La Voz de Galicia

El día negro de Ian Mackay

Torre de Marathón

Iván Antelo Redacción / La Voz

El hombre récord de las porterías a cero de Primera Federación, héroe de los ascensos de la Ponfe y del Sabadell, falló en dos goles y fue expulsado

12 Jun 2023. Actualizado a las 11:24 h.

No se lo merecía. Nadie siente más el Dépor que él y ningún jugador blanquiazul ha rendido mejor que él en los dos últimos años. Pero Ian Mackay Abad (A Coruña, 1986) sufrió en Castalia el peor día de su larga carrera. El meta del cuadro coruñés falló en los dos primeros goles orelluts y propició el penalti que provocó que sus compañeros tuvieran que disputar una larga prórroga en inferioridad numérica. Demasiados regalos en una eliminatoria resuelta por detalles.

Mackay siente la blanquiazul desde muy niño. Forjó su pasión por el fútbol en las calles de O Ventorrillo hasta conseguir entrar en el equipo al que ama siendo juvenil. Le dieron un portazo y se rehízo en la diáspora, llevando a la felicidad a otras aficiones. Fue el héroe de los ascensos a Segunda con la Ponferradina y el Sabadell y renunció al fútbol profesional cuando vio la oportunidad de regresar a su casa. Quería triunfar en su club.

En las dos últimas temporadas, Ian dejó 34 porterías a cero. El récord de Primera Federación. Nadie ha conseguido esos números. Esta temporada, llevaba 17 (en el 47% de los partidos); pero falló cuando más duele. En la vuelta de la semifinal del play off que debía devolver a su Deportivo a la Segunda División de la que nunca debió salir.

Lo cierto es que Mackay no estuvo mal en el juego de pies. Facilitó bien la salida de balón del equipo blanquiazul con pases largos perfectamente medidos al pie de su compañero. Pero su equivocó en la que posiblemente era la más fácil. En el minuto 23, se confió y confundió el lado al que debía pasar, sobre la presión alta de un rival. En vez de abrir a la derecha, hacia Antoñito, insistió en combinar a la izquierda con Jaime. De Miguel aprovechó el regalo y marcó el 1-0 que neutralizaba la ventaja de Riazor. Solo siete minutos después, en el 30, un balón largo originó la segunda tragedia. Jaime Sánchez falló en el salto al no despejar el balón bombeado y De León se aprovechó de que Mackay estaba media salida para anotar el segundo que obligaba al equipo a una gesta.

El Dépor reaccionó a esos dos mazazos. Lo merecía Mackay. Que esos dos errores no acabasen siendo decisivos. Era lo más justo. El portero coruñés sacó a relucir el otro fútbol, enfriando al ritmo del Castellón con pérdidas de tiempo que hacía tiempo no se veían por A Coruña (y muchas veces se echaron en falta).

Tras el 3-2, llegó la tercera desgracia del meta del Dépor. En su intento por salir corriendo con el balón, y enfadado por considerar que los rivales le obstaculizaban el saque, soltó un manotazo que acabó en penalti y expulsión. Aunque Pablo Hernández falló desde los once metros, jugar toda la prórroga en inferioridad numérica fue un lastre demasiado grande. No se le merece. Pero el peor día de Mackay fue demasiado castigo para el Dépor. 


Comentar