin goles para seguir en Primera. Una metáfora de una temporada gris. Porque, como sucedió durante el resto del curso, tampoco le bastaron al Deportivo sus méritos en la penúltima jornada. Necesitó que a Bakumbu se le torciese el tobillo casi a puerta vacía y que el Leganés arrancase un empate en San Mamés. Ya antes se había encontrado por fin con un regalo arbitral que permitió a Lux terminar el partido sobre el campo. Así que resulta imposible encontrar un héroe de la salvación en Villarreal después de un final de liga doloroso. Tampoco hay épica en el epílogo, más allá de una defensa numantina y un grupo honrado que dedicó gran parte del partido a tapar huecos aquí y allá, un bloque que terminó cediendo metros y metros alrededor de su portería. Pero el incalculable valor de la permanencia pesa más que todo y por eso el 0-0 cambió anoche la cara del deportivismo. Con tanto sufrimiento como felicidad.
Pepe Mel llegó en marzo para salvar al equipo del descenso y, pese a todos los matices que encierra un final de liga con demasiados altibajos, alcanzó el objetivo. El cierre de la temporada estuvo lejos de las expectativas que generaron las primeras semanas en las que el madrileño agitó el deportivismo de su letargo. Pero cumplió en un contexto delicadísimo. Ahora tendrá tiempo para participar en la confección de la próxima plantilla, preparar su modelo, empezar a competir y devolver auténticas esperanzas al deportivismo.
Las estrecheces económicas dibujan por ahora un panorama marcado por la austeridad. Pero al calor del verano, cuando todos los sueños parecen posibles, y el recuerdo de tantos partidos de sufrimiento se desvanezca, el deportivismo vuelve a tener derecho a ilusionarse.