La Voz de Galicia

«Es una ocasión única, disfrutad»

Torre de Marathón

Sergio Canosa

Así vivió el Teresa Herrera Sergio Canosa, lateral del Oza juvenil

Sergio Canosa, lateral del Oza Juvenil, narra su experiencia en el Teresa Herrera, enrolado en la selección de modestos

20 Dec 2020. Actualizado a las 20:06 h.

Recibí la llamada hace dos semanas, mientras planchaba. Carlos Cotelo, mi entrenador en el Oza Juvenil, me dijo que habían contactado con él para preguntarle por un lateral izquierdo para disputar el Teresa Herrera y quería saber si yo estaba interesado. Pensé que me estaba vacilando, no me creía que me fuesen a dar la oportunidad de jugar en Riazor. A mi familia y a mis amigos también les costó creérselo. Encima, pasaron dos días hasta que se creó el grupo de WhatsApp con todos los convocados y ya empezaba a dudar de si podía tratarse de una broma. Pero no.

Solo teníamos dos sesiones para preparar el encuentro, la mayoría no habíamos jugado nunca juntos y muchos venían de estar completamente parados por la crisis sanitaria. Yo solo llevaba un mes de entrenamientos con el Oza. El seleccionador, Bardanca, decidió que disputáramos un par de partidillos para tratar de conjuntarnos y ganar ritmo. A cada uno nos dieron una equipación del Dépor de la pasada temporada. El viernes pasamos el test obligatorio para jugar. Di negativo. Nos citaron para someternos a otro justo antes del partido.

Por eso me tocó madrugar. Aunque, en realidad, apenas pude dormir. La alarma sonó a las 8.30, desayuné algo, preparé la bolsa y salí para Riazor junto a mis padres, Pepe y Ana. Nos habían dado dos entradas por jugador.

Los de la selección del fútbol aficionado habíamos quedado delante de la Deportienda. En el centro médico donde nos hicieron la nueva PCR nos ofrecieron alguna entrada más. Pensé en llamar a mi hermano, pero no le iba a dar tiempo a llegar. Una lástima que avisaran tan tarde porque muchos conocidos se habían quejado de no poder verlo ni por televisión.

Al fin saltamos al césped. Fue un momento especial. Ya había ido alguna vez al campo, aunque esto no tenía nada que ver. Entré un poco tarde al vestuario y ya apenas quedaban números libres. Cada uno había ido eligiendo, según las tallas disponibles, y a mí me tocó el 12, que no me decía nada, pero del que a partir de ahora guardaré buen recuerdo. Con él jugué el Teresa Herrera. La edición 75, además. Las instrucciones del míster fueron sencillas: «Es una ocasión única, así que salid y disfrutad».

Me tocó empezar en el banquillo, pero allí también lo pasamos bien. Los compañeros salieron muy bien plantados y hasta tuvimos alguna para marcar. Los suplentes celebramos cada oportunidad. A la media hora, Bardanca me dijo que me tocaba salir. Iba a sentirme profesional por un día. La verdad es que me emocioné.

Y al poco de saltar al césped, el penalti del 1-0. La acción me pilló lejos, pero en el vestuario decían que Rui Costa exageró. El caso es que llegamos perdiendo al descanso, pero aguantando bien. El entrenador nos pidió seguir así.

Aún me mantuve hasta el minuto 60. Noté la diferencia, claro, pero diría que no lo hice mal. Del Dépor me gustaron especialmente Lara y Galán.

Después me estaban esperando mis padres. Él también jugó al fútbol, en el Camariñas, y, como siempre, lo primero que hizo fue corregirme; después, me dijo que le había gustado y me felicitó. Como toda mi gente. Están orgullosos. Va a ser un día difícil de olvidar.


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