Veinte maneras de perder un balón
Torre de Marathón
El encuentro de Fuenlabrada retrata las dificultades que tiene el Deportivo para desarrollar el juego directo, ante la falta de especialistas en este estilo
06 Nov 2019. Actualizado a las 05:00 h.
Dieciocho paneles termosellados, capa extra de espuma, carcasa de nombre futurista y esfericidad perfecta. Tanto esfuerzo en innovación para construir una bola que hace extraños y está destinada a cambiar de pies varias veces en hora y media. Hay equipos, muy pocos, capaces de elegir el momento en que más les conviene quedarse sin todo lo que contiene una pelota; retrasar el inevitable instante de perderla. El Dépor no pertenece a ese grupo.
Convencido de forma empírica de la incapacidad de los suyos para decidir cuándo, Luis César se resignó al dónde; lo más lejos posible del área propia. Camuflado como juego directo, una condición que aún requiere mayor práctica, trazó un plan que Koné desnudó el lunes en sala de prensa. «Veníamos de encajar en muchos partidos y cuanto menos tiempo pase el balón cerca de nuestra portería, mejor nos viene», resumió con simplicidad el marfileño. «Así es como el míster decidió plantear el partido. No nos encontramos nada cómodos. Casi todos los segundos balones los ganaban ellos», había denunciado poco antes, señalando el lado oscuro de la propuesta. Un fundido a negro registrado en cifras: de las 89 ocasiones en que el Dépor jugó en largo, solo 16 llegaron a destino. Durísimo 18 % de acierto que se explica deteniendo el vídeo en las intervenciones de Dani Giménez.
El meta, que hace unos meses participaba decisivamente en el impecable inicio del juego blanquiazul, también fue el encargado de arrancar la transición ofensiva en 28 ocasiones durante el encuentro ante el Fuenlabrada. Solo una vez lo hizo en corto. Se había alcanzado la hora de partido y buscaba a Montero en un saque con la mano. A partir de ahí, el Deportivo trenzó su acción con más pases, finalizada en un chut desviado de Borja Valle.
El resto fueron envíos a campo contrario, y solo cuatro le llegaron a un compañero de equipo. Conjunto, el coruñés, que manifestó enseguida sus intenciones. A los tres segundos del duelo, Lampropoulos golpeaba buscando a Valle y encontrando un saque de banda en contra. A los 33, la pelota regresaba al griego, que volvía a sacudirle con saña para tratar (sin éxito) de conectar con Longo. A los 39, turno de Bergantiños. El intento del capitán moría directamente en los guantes de Biel Ribas. Tres presuntos pases largos sin haberse consumido el primer minuto del choque. Variedad de resultados. Todos malos.
A los dos minutos de cita asomaba por fin Dani. Saque de puerta, orden de adelantar líneas y bola al aire que va a parar entre Longo y Koné, donde aparece Chico Flores. El central acabó convertido en rey de los duelos. Participó en 17, ganó una decena. Desviando la vista al extremo opuesto asoma el delantero italiano de los coruñeses. Una sola victoria en ocho peleas por alto por el cuero. Fue en el minuto 20, después de tres batallas perdidas; todas ante José León, compañero de Chico en el eje de la zaga fuenlabreña. 183 centímetros el central formado en el Real Madrid; 187 el surgido del Cádiz. Entre uno y otro, los 185 de Longo, quien pese al tamaño nunca ha dado la talla en este tipo de disputas.
El engañoso perfil del punta le ha hecho perder mucho tiempo. Su currículo previene acerca de posibles fraudes: su único tanto en el Huesca fue con el pie, como nueve de los doce que anotó en el Tenerife y trece de los catorce que convirtió en el Girona. Cuatro goles de cabeza entre 27. Su cuerpo tampoco es útil como boya porque rehúye el choque. Sus virtudes tienen que ver con la inteligencia y la técnica, no con el físico y convierten el estado de ánimo en un factor aún más determinante. El sábado abandonó tocado el Fernando Torres.
Sobre el césped le había relevado Santos, quien en poco más de media hora participó en tantos duelos aéreos como su predecesor en la plaza de ariete. Ganó tres, aunque en uno obtuvo como premio una tarjeta amarilla por golpear al adversario con el codo. El resto de envíos de Dani se los repartieron como receptores Valle, Koné y Jovanovic (uno por cabeza). Solo el marfileño retuvo el cuero, descargándolo para Peru. En total, cuatro victorias y más de veinte balones perdidos. Todos, eso sí, lejos de meta.