«Quiles no ve por el ojo, está destrozado»
Torre de Marathón
«Está muy jodido y mañana estará peor», indica Soriano sobre el onubense, cuya patada en el rostro debió ser castigada con roja a tenor del reglamento
30 Apr 2023. Actualizado a las 23:46 h.
Estaba siendo el hombre del partido. Se sentía como pez en el agua en un duelo especial para él. Volvía a Córdoba. El lugar en donde pudo debutar en la liga profesional a la que ahora añora volver, pero también donde no le dieron continuidad para intentar algo grande en el fútbol. Había marcado un gol, había tenido otras dos ocasiones, hasta que una patada lo quitó de circulación. Una acción que se saldó con una insólita amarilla para Ekaitz Jiménez por «golpear con el pie en la cara de un adversario de forma temeraria en la disputa de un balón», escribió en el acta el colegiado.
¿Debería haber sido roja? «Las entradas o disputas del balón que pongan en peligro la integridad física de un adversario o en las que el jugador se emplee con fuerza excesiva o brutalidad deberán sancionarse como ‘juego brusco y grave’». Es lo que dice literalmente el artículo número 12, de las reglas del juego de la FIFA 2022-2023. La misma que Díaz de Mera aplicó sobre Quique González en diciembre del 2018, cuando el entonces delantero del Deportivo realizó una chilena dentro del área en aquel encuentro ante el Málaga de infausto recuerdo.
No lo vio así Francisco Fernández Vidal en el Nuevo Arcángel. Corría el minuto 65 de partido y Alberto Quiles se dirigía como una flecha hacia la portería del Córdoba. El balón venía alto, metió la cabeza para hacerse un autopase y plantarse solo ante Carlos Marín, pero justo en ese momento se encontró con la bota del lateral izquierdo local, que impactó en su cara, abriéndole una brecha enorme de la que manaba sangre en abundancia, a la altura de su ojo. «No creo que fuera intencionado bajo ningún concepto, porque sabemos que es un buen chico», intentaba restarle importancia Óscar Cano, en sala de prensa. Seguramente ignorando que la norma no alude en ningún momento la intencionalidad y concede incluso el derecho a la roja «en las disputas de balón», siempre que «pongan en peligro la integridad física de un adversario». Algo que el propio Cano reconoció que sí había pasado: «Vamos a ver si tiene algo desprendido. El ojo lo tiene cerrado», añadió.
Sus compañeros, impactados
Más elocuente estuvo Mario Soriano justo después de estar con su compañero y comprobar cómo estaba: «Está muy mal, no ve, está destrozado. Le han puesto puntos. Está muy jodido y seguro que mañana estará peor, porque es que no ve por ese ojo», explicaba. «Está mal, está mareado. Ha sido un golpe muy fuerte. Espero que recupere bien y podamos tenerlo pronto a nuestro lado», confirmaba también Jaime Sánchez.
Quiles centró toda la atención del pospartido. Al tratarse de un golpe en la cabeza, toda precaución era poca. «Está mareado porque tiene una conmoción cerebral a consecuencia de la contusión facial. Le dimos ocho o nueve puntos de sutura. La inflamación en el párpado le condiciona porque ahora mismo no puede abrir el ojo, así que a ver cómo evoluciona», explicaba el médico del club, Carlos Lariño, una hora después de acabar el partido.
Incluso, anoche estaba sobre la mesa la posibilidad de que permaneciera en observación en un hospital de Córdoba, ante la gravedad de lo sucedido. «Va muy conmocionado. A ver cómo pasa la noche por si nos tenemos que quedar él y yo aquí», añadía Lariño. El equipo regresa este lunes a A Coruña, pero quizás lo tenga que hacer sin ambos.