Oficio, paciencia, profundidad y pegada
Torre de Marathón
30 Sep 2018. Actualizado a las 23:03 h.
Un triunfo con oficio. El Dépor marcó en Tarragona buena parte de las diferencias que le separan de la mayoría de los rivales de Segunda. Tiene a favor la baza del respeto que provoca y, por ahora, parece dispuesto a aprovecharla. Una oportunidad para afianzarse en el grupo de cabeza y no la desaprovechó. Quizá el golpe encima de la mesa tuvo más que ver con la autoridad y la superioridad que con el brillantez, pero el grupo de Natxo González aparenta cada vez mayor solidez y comienza a atisbársele la pegada de un claro candidato al ascenso. Pragmático y serio, apenas pasó apuros en su portería, controló el partido de principio a final y aprovechó a un jugador en racha -Quique González- para sentenciar el choque. El dúo Carlos Fernández-Quique González encaja, tiene talento y pólvora, Carles Gil comprende cada vez mejor su papel y se acerca al jugador por el que el Dépor apostó la campaña pasada, Vicente Gómez ilumina el ataque y la actuación de Saúl contradice cualquier duda anterior. El pie izquierdo del lateral cántabro generó los dos últimos goles del Dépor, el primero pisando área y el segundo en un centro (otro) de los que el cuadro coruñés ha añorado en los últimos tiempos. Si Saúl partía como el tercer lateral zurdo habrá que pensar que Dubarbier o Caballo están a un paso de la internacionalidad. A la ofensiva se ha unido Cristián Santos, que solo necesitó treinta segundos para marcar su primer tanto.
Siete jornadas -cinco lejos de Riazor- han bastado para que el Dépor haya sorteado unas cuentas dudas. Las piezas van encajando, la plantilla apunta a la profundidad necesaria para acometer un ejercicio de paciencia. Buenas noticias.