Lucas Pérez sabe hacerse esperar
Torre de Marathón
El coruñés no tira la toalla con el Dépor, al que ya retornó hace cinco años en el último día de mercado, como sucedió con su pase al Arsenal, el Alavés y el Cádiz
31 Aug 2022. Actualizado a las 05:00 h.
«Creo que el presidente lo dejó bien claro: el porcentaje de que Lucas salga del Cádiz es cero por ciento». La confianza de Jorge Cordero, director deportivo del conjunto andaluz, no solo es ajena a cualquier carambola impredecible, sino que obvia el pasado del futbolista coruñés. Un jugador que permaneció varios días recluido en su piso de Salónica —capeando la ira de unos ultras que luego lo despedirían con ovación— mientras intentaba convencer al dueño del PAOK para que le permitiera vestirse otra vez de blanquiazul. Había probado Riazor de prestado y tenía la determinación de retornar en propiedad. La cabezonería se alió entonces con el afecto de Ivan Savvidis —aquel mandatario que un día bajó al césped del estadio de La Tumba pistola en mano—, comprensivo con la morriña del delantero hasta el punto de autorizar su venta como antes había aprobado su cesión. El traspaso se consumó a mediados de mes y el punta tuvo tiempo de trabajar unos días con Víctor Sánchez del Amo antes de que arrancase el torneo. Anomalía previa al hábito de mudarse con el mercado a punto de cerrar.
Así sucedió un año y 18 goles más tarde; el último, anotado ya en la temporada 2016-2017. Fue en el único partido que disputó con el Dépor antes de que el Arsenal destinara más de 20 millones a hacerse con su pase —había costado 1,5, aunque el conjunto griego se había reservado el 30% de una futura transacción—. El 30 de agosto del 2016, Lucas abandonaba otra vez Monelos y se trasladaba a Londres. El 31 de agosto del 2017 lograría volver.
La operación retorno se consumó de nuevo con la ventana de traspasos casi cerrada, tras semanas de tira y afloja, y con un desenlace que sorprendió al propio jugador. «Tengo ganas de hablar con Tino [Fernández] para saber qué hizo para desbloquear la situación», manifestó el punta antes de someterse a reconocimiento médico. «El Arsenal había cerrado acuerdos con muchos clubes, pero les dejé claro que quería venir aquí. Ya lo he dicho muchas veces: el dinero no me da la felicidad. Yo me muevo por emociones que tengo», detalló, aclarando que había seguido las intentonas para traerlo cedido «con mucha paciencia, esperando en el hotel».
La tercera experiencia como local en Riazor fue sin duda la menos buena. A nivel colectivo, porque el equipo perdió la categoría, cerrando una campaña nefasta a catorce puntos de la salvación. A nivel individual, porque el vestuario fue un avispero del que participó el propio futbolista, peleado además con un pequeño sector de la hinchada. Concluido el curso, se marchó al West Ham.
Y de allí, a un Alavés donde quedó libre a los doce meses, enfrentado al entrenador. Abelardo, que en su momento acusó ante los medios al atacante de haberle faltado al respeto a él y al resto de la plantilla, haría más tarde acto de contrición: «Creo que no estuve acertado y lo reconozco. Al igual que yo creo que él no estuvo acertado en algunas cosas que pasaron, yo tampoco lo estuve al decirlo públicamente». Entonces ya habían separado sus caminos. Lucas Pérez vivió unos días como agente libre antes de comprometerse por una temporada con el Elche. Esperó al 31 de agosto del 2021 para firmar.
Marcó a los doce minutos de su estreno y tras el choque devolvió el recado al técnico que lo señaló: «Todos sabemos quién me ha hecho daño (...) ¿Por qué tira la piedra y esconde la mano? ¿Por qué no cuenta qué ha sucedido realmente?». En el Martínez Valero jugó media campaña y volvió a salir. Completó el curso apuntalando la permanencia del Cádiz, tras recalar en el Nuevo Mirandilla el último día de enero, en un traspaso difícil de explicar. «Me ha cogido de sorpresa, como a todo el mundo», admitía Lucas. Con él, cualquier cosa es posible. Hasta el final.